Opinión
Ver día anteriorMartes 27 de noviembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Bejarano y sus amenazas

El PRD-DF o el escándalo

Granados, el blanco

A

eso de las tres de la tarde, el marcador en el PRD del DF advertía que, por primera vez en los años recientes, René Bejarano y su tribu perderían la presidencia del partido frente a la unión de varias tribus de menor tamaño dispuestas a dejar el paso franco a una nueva formación que en principio parecía estar bajo el control de Marcelo Ebrard.

La situación llamaba a emergencia. Lo que hasta unos días antes parecía inevitable –el triunfo de Bejarano–, ese viernes parecía haberse fugado en una jugarreta que el perversor no tenía prevista, y que frustraba parte de su plan para apoderarse de todo el Distrito Federal, políticamente hablando.

Faltaba entonces un movimiento más de Bejarano, así que tomó el teléfono y marcó directo al jefe de Gobierno electo, Miguel Ángel Mancera, quien escuchó de boca del profesor el plan de respuesta a eso que lo tenía preocupado. Se dice que la advertencia fue severa. El 5 de diciembre, fecha en que Mancera deberá asumir el cargo que le impuso la elección pasada, Izquierda Democrática Nacional lo recibiría con una protesta del tamaño de la ofensa que se le había propinado.

Se declaró, casi de inmediato, un receso en el Consejo Político. Las cosas empezaron a variar, los jefes tribales se reunieron, cada uno por su lado, para medir las consecuencias de la elección que tendría que celebrarse unos minutos más tarde, y se llegó a un acuerdo: posponer la elección hasta después de la toma de posesión de Mancera, el sábado 8, para ser exactos.

El lapso abierto, se diga lo que se diga, sólo servirá para ampliar el margen de negociaciones, por un lado, y por el otro, para que se mida con mayor certeza qué tan fuerte puede ser la embestida de Bejarano en caso de que se decida no cambiar la correlación de fuerzas que se mostró el fin de semana pasado, misma que daría el triunfo a la fuerza que encabeza el grupo de Marcelo Ebrard.

Y es que, por el momento, IDN cuenta con 14 de los 34 diputados que tiene, hasta ahora, el PRD. Esa fuerza también ganó seis de las 16 delegaciones políticas y a la fecha mantiene en su poder tres secretarías del gobierno central y la presidencia del partido en el DF. Esa fuerza es la que traba cualquier movimiento de gobierno de donde IDN no saque alguna ventaja.

Por eso las cosas han llegado al extremo de que en el consejo pasado el propio Bejarano amenazó, además, según nos cuentan, con desconocer a Manuel Granados como presidente de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa. Hay que recordar, en este punto, que Granados es la principal, por no decir la única, correa de transmisión con que cuenta el jefe de Gobierno electo, Miguel Ángel Mancera; es decir, amén del escándalo que pudieran dar los bejaranistas durante la toma de posesión, se buscaría debilitar a Granados.

Entonces el asunto parece claro: o le dejan el PRD a Bejarano o las consecuencias serían nefastas, aseguran en la propia ALDF, donde también se tiene un argumento poco rebatible: el nombre de quien se haría cargo del partido. Y es que miran en Vidal Llerenas a un joven sin idea de la política y sin ningún antecedente en la historia de la izquierda.

Así las cosas, dejar a Bejarano a la cabeza del PRD-DF podría parecer un suicidio político para Mancera, pero, del otro lado, Llerenas no sugiere un cambio que significara algo mejor para ese partido. Por lo pronto, en el discurso con el que se lanzó como candidato a la presidencia de ese partido explicó que quería no una organización política con rumbo ideológico claro, sino algo así como un club social donde todos –los militantes de izquierda y los que no– tuvieran cabida.

En fin, como ya se ha dicho en innumerables ocasiones, el PRD no tiene remedio.

De pasadita

Se podrá ver como se quiera, pero lo sucedido anoche en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal es el primer acto de gobierno de la administración que entrará en funciones el próximo 5 de diciembre.

La firme decisión de los diputados, que tuvieron a la cabeza a Manuel Granados, presidente de la Comisión de Gobierno, para solucionar el conflicto, pasó por el respeto que los legisladores manifestaron por procurar un mejor futuro para esa universidad, y de paso mataron el fantasma que rondó por la escuela, que miraba hacia la destrucción de un proyecto que no merecía la muerte.

Hasta la firma de los acuerdos, el jefe de Gobierno electo, Miguel Ángel Mancera, estuvo atento al transcurrir de las acciones que se daban en la Asamblea, y a eso de las 20 horas fue enterado de que el conflicto había llegado a su fin. Las consecuencias de esos acuerdos las veremos muy pronto, y seguramente se enfilarán a conseguir que la UACM siga siendo el escape hacia el futuro de quienes tienen muy poco dinero para educarse, y toda la voluntad para ser mejores. De eso se trata.