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Una neumonía acabó con la vida de este médico para quien lo más importante fue el alma humana

Murió Aniceto Aramoni, uno de los pilares del sicoanálisis en México

Fue amigo y el alumno más destacado de Erich Fromm, de quien heredó su conocimiento y la dirección del Instituto Mexicano de Sicoanálisis

Es autor de decenas de libros

Con él termina un ciclo, porque era el camino de la formación intregral del profesional culto de esta disciplina: Rebeca, su hija

Foto
Aniceto Aramoni, en una imagen extraída de un video tomado por su hija Rebeca
 
Periódico La Jornada
Miércoles 5 de diciembre de 2012, p. 2

Una neumonía acabó ayer con la vida, a los 96 años, de una efigie del sicoanálisis en México: Aniceto Aramoni, alumno directo del destacado sicoanalista y sicólogo social Erich Fromm, de quien conoció su obra de memoria.

Con la muerte de Aramoni, autor de decenas de libros y quien fue director en varios periodos del Instituto Mexicano de Sicoanálisis (IMS), se cierra una época para el sicoanálisis en nuestro país, comentó en entrevista con La Jornada su hija, la doctora Rebeca Aramoni, actual titular de ese instituto.

Aniceto Aramoni fue parte de la primera generación del núcleo llamado los 13 apóstoles (entre los que estuvieron, además de Aramoni, Guillermo Dávila, Jorge Derbez, José F. Díaz y Ramón de la Fuente, entre otros), médicos que de 1951 a 1956 formaron el Grupo Mexicano de Estudios Sicoanalíticos, primera generación formada por Fromm, quien vivió 25 años en México y fue amigo cercano de Aramoni.

Aniceto Aramoni dedicó mucho tiempo a tratar de hacer un sicoanálisis para el mexicano. Esa sería su gran aportación, comentó su hija.

Lúcido hasta sus últimos momentos

Con la despedida de Aniceto Aramoni, originario de Minatitlán, Veracruz, y doctor en medicina por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se termina una época importante, que tiene que ver con la cultura, con el sicoanálisis. Se cierra un capítulo, aunque se abran otros, dice su hija.

“Culmina ese ciclo, porque él representaba el camino de la formación intregral del sicoanalista culto, el que lee, que se mueve, que va al cine, que retoma a los clásicos, a los griegos, a los rusos. Fue lúcido hasta sus últimos minutos. Por ejemplo, mi padre era una adorador de la ópera y al momento que le poníamos una obra (en su lecho), la dirigía con las manos... esas eran sus partes sensibles. Creo que ahora la aproximación al sicoanálisis es diferente: ahora somos, un poco más a la ligera, más multimedia, algo menos profundo. Es otro tiempo, que tiene lo suyo, pero es distinto. A eso me refiero con ese cierre de época. Él es el último de la famosa generación de los llamados 13 apóstoles, relató.

Rebeca Aramoni abundó: “Era un tipo brillante, que en sus últimos días alucinaba en la cama: citaba a Quevedo y a Góngora; hablaba de El ingenioso Hidalgo Don Quijote... (una de sus obras favoritas)... de Sócrates... tenía un delirio muy interesante, dentro de todo ese desastre, de todo lo incómodo que le resultaba la dependencia”.

Aniceto Aramoni es autor y coordinó títulos como Sicoanálisis de la dinámica de un pueblo; Jóvenes y viejos: polémica entre generaciones; Mister sicoanálisis: comentario a la vida del hombre de los lobos; La neurosis: creatura del hombre; Cuatro neurosis en busca de argumento: la praxis sicoanalítica; Vivir es consumir el tiempo: la función sin límites; El mexicano, un ser aparte; Significación del sicoanálisis dentro de la existencia, y Fromm: el amigo, el terapeuta, el hombre universal.

Destacó en el plano profesional porque era un hombre comprometido con el mexicano, con el análisis de lo que pasaba con su pensar, ya que consideraba que este país era muy inmaduro, miedoso, dependiente, infantil e impoductivo. Dedicó mucho tiempo a tratar de hacer un sicoanálisis para nosotros, comentó Rebeca.

En el sicoanálisis en México hemos hecho muchas estupideces, ya que hay una lucha fratricida. Pero ahora estamos ante la posibilidad de unificar criterios, de tener un grupo que acredite el buen ejercicio del esta disciplina en México.

Salvar una vida, fue su premisa

Una de las ideas de Erich Fromm era que si uno salvaba una vida humana, salvaba a toda la humanidad. Y Aniceto Aramoni siguió casi al pie de la letra esa enseñanza, “porque era un clínico importante, a quien le interesaba el alma humana. En todos los accidentes que le tocó presenciar, se detenía, se bajaba a ver en qué podía ayudar. De hecho, en su delirio hablaba de entablillar a un paciente. Nosotros le hacíamos burla; le decíamos que en cuanto viera a mi madre, ya muerta, es cuando él tendría que irse. En ese tono se fue, pero siempre estuvo presente cuando alguien lo necesitó. Ante él siempre hubo personas. Es decir, no había una vesícula ni un hígado, sino un ser humano, y eso hacía la diferencia. Como estudiante te obligaba a comprender que siempre podías hacer algo por alguien.

Argumentaba que en la actualidad los médicos estaban rodeados de aparatos, que son los que les resolvían los casos, pero que el oído y la intución eran importantes si la máquina se equivocaba.

Parte esencial del desarrollo de Aniceto Aramoni fue la herencia que dejó Fromm en México. En 1981, el sicoanalista mexicano dijo: Las personas analizadas por Fromm en el país pueden considerarse homo humanísticos, como quienes por primera vez emplearon los métodos, la técnica, la praxis del sicoanálisis humanista que Fromm estaba creando.

Rebeca Aramoni comentó: Mi padre sabía de memoria la obra de Fromm; fueron amigos, porque desde un inicio se mostró ante él como un hombre responsable, lo que al alemán llamó la atención, al grado de dejarlo como su sucesor (en la dirección del Instituto Mexicano de Sicoanálisis). De hecho, fue el único de esa primera generación que hizo una tesis.