Opinión
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Isocronías

Cuatro sonetos

D

e pronto uno quiere hablar de poesía y topa con pared, y eso que al menos en parte a algo de eso se dedica uno. Ante tal inconveniencia quizá no es tan mal expediente recurrir a los versos; dejemos que los versos (la poesía es otra cosa) hablen, como puedan, de poesía.

1. No supo ser feliz, mas algo supo,/ que ya hay felicidad en no desearla./ De la felicidad yo no me ocupo,/ me dijo alguna vez, a qué intentarla,// cuando no se consigue ahi se anda herido/ mirando a ver a qué horas la sorpresa/ de dizque ser feliz. Naturaleza/ es del hombre vivir de ella en olvido.// Los infiernos infiero que están llenos/ de felices. Mejor lo natural,/ ser quien se es, que al cabo el ruidajal// de la felicidad trae desenfrenos que frenos son nomás. Lo universal/ ciertamente consiste en algo menos.

2. Aquí mi voz me dice que no es mía/ y hablando va de todo lo que sabe/ y sabe más de lo que presumía,/ mas si lo presumiera sería grave.// Aquí mi voz me dice, pero en clave,/ has llegado al espacio de tu voz./ Si logras entenderlo será atroz/ al principio, y después mucho muy suave.// Y no lo entiendo mucho, ciertamente,/ aunque a su oscuridad ya me acostumbro./ Un extraño alfabeto creo columbro,// se ordenan mis palabras de repente./ Es manantial y estrella que mi mente/ apacigua, es dolor con que me alumbro.

3. No soy quien soy, soy sólo un parlamento/ de alguna obra perdida, de algún cuento/ mal contado por alguien sin memoria,/ soy como el personaje de otra historia,// no de esta mía (cuál, me lo pregunto,/ y de qué tratará, tendrá su asunto/ interés para alguno, sabrá Dios)/ que aquí se dice con ajena voz.// No soy quien soy. Mi máscara caída,/ sigo siendo una máscara. Qué vida/ vivir tocóme en suerte, en mala suerte.// Esta vida no es vida, pero muerte/ tampoco, ya se ve, si bien se mira./ No soy quien soy, ya ven, Manuel, Elvira.

4. Un soneto del mar quisiera hacer./ ¿Cómo meter el mar en un soneto?/ No es posible, Ricardo. De faceto/ ahi andas otra vez. Vete a moler// a otro lado, cabrón. Pinta tu raya./ Un soneto del mar… Caramba, vaya,/ contigo no se puede, ¿no te digo?/ Averigua qué pedo con tu ombligo.// Vuélvete zen, canalla. Ni un arroyo/ capaz de cantar eres, y del mar/ me vienes con tus cuentos a enredar.// Será el sereno, pero yo me apoyo/ en la brisa que acaba de pasar./ En esa brisa estaba todo el mar.