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Andanzas

El Mesías por la CND

E

l oratorio El Mesías, de Georg Friedrich Haendel, obra cumbre de la religiosidad del barroco inglés, ahora convertido en ballet por la sensible creatividad del coreógrafo argentino Mauricio Wainrot, para la Compañía Nacional de Danza (CND), es sin duda un paso importante en la diversidad de obras y estilos del repertorio de la agrupación, el cual es conocido esencialmente por su casi especialización en obras tradicionales del ballet y que ha logrado un auditorio importante para el espectáculo de la danza en México.

La obra, con generosa promoción y arduo trabajo de los bailarines fue programada cuatro fechas de noviembre pasado en el Palacio de Bellas Artes, en las que logró un sonado éxito. La función del 18 tuvo un público abarrotado de jóvenes, bailarines, en su gran mayoría, perfectamente capaces de comprender una composición de tal envergadura, de 80 minutos de duración.

En esa presentación se entregó la medalla de oro de Bellas Artes al venezolano Tulio de Rosa, hombre de gran carisma, simpatía y ductilidad, conocido de todos en el medio por su labor, más que creativa o académica, suertuda, pues consiguió ubicarse, con el apoyo oficial, como maestro a lo largo y ancho del país. Detectó el ballet en todo lugar y mejoró los parámetros de los procesos de enseñanza aprendizaje. Además, Nellie Happee lo invitó a formar parte de la nueva compañía de ballet en los años 60 –si no me equivoco–, que, unida al Ballet Clásico de México, a raíz de la abrupta suspensión de la Compañía de Danza Contemporánea, dio origen a la actual CND, con el abrigo del subsidio oficial.

Tulio, siempre de sonrisa encantadora, recogió con sencillez y parsimonia los aplausos de un público que fácilmente reconoció su labor y entrega a la enseñanza del ballet, incluyendo un método sencillo para niñas amantes del ballet sin el objetivo ni la cruenta ruta de quienes quieren ser profesionales; es decir, una especie de ballet light para jóvenes.

El hecho no deja de ser conmovedor e importante, pues esta premiación se une a la política de los tiempos recientes de galardonar a tantísima gente que entrega desinteresadamente su vida, con talento o sin él, al oficio de enseñar durante decenios. El próximo homenaje que se efectuará en la sala Manuel M. Ponce será para la maestra Socorro Bastida, gran conocedora de lo académico en el ballet, con bases sólidas de aprendizaje y enseñanza y una trayectoria de más de 60 años.

Hay que decirlo, pues es un hecho que en este país los maestros no siempre manejan a profundidad los conocimientos, muchas veces adquiridos como dice el manual, o porque les dieron la plaza, pero sin la experiencia en el cuerpo; es decir, sin ser o haber sido bailarines, por lo que la academia, o la escuela mexicana se ha demorado tanto en construir esas piernas, empeines y cuerpos que distingan a los bailarines en cualquier parte del mundo, sello académico y de calidad de una escuela.

Afortunadamente, el día de hoy, la CND ha logrado una excelente interpretación de El Mesías, con coreografía de Wainrot, cuya estructura y gramática corporal no es sencilla; requiere de alto nivel profesional mantenerse en el escenario con calidad, como la posee el coreógrafo y su equipo de diseñadores de luces, vestuario y montaje: Carlos Gallardo, Eli Sirlin y Andrea Chinetti.

La obra de Mauricio Wainrot es neutra, abstracta, descendiente directa del neoclasicismo de George Balanchine, de alto contenido estético y espiritual. También ostenta el sello del coreógrafo argentino, que mezcla sabiamente la danza clásica con la contemporánea en un agradable sincretismo que gusta mucho a la gente. La obra, estrenada en 1999, es un remanso en esta oleada inmensa de danza contemporánea desatada hasta la histeria, o las bobadas y chocanterías.

La pieza de Haendel fue interpretada con el tempo respiratorio y expresivo que hace de la danza algo diferente de una rutina agobiante y repetitiva. Los cantantes: Alan Pingarrón, especialmente aplaudido, Conchita Julián, Encarnación Vázquez y Guillermo Ruiz, dieron cuerpo con sus hermosas voces a los bellísimos textos llenos de amor de El Mesías con inmejorable calidad. Hicieron del grandioso Aleluya la verdadera gloria del himno religioso.

Haendel, Wainrot, la CND, músicos y cantantes lograron la euforia del público. Una palomota para Sylvie Reinaud, directora de la compañía.