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Las familias no tienen para pagar el rescate, afirma el sacerdote Heyman Vázquez Medina

Migrantes secuestrados deben elegir entre trabajar con la delincuencia o morir
 
Periódico La Jornada
Lunes 10 de diciembre de 2012, p. 19

El sacerdote Heyman Vázquez Medina, director de la Casa del Migrante Hogar de la Misericordia, ubicado en Arriaga, Chiapas, asevera: “la delincuencia organizada continúa secuestrando migrantes, sobre todo centroamericanos, y si no pueden pagar un rescate de entre 4 mil y 5 mil dólares que les exigen a sus familiares, les hace ofertas sustanciosas de trabajo. ‘Ellos tienen la opción’ de elegir entre su vida o ser ejecutados”.

Algunos de los secuestrados, dice el religioso, aceptan trabajar para el crimen organizado, por sus necesidades económicas apremiantes. Han dejado esposa e hijos, padres o hermanos en su tierra, quienes esperan que llegue a Estados Unidos para que les envíe dinero.

El también coordinador de la Pastoral de la Movilidad Humano de la Diócesis de Tapachula, señala en entrevista con este diario –efectuada en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, al finalizar el simposio Los retos de la frontera sur. El paso de los migrantes: un fenómeno del siglo XXI– refiere que un migrante salvadoreño secuestrado le dijo que “para salvar su vida aceptó trabajar con las bandas del crimen organizado.

“Un migrante salvadoreño, de 24 años, llegó al albergue y me narró sus penas. ‘Padre, me secuestraron en Tierra Blanca, Veracruz, y como mi familia no pudo pagar el rescate de 5 mil dólares me dijeron: o trabajas para nosotros, entregándonos a migrantes, o aquí te mueres’. Acepté colaborar y así me infiltré entre los migrantes. Primero trabajé de halcón, pasando información, señalando a quiénes podían secuestrar, porque tenían dinero. Durante meses trabajé en ellos, siempre vigilado y así recorrí Arriaga, Ixtepec, Tierra Blanca”, y así los trajo hasta Lechería, estado de México, donde recuerda haber entregado a un grupo como de ocho. A otros sólo se los señalé para que los agarraran. Me obligaban, padre, yo no quería, pero si no, me mataban, refiere el religioso.

A la primera oportunidad se les escapó. Ya de regreso a su país, pasó en busca de refugio y apoyo.

Padre, me voy, ya no quiero trabajar con ellos. Si me agarran otra vez, me matan, me dijo. Se quedó unos días en el albergue, luego se fue a su país.