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Secuelas del 1º de diciembre

Detenidos se dan ánimos para que su espíritu no se quebrante

Nuestros ideales están más firmes que nunca; de nada sirve llorar
 
Periódico La Jornada
Domingo 9 de diciembre de 2012, p. 4

David Soberanes, estudiante de economía en la Universidad Nacional Autónoma de México, denunció que el primero de diciembre fue víctima de detención arbitraria, y que policías lo golpearon, insultaron y amenazaron sólo por haberles reprochado su actuación violenta.

El sábado yo no estaba participando en la marcha, pero cuando vi lo que hacían los policías, me puse a reclamarles. No eran ofensas ni insultos, pero cuando llegué a la entrada principal de Bellas Artes, unos granaderos me llegaron por atrás y me llevaron a punta de golpes e insultos, narró a La Jornada el también alumno de la carrera de etnohistoria en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

Agregó que los policías se lo llevaron en una camioneta, donde minutos más tarde subieron a un estudiante de nombre Kevin, del CCH Sur, y a un joven llamado Víctor Govea. Ambos tenían huellas de golpes en varias partes del cuerpo. No tenían zapatos y sus lentes estaban rotos.

En la agencia 50 del Ministerio Público a todos los interrogaron, les tomaron fotografías y los hicieron declarar con engaños, agregó. Estuvieron sin agua ni comida suficiente, y sin posibilidad de asearse ni derecho a hacer llamadas a celular o de larga distancia. La mañana del lunes fueron liberados unos 14 jóvenes, sin explicaciones.

También capturaron a chavos fresas

“Nos acusaron de hacer destrozos en la glorieta de Colón, pero muy pocos habían estado en realidad ahí. En ese momento te das cuenta de tu tremenda vulnerabilidad. A mí me llevaron por gritarles cosas, pero también agarraron a varios chavos bien fresas, sin ninguna militancia política”, aseveró.

Una semana después de su detención, Yéssica Bibiana escribe desde Santa Martha Acatitla, donde permanece detenida junto a 10 de sus compañeras: nuestros ideales están más firmes que nunca, y allá afuera no sirve de nada llorar ni arrodillarse.

Expresa: yo, Yéssica Bibiana Reyna Camargo, lo único que quiero decir es que no permitan absolutamente a nadie que su espíritu se quiebre. Nuestros cuerpos están aquí adentro, encerrados, sometidos, presos, pero nuestro corazón está más firme que nunca.

Estudiante del quinto semestre de ingeniería en agroecología de la Universidad Autónoma Chapingo, exhortó a recordar que la lucha es de pie por nuestros presos, por nuestros sin hogar, los que tienen hambre y (contra) las injusticias. La lucha es con la frente bien en alto, y sobre todo sin miedo. Si su espíritu se quebranta, escribe en un breve texto, ellos habrán ganado.

Caso de tortura

Roberto Alejandro Cortés, estudiante de antropología social en la ENAH, fue detenido la noche del primero de diciembre en Doctor Lavista y Eje Central y se encuentra en el Reclusorio Norte. Es uno de los cuatro casos de tortura denunciados por la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.

En conferencia de prensa, sus padres, Roberto Cortés e Irma Zárate, denunciaron la detención arbitraria. Aseguraron que su hijo se dirigía a la agencia 50 del Ministerio Público para recabar información sobre el posible arresto de estudiantes de la ENAH.

Ante las puertas del Museo Nacional de Antropología, su madre apuntó: quiero creer en este país, pero cuesta mucho trabajo cuando ves una injusticia como ésta.

Alejandro fue detenido entre las 19 y 20 horas de ese sábado por granaderos que lo golpearon en el rostro y el cuerpo, y le aplicaron dos descargas eléctricas en las piernas. Luego lo entregan a policías preventivos, quienes lo presentaron en dicha agencia del MP, narró su padre.

No se resistió al arresto, porque sabía que no había hecho nada, pero por su apariencia –iba vestido de negro, con chamarra militar y rastas– fue detenido, aseguró.

Su hermano, Renato Cortés, quien también es su abogado, indicó que se le finca el delito de ataques a la paz pública en padilla, pero cuando lo aprehendieron habían transcurrido más de cinco horas de los hechos.

Alejandro se encontraba en Xochimilco comiendo con una amiga cuando se cometieron los destrozos en el Centro de la ciudad, apunta Renato, así que no hay elementos para imputarle responsabilidad, y añade que, ante el cúmulo de irregularidades, confiamos en que será puesto en libertad.