Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 30 de diciembre de 2012 Num: 930

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Poetas de los cincuenta
en Guanajuato:
la generación vigente

Ricardo Yáñez entrevista con Benjamín Valdivia

El México de
Iván Oropeza

Ana Paula Pintado

Diez cuentwitters
Enrique Héctor González

Strindberg,
psique y pasión

Miguel Ángel Quemain

El infierno según Strindberg
Omar Alain Rodrigo

Insurgentes: cine y
política en Bolivia

Hugo José Suárez

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Columnas:
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Cinexcusas
Luis Tovar
La Jornada Virtual
Naief Yehya
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Luis Tovar
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Recuento (I DE II)

Todas las cifras que el improbable lector verá consignadas aquí proceden del Anuario Estadístico de Cine Mexicano 2011, editado por el Instituto Mexicano de Cinematografía. Como lo indica el título de dicha obra, se trata de un cuerpo de datos que corresponden al año natural que va del 1 de enero al 31 de diciembre del año pasado. Empero, considerando que se trata de la recopilación más completa y, al mismo tiempo, la más reciente de que puede disponerse con tal dimensión, el Anuario… vuelve a ser –como lo fue hace doce meses, con el correspondiente a 2010– una inmejorable fuente informativa respecto del estado que guardan los principales aspectos del fenómeno cinematográfico en México.

Además, y esto es importante, los numerosos y variados cuerpos de cifras que ofrece dan cuenta, vistos en conjunto, de una serie de constantes que –salvo los títulos de las películas en turno, que obviamente habrán de ser distintos, amén de algunos incrementos o decrementos de hecho marginales en la mayoría de los casos, o claramente tendenciales en otros–, casi con absoluta seguridad, no habrán de variar en lo fundamental –y por desgracia, hay que añadir–, a no ser que se hubiera verificado la mucho muy remota posibilidad de algún cambio estructural que afectase a la industria del cine en su conjunto, algo que evidentemente no sucedió hasta el día de hoy, 30 de diciembre, y no ha de suceder en las próximas veinticuatro horas.


Keith Richards

En todos los casos, la información corresponde a la exhibición cinematográfica comercial, es decir exceptuando festivales, ciclos, retrospectivas, foros y muestras.

Sin novedad en el frente

De algún modo se sabe y se percibe, pero no siempre con los datos precisos: en un año, 205 millones 200 mil veces un boleto cinero fue comprado en taquilla, en virtud de lo cual por ese concepto ingresó a las arcas de Cinépolis, Cinemex, Cinemark y otros pocos, la nada despreciable cantidad de 9 mil 775 millones de pesos. Dividido entre las mencionadas empresas, la primera se quedó con seiscientos veinte de cada mil; la segunda con doscientos setenta; la tercera con sesenta y las otras, minúsculas, con los cincuenta restantes.

El precio promedio que debe usted pagar para ver una película en México es de $47.6 devaluados. Esto significa que por boleto hay que gastar poco más de tres cuartas partes de un salario mínimo; pero como casi nadie va solo al cine, súmele. Además, hay algunas consideraciones en cuanto a nuevos formatos de exhibición. Así pues, lo menos que un boleto de cartelera comercial puede costar son $43.89, y a partir de ahí va incrementándose en función del tipo de formato: $46.25 cuesta el boleto para una sala que exhiba en digital 2D; por su parte, la muy socorrida 3D implica desembolsar $73.96; la imax digital, más bien escasa, cuesta $78.84; la imax 3D, un poco más abundante, $99.11 y, finalmente, la muy reciente y aún escasa 4D significa gastar $139.52 morlacos por cabeza.

La amargura de lo invariable

Como de costumbre, fueron cintas estadunidenses las ganonas a la hora de surtir los ingredientes que redundaron en el grueso pastel de los casi 10 mil millones de pesos en taquilla: ochenta y nueve de cada cien personas vieron alguna cosa Made in Hollywood y, de modo paralelo, 89.13 por ciento de todo lo exhibido –525 películas, fuesen o no estrenos– provino de la mal llamada Meca del Cine.

He aquí la lista de los diez filmes más vistos durante ese año, en orden descendente: Harry Potter y las reliquias de la muerte II; Rápidos y furiosos 5, sin control; Transformers 3, el lado oscuro de la luna; Cars 2, Piratas del Caribe 4: navegando en aguas misteriosas; Río; Kung Fu panda 2; Amanecer parte 1; Los Pitufos y, al final, Capitán América.

Como lo señala el propio Anuario…, a diferencia de lo sucedido en 2010, las cintas de animación no fueron esta vez las preeminentes; en cambio, lo fueron las de acción y “fantasía” –así las clasificaron genéricamente, de seguro por Harry Potter y, quizá, Amanecer. Lo que el documento no dice, quizá por evidente, es que de todos modos cuatro de esas diez son animaciones.

Pero hay algo aún más notable y más desolador: siete de las diez películas más vistas en todo un año son continuaciones de cintas que las antecedieron, en ciertos casos hasta con tres y cuatro “episodios”. Esto significa, simple y llanamente, que la cartelera comercial permaneció doce meses enteros infestada de refritos, de fórmulas resabidas, archisobadas y, en más de un caso, con amenazas serias de seguir regurgitando sus clichés.

(Continuará)