Emergencia nacional
contra el maíz transgénico

En un pronunciamiento ratificado ya por dos encuentros de comunidades campesinas indígenas agraviadas por megaproyectos, agricultura industrial, delincuencia organizada, urbanización salvaje, contaminación de industrias, deforestación, minería, represas, basureros tóxicos, y la imposición de maíz transgénico (en Cherán, Michoacán, a principios de noviembre, y en Tepoztlán, Morelos, a fines del mismo mes), la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales (ANAA) denuncia que las transnacionales Monsanto, Pioneer-DuPont, Syngenta y otras, junto al gobierno federal, preparan “un ataque masivo al centro de origen del maíz, al corazón de las culturas y a la alimentación del pueblo mexicano”. Esto, al autorizar millones de hectáreas para siembra comercial, consumo y exportación de maíz transgénico “que, se ha demostrado, causa cáncer y otros problemas de salud. Es un intento de envenenamiento masivo de las ciudades, los pueblos y todos nuestros alimentos del maíz”.

Al igual que la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS), y varias organizaciones internacionales que suman más firmas contra la siembra comercial de maíz transgénico, la ANAA afirma: “Monsanto y Pioneer han solicitado sembrar 2 millones 400 mil hectáreas de maíz en Sinaloa y Tamaulipas, estados de donde proviene la mayor parte del maíz que consumimos en tortillas y otros alimentos en las ciudades. También es el maíz que compra Diconsa para distribuir en todo el país”. De aprobarse, dentro de medio año “en las ciudades de México estaremos comiendo tortillas envenenadas”. También representa una imposición a los agricultores de Sinaloa y Tamaulipas, “que no tendrán opción más que comprar las semillas de estas empresas”. Los productores de Sinaloa ya han protestado ante la imposición.

En su comunicado la ANAA insiste: “De aprobarse esta siembra, será una traición al pueblo y el corazón de México, y la mayor siembra de transgénicos de un cultivo en su centro de origen a nivel mundial, poniendo en riesgo uno de los cuatro granos más importantes para la alimentación de toda la humanidad. Estamos en emergencia nacional, la amenaza es contra la salud y la alimentación de todos los mexicanos, contra las semillas y la vida campesina e indígena. Si no nos organizamos para detener esta iniciativa y resistir la imposición, en las ciudades más grandes de México no vamos a tener otra opción alimentaria. Es urgente la movilización masiva para detener el ataque y defender nuestra salud y la de nuestros hijos que tendrán cáncer por comer maíz transgénico a lo largo de su vida”.

Los encuentros de Cherán y Tepoztlán llamaron a “una movilización de nuevo tipo, que requiere la circulación urgente, clara y masiva de la información sobre la gravedad del problema, en todos los rincones de México, Centroamérica y el mundo”. También todos los habitantes de las ciudades del país, los pueblos campesinos e indígenas y todos los que comemos maíz en cualquier parte del mundo. Se propuso “desarrollar formas creativas y diversas de acción para denunciar y detener este ataque de las transnacionales por controlar la alimentación de todos, sin importarles ni siquiera que sea tóxica. Que cada quien invente en su lugar acciones diversas profundas”.

La comunidad de Cherán K ́eri, sede de la Octava Asamblea de Afectados Ambientales, es considerada “un ejemplo de resistencia y autonomía, que justamente se gestó en torno de fogatas, anafres y el maíz campesino con el que sus mujeres nos han alimentado estos días”, apunta el pronunciamiento. Enseguida hace una serie de demandas puntuales, entre la que destaca la exigencia al gobierno de “no aprobar las solicitudes de siembra de maíz transgénico y prohibir la siembra de cualquier tipo de transgénicos en todo el territorio nacional”.

Además, el pronunciamiento urge a formar brigadas, hacer talleres y “acciones de información en comunidades y barrios en todos los estados donde hay presencia de organizaciones aliadas”, resguardar las semillas nativas y “fortalecer las redes de intercambio y acopio entre el campo y la ciudad para apoyarnos y poder todos comer alimentos sanos y libres de transgénicos”.

La situación “es extremadamente grave”, concluye el pronunciamiento. “Estamos enojados e indignados. No podemos permitir que nos den a comer veneno”.

(Se siguen recibiendo adhesiones en el correo). Ojarasca