Opinión
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La impronta blanquiazul
E

l segundo sexenio del PAN terminó con el sello que lo caracterizó: con el asesinato de Juventina Villa y su hijo de 11 años. Ella dirigía la Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca, en Guerrero. Con Felipe Calderón son más de 20 los que perdieron la vida por defender los recursos naturales. En todos los casos, las autoridades, y el futuro becario de Harvard, prometieron hacer justicia. Nunca llegó. Los asesinos siguen libres.

Acaba así una administración marcada por la impunidad. Justo hace dos meses el entonces secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Juan R. Elvira, anunció la renuncia de Mauricio Limón Aguirre, subsecretario de Gestión para la Protección Ambiental en dicha dependencia. Elvira le deseó suerte en las nuevas actividades que emprenda y en su lugar nombró a Alfonso Flores Ramírez, quien fungía como director general de Impacto y Riesgo Ambiental. No debió sorprender un cambio más en un sexenio que se distinguió por favorecer a incondicionales y amigos. Pero sobre Limón pesaba una denuncia ante la Secretaría de la Función Pública por violar la legislación ambiental y actuar en favor de la empresa española Hansa Baja Investments, en su pretensión de establecer en las inmediaciones del Área Natural Protegida de Cabo Pulmo, Baja California Sur, un megaproyecto turístico destructor de los recursos naturales: el de Cabo Cortés.

Con su renuncia, el señor Limón pretendió evadir su responsabilidad en ese sonado caso. Y con el nombramiento de su sucesor, el ex titular de la Semarnat expresó su desprecio de la opinión pública y solidaridad con quienes habían violado la ley. Ocurre que Flores Ramírez también había sido denunciado por Greenpeace ante la inoperante Secretaría de la Función Pública por apoyar el mencionado megaproyecto. Con razón esta dependencia va a desaparecer, por servir de tapadera a los funcionarios denunciados por cometer ilícitos. Este caso sirve para ilustrar la manera en que el sexenio anterior brindó protección al gran capital en su tarea de ocupar áreas ambientalmente críticas y que por eso mismo debían cuidarse al extremo. No sólo es Cabo Pulmo, sino también el sustentable (Calderón dixit) en Marismas Nacionales, el insustituible tesoro natural ubicado en los límites de los estados de Nayarit y Sinaloa. O los programados en las costas de Nayarit y Jalisco. Agreguemos la pretensión de acabar con la sustentabilidad de la isla de Holbox, frente a la costa de Yucatán, pese a que es parte de un área natural protegida.

El licenciado Calderón recibió distinciones internacionales y de la iniciativa privada local por sus propuestas verdes, por sus compromisos en la lucha contra el cambio climático. Una forma de medir la lucha contra éste es reduciendo el consumo de hidrocarburos. No se redujo, aumentó año con año. Andar alumbrando al mundo con sus propuestas le impidió llevar adelante en el país una verdadera política en pro del medio ambiente y la conservación de los recursos naturales. Su campaña de reforestación (celebrada por los funcionarios como la más grande y exitosa del planeta) mostró pronto sus limitaciones, contradicciones y engaños. Si se redujo, como se asegura, la deforestación, no fue por la política oficial, sino por las divisas que nuestros paisanos mandan desde Estados Unidos a sus familias.

Tampoco dejó un país con menos residuos tóxicos y peligrosos. Ni a éstos colocados en lugar seguro. Los mismos datos oficiales así lo muestran. Como también los referidos al fracaso de la promesa de devolver la salud ambiental a las cuencas hidrográficas. Ninguna de ellas está mejor que antes. Fracasaron los programas para rehabilitar las más deterioradas: Lerma-Chapala-Santiago, Coatzacoalcos, Blanco, Atoyac, Pánuco. Y en cuanto a utilizar racionalmente el agua, baste señalar el abatimiento de los mantos freáticos, lo mismo en la cuenca de México que en el centro y norte del país.

En paralelo, se entregó a las trasnacionales mineras parte del territorio pese a los daños que ocasionan. El legado panista en el campo ambiental no es para nada positivo. ¿Harán las nuevas autoridades realidad el tantas veces prometido desarrollo sustentable?