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México SA

Paisanos vs barones

México exporta

Inyección y ordeña

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Migrantes que estuvieron varados en Jalapa, Veracruz, se preparan para reanudar su travesía hacia Estados Unidos en julio pasado. Tras 20 días de espera más de 3 mil migrantes reiniciaron su viaje, luego de que se restableciera el servicio ferroviarioFoto Eirinet Gómez
L

os dos gobiernos panistas (Fox y Calderón) vivieron, y muy bien, con dos ingresos fundamentales: petróleo y remesas. Los primeros resultaron igual de históricos que de dilapidados; los segundos fueron voluminosos, no obstante la sacudida económica de 2008 y años posteriores, el creciente desempleo en Estados Unidos y las precarias condiciones laborales para los paisanos. De cualquier suerte, el resultado por ellos ofrecido fue desastroso, con todo y el voluminoso ingreso de divisas por los conceptos referidos.

Mientras ese par de joyas blanquiazules destrozaba al país a lo largo de la segunda docena trágica y a paso veloz expulsaba mano de obra mexicana (la cultura foxista de exportar jardineros queda para la ignominiosa historia del PAN en Los Pinos), en ese mismo periodo la paisanada inyectó a la economía nacional alrededor de 265 mil millones de dólares por concepto de remesas. Quede grabada la cifra para conmemorar, el próximo 18 de diciembre, el Día Internacional del Migrante, instaurada por la Organización de Naciones Unidas.

En riguroso sentido contrario, en esos 12 años de democracia de, para y por los empresarios, de acuerdo con la definición de Vicente Fox) los intocados barones mexicanos tuvieron a bien exportar cerca de 150 mil millones de dólares generados en México con el fin de invertirlos o depositarlos en terceros países, no obstante su compromiso de invertirlos en el país para generar empleo formal y contribuir al desarrollo nacional (recuérdese el pomposamente llamado Pacto de Chapultepec, cuyos abajo firmantes destacan por ser los mayores exportadores de capital).

Como inquilino de Los Pinos, el inenarrable Vicente Fox presumía, con la cara más dura del mundo, que México exporta jardineros de muy buena calidad y que su ilusorio acuerdo migratorio con Estados Unidos estaba a punto de turrón, con enchilada completa. En el tétrico balance de su administración sobresale que el hombre de las ideas cortas y la lengua larga logró exportar un mexicano por cada minuto de estadía en la residencia oficial, hasta alcanzar la inédita cuan ignominiosa cifra de 3 millones 200 mil conacionales expulsados de su tierra por razones económicas.

Así, con esos 3.2 millones de mexicanos expulsados de su tierra, junto con los exportados por gobiernos anteriores, la administración foxista se benefició con la inyección de alrededor de 125 mil millones de dólares por concepto de remesas enviadas por la paisanada, cuyo destino principal fue el vecino del norte. Con el boom de las remesas queda más que manifiesta, por si hubiera duda, la voracidad de la banca que opera en el país, la cual organizó, junto con Fox, su entramado de paquetería financiera para quedarse, vía comisiones, con una generosa porción de esos envíos, estimada entre 18 y 20 mil millones de dólares en esos 12 años.

Mientras los paisanos expulsados de su tierra inyectaban dinero a la economía nacional, los barones mexicanos procedían en riguroso sentido contrario. Con Fox en Los Pinos, los dueños de medio México, o mucho más, exportaron cerca de 40 mil millones de billetes verdes para invertirlos fuera del país y generar empleo en otra parte, aprovechando las ofertas de otros gobiernos gerenciales instalados en la región. Mientras así procedían en privado, en público promocionaban pactos y pronunciaban muchos discursos marca Miguel Ángel Cornejo, por medio de los cuales se comprometían a invertir y generar empleo formal internamente.

Junto con Martita Fox se fue al rancho, y a Los Pinos arribó un oscuro inquilino que a los mexicanos prometió vivir mejor y empleo formal a manos llenas. El resultado es por todos conocido y padecido, pero si bien Felipe Calderón no presumió sus jardineros de exportación, su gobierno sí se benefició de la expulsión de mano de obra mexicana: con todo y creciente desempleo en Estados Unidos –especialmente para la mano de obra latinoamericana–, más la sacudida económica que allá comenzó en 2007, los paisanos inyectaron 140 mil millones de dólares a lo largo de dicho sexenio. Y como sucedió en la administración precedente, mientras ellos metían los barones sacaban o exportaban (como ciertos tecnócratas califican lo que llanamente se conoce como salida de capitales) una cifra histórica de dinero: 111 mil millones de billetes verdes.

En la docena trágica panista, por cada dólar que los paisanos inyectaron a la economía nacional, los barones mexicanos sacaron 57 centavos; los primeros traían dinero de afuera, y los segundos exportaban los generados en México. Como bien ilustra La Jornada (Roberto González Amador) “en el transcurso de la administración de Felipe Calderón Hinojosa ciudadanos y empresas mexicanas transfirieron al exterior 111 mil 38.9 millones de dólares para ser depositados en cuentas bancarias o para abrir y operar empresas fuera del país, revela información del Banco de México. El monto de recursos transferidos por mexicanos al exterior superó en 70 por ciento el saldo de las nuevas inversiones extranjeras que llegaron a México durante el mismo periodo, que fueron de 65 mil 434.2 millones de dólares… No hay precedente en las últimas décadas sobre una transferencia masiva de recursos al exterior por mexicanos… Los 111 mil 38.9 millones de dólares (…) representan una cantidad 68 por ciento superior al saldo de la deuda externa neta del gobierno federal que, de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda, se situó en septiembre pasado en 65 mil 880 millones de dólares”.

Sirva lo anterior para aportar algunos elementos que ni de lejos se incluyen en la información oficial que por estas fechas se divulga con motivo del Día Internacional del Migrante. México ocupa la tercera posición mundial y la primera en Latinoamérica en lo que a captación de remesas se refiere, y es indiscutido número uno en expulsión de mano de obra, fenómeno que en buena medida es resultado de una economía interna que no crece, que no genera empleo, que no distribuye el ingreso, que acapara la riqueza y que permite cualquier exceso a los barones autóctonos, grandes exportadores de capital y connotados inversionistas más allá de nuestra fronteras, en esta democracia a la mexicana de, por y para los empresarios (el resto que se joda).

Las rebanadas del pastel

Son muchísimas las matanzas acumuladas, pero tampoco la masacre en la primaria de Connecticut convencerá a los gringos de cerrar la puerta al libre mercado de armas, en un país donde el hambre se junta con las ganas de comer y se privilegia el negocio de la muerte.