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Un país en declive educativo
El sector privado asalta las escuelas públicas de EU, denuncian expertos

Busca imponer modelo empresarial en la enseñanza del Estado, acusan

Bill Gates y otros multimillonarios financian reforma lesiva, deploran

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Profesores de Chicago durante la huelga en septiembre pasadoFoto Reuters
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Profesores de Chicago que realizaron una huelga en septiembre pasado para exigir un contrato laboral justoFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 16 de diciembre de 2012, p. 2

Nueva York, 15 de diciembre. Los maestros, que pertenecían a uno de los sectores más respetados y estimados en sus comunidades, se han vuelto responsables de todos los males sociales de Estados Unidos, el enemigo número uno, como resultado de una masiva y poderosa campaña para reformar la educación pública, realizada a lo largo de la última década y financiada por algunos de los hombres más ricos del país, afirman los principales críticos de ese modelo de cambios empresariales.

Los reformistas –que, además de los multimillonarios, son alcaldes de las principales ciudades, gobernadores de decenas de estados y la misma Casa Blanca (con Barack Obama y, anteriormente, con George W. Bush)– buscan imponer un modelo empresarial para evaluar a profesores y escuelas, debilitar los sindicatos del magisterio y privatizar uno de los últimos sectores públicos, que ahora es visto como un ámbito con enorme potencial para los negocios. Todo en nombre, como dice su publicidad, del bienestar de los niños.

Diane Ravitch, ex secretaria asistente de Educación en el gobierno de George H. W. Bush (padre), profesora en la Universidad de Nueva York y una de las expertas en esta materia más reconocidas del país y ahora la crítica más temida por los promotores de dichas modificaciones, porque durante años fue una de ellos, escribió: las escuelas públicas de la nación y los profesores que trabajan en ellas han sido sujetos a un asalto sin fin (...) un esfuerzo amplio y bien financiado para sustituir las escuelas públicas con administración privada (...) y para responsabilizar a los maestros de los males de la sociedad.

Agrega: “lo que ocurre ahora no tiene precedente. Por primera vez en nuestra historia hay un esfuerzo concertado, encabezado por gente poderosa, para minar la mera idea de escuelas públicas y desprofesionalizar a aquellos que trabajan en este sector”.

La campaña ha sido muy exitosa para la iniciativa privada y algunos políticos, pero su impacto real para una mejoría en la enseñanza ha sido nulo.

A pesar de que el hombre más rico de Estados Unidos, Bill Gates, por medio de su fundación, y sus colegas de ese exclusivo club, incluido el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg (el hombre más rico de esta ciudad); la familia Walton, de Walmart, y Eli Broad, también multimillonario, entre otros, han financiado con millones los cambios para rescatar la educación pública, y un coro casi unánime de cúpulas empresariales, mediáticas y políticas apoyan estos esfuerzos, críticos señalan que las investigaciones más extensas y de mayor credibilidad contradicen o simplemente no apoyan las bases para esa reforma.

El gran logro de esas figuras tan poderosas, que consiguieron que su agenda fuera adoptada por Bush y Obama, es encuadrar un debate nacional en el cual los fracasos en la educación pública son responsabilidad de los mentores y sus sindicatos.

Pero no mencionan que, como negocio, la enseñanza pública es una mina de oro. Por ejemplo, circula una invitación que dice que en Nueva York habrá un excitante seminario sobre cómo hacer ganancias invirtiendo en la educación.

La convocatoria para ese seminario privado, dirigido a inversionistas y patrocinado por la firma Drinker Biddle & Reath y el Grupo Parthenon, incluye la siguiente descripción:

La inversión en acciones de capital variable en la educación con fines de lucro está incrementando de manera desmedida, y por buenas razones: los modelos públicos y sin fines de lucro están profundamente descompuestos. Esta es la razón por la cual la educación con fines de lucro es uno de los mercados de inversión más grandes de Estados Unidos, actualmente superando mil 300 millones (de dólares) en valor.

Presidirá las sesiones Harold Levy, ex alto funcionario en la Secretaría de Educación de la ciudad de Nueva York, quien ahora es socio de la firma de inversiones Palm Ventures.

Joel Klein, ex secretario de Educación de la ciudad de Nueva York, donde está el sistema de instrucción pública más grande del país, y quien impulsó la agenda de los reformistas ahora en boga por todo el país, actualmente es director del mercado de educación en el grupo empresal de Rupert Murdoch, el multimillonario dueño de Fox y el Wall Street Journal, entre otras propiedades a escala global.

Las reformas implican enormes negocios para las empresas dedicadas a proporcionar sistemas de cómputo y de acopio de datos, así como exámenes y servicios de capacitación para las reformas y apoyo a estudiantes, entre otros.

Millones de dólares de las arcas públicas se trasladan al sector privado en contratos de todo tipo para promover esos cambios.

Parte clave del éxito de esta campaña ha sido un trabajo de propaganda que incluye a los principales medios, la cúpula política y toda una gama de think-tanks. Ha brotado además toda clase de organizaciones dedicadas a la reforma. Todo es financiado por fundaciones de multimillonarios, sobre todo los mencionados Gates, Walton y Broad, entre otros. Incluso se han hecho películas ad hoc.

Los profesores y las escuelas, que en muchos casos son los defensores cotidianos más fuertes, y el sistema más estable de apoyo para los jóvenes más vulnerables, ahora son los chivos expiatorios en una sociedad que está fracasando con los niños, comenta en el Washington Post Stan Karp, maestro de literatura y periodismo durante 30 años en Nueva Jersey.

La única cosa que las políticas empresariales de reforma educativa han hecho exitosamente es traer la política de guerra de clases antilaboral a las escuelas públicas, apunta.

Los exámenes estandarizados son la lanza de esta reforma, al emplearlos no sólo para diagnosticar el desempeño de estudiantes, sino medir la efectividad y el valor agregado de los mentores.

En Nueva York, Washington y otros lugares del país se han implementado sistemas en los cuales las pruebas se emplean supuestamente para detectar y expulsar a educadores y/o cerrar planteles si no cumplen con mejorías predeterminadas en las calificaciones.

Así, los exámenes se usan para amenazar a directores y maestros, obligándolos casi a sólo enseñar para el examen, anulando una amplia gama de rubros claves, sobre todo artes, ciencias sociales y cultura, dicen profesoras de primarias y preparatorias entrevistadas por La Jornada.

Agregan que, al poner los exámenes como eje de todo, los daños incluyen reducir los planes de estudio a sólo lo requerido para esas pruebas, limitar cada vez más otras opciones y reducir en los estudiantes el amor a aprender.

También contribuyen a hartar a maestros excelentes e imponer un clima de temor permanente entre colegas. Una prueba del efecto de todo eso es que 50 por ciento de los graduados en educación que ingresan al magisterio abandona el sector en cinco años.

La principal iniciativa del gobierno de Obama, por conducto de su secretario de Educación, Arne Duncan, es algo llamado Carrera a la cima (RTTT, por sus siglas en inglés), establecida en 2009, que obliga a promover cambios radicales en los sistemas educativos de los estados, en competencia con otros, para recibir fondos de este programa.

En lugar de otorgar fondos con base en las necesidades, la RTTT selecciona ganadores al evaluar el grado en que han promovido esos cambios, que incluyen instituir más escuelas charter (planteles públicos, pero administrados de manera privada y sin sindicatos), más pago por mérito a profesores y uso de datos para mejorar la instrucción, que implica mayor uso de pruebas estandarizadas.

La encargada de la RTTT y ahora jefa de equipo del secretario Duncan es Joanne Weiss, ex alta ejecutiva de NewSchools Venture Fund, que recibió millones de las fundaciones de Gates y Broad.

La fundación Gates además ha dado cientos de millones a proyectos que promueven esta agenda de escuelas charter, más exámenes estandarizados y evaluaciones de la efectividad de los profesores.

No importa que las medidas aplicadas por la RTTT hayan sido criticadas desde su inicio por algunas de las principales instituciones nacionales de investigaciones, por carecer de sustento intelectual.

Desde que comenzaron dichos cambios, el Consejo Nacional de Investigaciones advirtió al gobierno de Obama que no empleará los exámenes para medir el valor agregado de los mentores en la RTTT.

La organización Servicio de Exámenes Educativos, que se beneficiaría ampliamente por la expansión en ese sector, emitió un informe concluyendo que sería inapropiado utilizar las pruebas para medir el valor agregado, o sea, el desempeño de los profesores.

También han sido desdeñadas investigaciones que concluyen que esas reformas son contraproducentes. Por ejemplo, el Centro Nacional para el Rendimiento Educativo y analistas de la Fundación Century indican que la colaboración entre pedagogos, el mentoring (por el cual quienes tienen mayor experiencia trabajan con novatos y los apoyan) y el uso de exámenes para propósitos de diagnóstico, no evaluadores, producen mejores resultados que los métodos propuestos por los reformistas.

La ex secretaria asistente Ravitch es autora del libro The death and life of the great american school system (Muerte y vida del gran sistema escolar estadunidense), en el cual se hace una de las críticas más exhaustivas y contundentes de estas reformas.

Además fue jefa de la oficina de investigación y mejoramiento en la Secretaría de Educación y entre 1997 a 2004 fue integrante de la junta directiva del organismo Evaluación Nacional del Progreso Educativo, que supervisa los exámenes nacionales en que se basan los datos empleados por los reformadores.

Ella denuncia la manipulación de esos datos, demostrando que no miden lo que usan como prueba del fracaso del sistema educativo y la falacia del argumento central en el debate sobre las reformas: que los profesores son el factor más importante para determinar el desempeño de los estudiantes.

En el New York Review of Books publicó que las investigaciones más destacadas indican que la calidad del educador como factor representa entre 10 y 20 por ciento en la mejoría de calificaciones de los exámenes a los estudiantes.

Los maestros son el factor más importante dentro de las escuelas. Pero las investigaciones demuestran que factores no escolares importan aun más que ellos, escribió.

Como se ha documentado durante décadas –el prominente investigador Jonathan Kozols lo hizo brillantemente–, la pobreza y la forma en que se distribuyen los recursos a la enseñanza pública son factores mucho más importantes que los profesores en el desarrollo académico.

Otra vertiente central de las iniciativas para realizar las reformas es la promoción de escuelas charter, presentadas como la esperanza para el sector. En casi todas, los maestros contratados no están sindicalizados.

Esos planteles, supuestamente instaurados para ofrecer opciones a sectores marginales, y promovidos como laboratorios de innovación, ahora existen en varios estados del país.

Algunos de sus administradores tienen sueldos millonarios, y entre sus más fervientes promotores están ejecutivos del sector financiero. Según los poderosos impulsores de esos planteles, son el futuro y la alternativa necesaria para rescatar la enseñanza pública.

Pero hay un problema: no funcionan. La investigación académica más amplia y a fondo del desempeño académico en 2 mil 403 escuelas charter –la mitad de las existentes en el país–, realizada por el Centro de Investigación sobre Resultados en la Educación, de la Universidad de Stanford, entre 2006 y 2008, mostró que sólo 17 por ciento tenía mejores calificaciones en matemáticas que las instituciones públicas en su región, 37 por ciento tenía calificaciones muy por debajo de sus contrapartes públicas y 46 por ciento tenía estadísticamente el mismo nivel.

Sólo una de cada cinco escuelas charter logra los resultados que se festejan en público.

Para los críticos, los planteles charter son simplemente un masivo esfuerzo para privatizar la educación pública.

Pero a pesar de toda la evidencia de manipulación, estas reformas continúan. El poder detrás de estas iniciativas es inmenso. Por ejemplo, las escuelas charter se han vuelto una de las causas favoritas, no de pedagogos o filósofos de la educación ni de expertos, sino de ejecutivos de fondos de inversión.

Políticos que buscan fondos en Wall Street, como fue el caso reciente del ahora gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, son obligados a reunirse con los grupos promotores de la reforma, los cuales apoyan a quienes se comprometen a promover las escuelas charter.

Ravitch señala que el peso combinado de esos grupos, más el poder enorme del gobierno federal y el apoyo no crítico de los medios masivos, presentan un desafío serio a la viabilidad y el futuro de la educación pública.

Agrega que “la historia no será bondadosa con quienes atacaron a maestros, buscaron despedirlos basados en medidas inexactas y trabajaron fervorosamente para reducir el estatus y la compensación de los profesores.

“No admirará el esfuerzo de insertar valores empresariales al trabajo de educar niños y forjar sus mentes, sus sueños y su carácter. No disculpará a aquellos que olvidaron los propósitos cívicos y democráticos de nuestras escuelas (...) ni hablará bien de aquellos que pusieron la búsqueda de ganancias sobre las necesidades de los niños.

Tampoco celebrará a los que adoraron los datos y creyeron apasionadamente en garrotes y zanahorias. Aquellos que vivirán para siempre en las mentes de futuras generaciones son los que se levantaron contra los poderosos en nombre de los pequeños, quienes demandaron que todo niño recibiera la mejor educación posible, la que los padres más afortunados desearían para sus hijos.