Opinión
Ver día anteriorMartes 20 de noviembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Toros
La México se volvió Sevillana
M

orante de la Puebla nos deslumbró a los aficionados con la borrachera de luz, de su poesía torera que nos transmitió vibrante, intensa y cálida, enlazada a la musicalidad de los olés de un público embriagado con las imágenes de un torear que quedarán grabadas en la mente de quienes las contemplamos. Faena para el recuerdo la del torero sevillano.

Toreo que fue un sonar de guitarras, indómita exaltación de un apasionado temperamento andaluz que cortó el aliento de los ruiseñores nocturnos que enloquecidos oscurecieron esa luz cegadora. La plaza afilaba sus sombras y los ángulos de los miradores. Miradores de los palcos, balcones y tendidos que se abrían al abismo. Abismos que en luces se rompían para sombrearse y volver a encenderse en el que sonaban los martinetes de una cava vieja que debe haber escuchado el torero al paso de un toro de San Isidro, que fue remiso de salida y que desde el capote y luego con la muleta metió en su torear Morante.

Faenón por pases naturales y de pecho en que la emoción se quedaba al descubierto al poner la muñeca o más bien la palma de la mano para correrla en donde ya no latía el tiempo y el espacio dejaba de ser un lugar. Sólo vivencias de una esencia pura en que Morante sentía la cadencia de los pulsos del silencio. Pulsos que le dieron ese temple único que terminaba en el mando de un torear clásico, en lo que fue un día soleado que se quedará en el alma el torero, que alucinado de sí mismo ni una sonrisa esbozó.