jornada


letraese

Número 197
Jueves 6 de Diciembre
de 2012



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate




Alejandro Brito

Sida, saldos de un sexenio

Concluyó un sexenio más y los resultados en materia de VIH y sida no son claros. Los supuestos logros que presentó el gobierno federal, a través del Centro Para la Prevención y Control del VIH/sida (Censida), son cuestionables. Al igual que Felipe Calderón, quien se apresuró a inaugurar obras inconclusas en los últimos días de su mandato, los funcionarios salientes de Censida se adelantaron a presentar resultados favorables de su gestión con cifras inacabadas. Censida presume de la disminución de las nuevas infecciones por año, que en 2011 fueron 9 mil 903, y en 2012 calculan que serán 9 mil 600, y de la reducción en 12 por ciento de la tasa de mortalidad por sida de 2008 al 2011.
Sin embargo, debido al retraso en la notificación y registro de casos, no se puede tener certeza del comportamiento de la epidemia en México por lo menos en los últimos tres años, como advierte el mismo Censida en su informe El VIH/Sida en México 2012; además existe una cifra importante de casos registrados cuya evolución se desconoce. Así, las cifras presentadas como logros no son definitivas.
Una lectura diferente de los mismos datos revela otra realidad: la mortalidad por sida ha variado muy poco en la última década. La tasa de 4.3 fallecimientos por 100 mil habitantes que se presenta como un logro del sexenio, ¡es la misma que se tenía en 1998, cuando aún no existía el acceso universal al tratamiento antirretroviral! ¿Dónde está el avance?
Tampoco se sostiene el supuesto logro de 85 por ciento de cobertura con tratamientos antirretrovirales (71 mil personas tratadas), porque tal cifra no toma en cuenta el rezago existente en el diagnóstico de VIH en el país. De acuerdo con los cálculos conservadores de Censida, un tercio de las personas que tienen VIH aún no han sido diagnosticadas, es decir, cerca de 50 mil personas. ¿Cuántas de ellas necesitan tratamiento y no son tomadas en cuenta en las cifras oficiales?
Por otro lado, desde hace por lo menos una década, la epidemia en México muestra un comportamiento estable, ni para arriba ni para abajo. Como informa el propio Censida, las tasas de prevalencia en la población general se han mantenido estables en alrededor del 0.3 por ciento, por lo que presentar como un logro el que no se haya rebasado la meta fijada por la ONU de 0.6 por ciento es quererse adornar con pluma ajena.
La presentación a modo de las cifras por parte de los directivos de Censida ha sido una constante. Hace dos años anunciaron sin rubor alguno que las nuevas infecciones por VIH disminuyeron de 25 mil a 10 mil casos de 2009 a 2010. Lo que equivale a una reducción de más del 60 por ciento ¡en tan sólo un año! (Reforma, 27 de noviembre de 2010), un milagro que en ningún lugar del mundo se ha dado.
Una manipulación similar se vivió en la relación de Censida con los diferentes sectores que participan en la respuesta a la epidemia. Así como excluyó de sus informes a las cifras incómodas, así también borró de los espacios de colaboración y de representación a las voces críticas a sus políticas. Directivos de Programas estatales, reconocidos médicos especialistas y activistas de organizaciones civiles fueron excluidos y vetados de reuniones oficiales, convocatorias públicas y espacios de representación. La patética asamblea ordinaria del Conasida realizada en diciembre de 2011, sin la presencia de representantes de la sociedad civil y de los programas estatales de VIH fue la prueba más visible. En su lugar, se aplicó el favoritismo hacia los amigos e incondicionales que perjudicó seriamente, como nunca antes, la relación institucional de Censida con las organizaciones de la sociedad civil.
La nueva administración de Censida tendrá que comenzar por reconstruir la propia casa, desmantelada en buena parte por la prepotencia y autoritarismo del director saliente. La Dirección de Atención está vacante desde hace años y las direcciones de Investigación y Prevención no funcionan como tales. También tendrá que recomponer la relación con las organizaciones de la sociedad civil y sustituir el favoritismo por una relación profesional de colaboración respetando la autonomía del sector.
No se pueden negar los avances en el control de la epidemia del VIH en nuestro país, pero se trata de resultados muy poco satisfactorios. Partir del reconocimiento del problema en lugar de tratar de ocultarlo es lo más sano en la meta de lograr detener la diseminación del VIH.


S U B I R