Sociedad y Justicia
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Ensayan en la UNAM métodos sin contaminantes para cultivo intensivo

Se comercializan 95 especies de insectos, pero sin control de calidad: entomóloga
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El mundo conoce cerca de 2 mil especies comestibles de las cuales 549 existen en México. En la imagen, un hombre despacha chapulines en OaxacaFoto José Carlo Gonzalo
 
Periódico La Jornada
Miércoles 28 de noviembre de 2012, p. 44

El consumo de insectos proporciona alto valor nutricional por su contenido de proteínas, aminoácidos esenciales, minerales, vitaminas y grasas insaturadas. De ahí que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) promueva esta dieta en diversas partes del mundo, lo que podría representar una alternativa para mitigar la malnutrición y el hambre.

En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Julieta Ramos Elorduy, entomóloga del Instituto de Biología, y su equipo de investigación han obtenido diversas patentes internacionales por la creación de métodos libres de contaminantes para el cultivo intensivo de insectos destinados al consumo humano.

La finalidad –explicó la científica– es promover su consumo como parte de la dieta cotidiana, pero bajo un exigente control de calidad. El organismo del insecto tiene entre 60 y 70 por ciento en proteínas de buena calidad, por lo que son mucho más nutritivos que carnes, como res, pollo o cerdo.

Los insectos tienen alrededor de 350 millones de años de habitar en el planeta; de cada 10 animales en el mundo, ocho son insectos. Se estima que más de la tercera parte de éstos pueden consumirse. Ell mundo conoce cerca de 2 mil especies comestibles, de las cuales 549 existen en México, donde la dieta incluye casi la tercera parte de los insectos de la Tierra.

En nuestro país existe una gran cantidad de estos animales y su consumo es una práctica que se heredó de los tiempos prehispánicos. En el Códice Florentino, fray Bernardino de Sahagún narró que la antropoentomofagia era una práctica habitual en los territorios recién conquistados. Podrán parecer repulsivos a primera vista, pero especies como chinches, pulgones, gusanos de maguey, escamoles, chapulines, jumiles, escarabajos, mariposas, moscas, avispas, hormigas, abejas, termitas, libélulas y hasta cucarachas deleitan los paladares de cientos de personas.

Al conocer los hábitos, desarrollo y propiedades de distintas especies, la ciencia aporta conocimientos para desarrollar métodos de recolección y cultivo a mayor escala. Con nuevas tecnologías de alimentos se pueden tener insectos de buena calidad, incluso más atractivos para la vista y el gusto.

Los trabajos de Ramos Elorduy analizan especies y en su laboratorio ensayan procesos para cultivar escamoles, gusanos de maguey, chapulines y jumiles, así como cucarachas.

Primero seleccionan individuos con cierto tamaño, color y nivel de actividad para colocarlos en contenedores bajo condiciones controladas de humedad, temperatura, dimensiones y materiales. Cuidan su alimentación, sin agroquímicos, y realizan estudios genéticos y nutricionales para garantizar que las crías y el producto final tendrán las propiedades más adecuadas para ser consumidos.

“La antropoentomofagia (consumo humano de insectos) ha evolucionado con el tiempo: desde el rechazo por las culturas llamadas ‘occidentales’ hasta su aceptación y demanda”, apuntó la investigadora. Sin embargo, esta práctica se ha convertido en una moda, generando un uso irracional de este recurso. De las especies comestibles en México, cerca de 95 se comercializan, algunas a gran escala. Pero por falta de reglamentación para su adecuado manejo, no existe un control de calidad que garantice que se pueden consumir sin riesgo.