Opinión
Ver día anteriorMartes 11 de diciembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La corrupción ubicua
L

a corrupción es un carcinoma purulento que abarca prácticamente al planeta entero, pero la distancia entre los países más limpios de corrupción y los más corruptos es sideral. Transparencia Internacional apunta que más de dos tercios de los entre 176 y 182 países que son objeto de sus formulaciones anuales, están por debajo de los 50 puntos sobre 100, que es su escala de medición, y todos ellos son considerados como altamente corruptos tanto en el sector público como en el privado. Pero entre los altamente corruptos hay distancias considerables.

No es lo mismo alcanzar 49 puntos sobre 100 y ocupar el lugar 54 de 176 países, como los casos de Chequia, Latvia, Malasia y Turquía, en 2012; que obtener 34 puntos y ocupar el lugar 105, como los casos de Argelia, Armenia, Bolivia, Gambia, Kosovo, Mali, México y Filipinas. Por supuesto, todos muy lejos de Finlandia, Dinamarca y Nueva Zelandia, con el lugar 1.

En América Latina, Chile y Uruguay ambos con el lugar 20 con 72/100, ocupan el lugar 1 del subcontinente. Les siguen, ya en la zona de los altamente corruptos, pero menos que México, Cuba, Brasil, Trinidad y Tobago, El Salvador, Panamá, Perú, Colombia, y Argentina.

México es altamente corrupto y en 2011 ocupó el mismo sitio, el 105. Como en otros países de la misma calaña, la corrupción es ubicua. Ubicua, según el Diccionario de la Real Academia, significa que está presente a un mismo tiempo en todas partes. La corrupción es aquí un cáncer endémico, histórico, originado en el poder público y extendido inmediatamente al conjunto de la sociedad, de manera creciente, desde la Colonia. Los gobiernos panistas le dieron un formidable empujón a la corrupción, con todo y su Secretaría de la Función Pública. Por supuesto, entre más pobre es un mexicano, es mucho más víctima de la corrupción, que practicante de hechos de corrupción.

Posiblemente todo mundo ha oído cómo entre los empresarios o las clases medias altas, se repite el mantra que dice Mexiquito, bendito seas ¡cualquier problema lo arreglas con dinero!, y al decir cualquier problema, es exactamente así: cualquier problema. Es cosa de llegarle al precio, en todos los casos. Según el sapo (el delito) es la pedrada (el precio). Puede tratarse de obtener una licencia, o de haber cometido un asesinato.

Quizá todos hemos oído cómo una brújula de los políticos reza: si un problema se arregla con dinero, sea el que sea, es barato. No quiero que me den, sólo que me pongan donde hay, se dice con espantoso divertimento, entre los políticos.

Decires que contrastan con este principio ético elemental pronunciado por John F. Kennedy, pero que pertenece al reino de Utopía: En la política como en las matemáticas, todo lo que no es totalmente correcto está mal.

El gobierno de Peña Nieto ha eliminado la cuasi inservible Secretaría de la Función Pública, y la ha sustituido por una comisión, con seguridad mucho más débil y vulnerable que la Secretaría eliminada. Una comisión instituida por ley para enfrentar una práctica absolutamente ubicua y tan honda como los abisales más profundos. La expresión parto de los montes resulta raquítica para referirse a la relación entre el monstruoso tamaño de esa putrefacción tatuada hasta en los huesos de la inmensa mayoría de los mexicanos y la solución instituida, especialmente frente a la gran corrupción pública y privada.

México tiene una democracia de baja intensidad porque lo corroe una corrupción de las dimensiones referidas. México es un país de reprobados porque lo carcome la corrupción de Elba Esther y su sindicato, parte notoria de la corrupción general. México es un país en el que los grandes empresarios no pagan impuestos porque el sistema fiscal lo estructuran leyes corruptas hechas para eludir esos pagos. México es un país donde los crímenes no se castigan porque la impunidad es una de sus peores formas de corrupción. México es un libro de miles de páginas, en cada una de las cuales se narra alguna historia de corrupción.

El abatimiento de la corrupción no puede provenir de la iniciativa de los gobernantes y los políticos, porque ninguno de ellos se echará la soga al cuello con sus propias manos.

Los investigadores Celeste Alcalde y Renzo Sarchi, han escrito una breve historia titulada El Movimiento Anti-corrupción Indio como experiencia de acción colectiva. Una consecuencia de la gran expansión reciente de la India, ha producido una expansión equivalente de nuevas clases medias, portadoras de valores distintos de los corruptos valores de la sociedad india (lugar 94 del índice referido). Este fenómeno ha generado el contexto propicio para que el activista

Anna Hazare haya dado impulso al reclamo anti-corrupción, un fenómeno nuevo que crece con celeridad y ha empezado a multiplicar iniciativas en diversas instancias del espacio público. No todo puede estar perdido para siempre en México.

En la última década la concientización de la sociedad civil en América Latina ha crecido en alguna medida, y ha hallado expresión en algunos medios de prensa. Eso ya es un paso. Tengamos presente la amplia muestra de posiciones anti-corrupción de numerosos escándalos como los protagonizados por Fernando Collor de Melo, Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad, Carlos Salinas, Carlos Andrés Pérez, Alberto Fujimori, saldados todos hasta ahora con fugas o procesos sin penas, o con impunidad completa. Falta la acción social organizada; falta el surgimiento de los Anna Hazare latinoamericanos.