Editorial
Ver día anteriorDomingo 6 de enero de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Venezuela: incertidumbre y fortaleza
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n medio de la incertidumbre por la salud y la prolongada ausencia del presidente venezolano, Hugo Chávez –convaleciente en La Habana tras una nueva operación por el cáncer que lo aqueja–, la Asamblea Nacional de Venezuela (parlamento) religió ayer a Diosdado Cabello como su presidente. En lo inmediato, el nombramiento del militar garantiza al chavismo el control de la situación política del país en caso de que Hugo Chávez no rinda protesta el próximo 10 de enero, según el plazo estabecido por la Constitución de ese país.

El respaldo unánime de los diputados del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela a la relección de Cabello, así como la presencia del vicepresidente venezolano, Nicolás Maduro, y del mando militar de ese país en la ceremonia de investidura del presidente de la Asamblea Nacional, son muestras fehacientes de unidad entre los principales actores y corrientes del chavismo, que contrasta con las proyecciones que auguraban división. Ante las presiones crecientes de la derecha venezolana en el sentido de que Cabello sustituya al mandatario en caso de que éste no cumpla con dicho fomulismo, el legislador afirmó ayer que Chávez sigue siendo el presidente de la República y seguirá siendo más allá del 10 de enero.

Por lo que hace a los pronósticos de que la ausencia de Chávez generaría un desgajamiento electoral del socialismo venezolano y un desencanto de las bases bolivarianas, la realidad se ha encargado de desmentir esos pronósticos: en las más recientes elecciones regionales, realizadas el pasado 16 de diciembre, el oficialismo ganó 20 de las 23 gubernaturas en disputa; por otra parte, la misma cohesión y fortaleza política que mostró ayer el chavismo en la Asamblea Nacional se repitió a las afueras de ese órgano legislativo, donde miles de simpatizantes se dieron cita para respaldar la relección de Diosdado Cabello y expresar su solidaridad a Chávez.

Paradójicamente, el periodo que Chávez ha permanecido alejado de sus funciones –sin duda, la etapa de mayor dificultad e incertidumbre para su gobierno desde la intentona golpista de abril de 2002– ha demostrado la solidez del proyecto de transformación social iniciado en Venezuela desde 1998 y refrendado en múltiples ocasiones por la vía democrática. Con todo y el encono agresivo que ha padecido desde sus inicios, con sus problemas internos y externos, con sus carencias y sus excesos, la revolución bolivariana no es hoy, como supondrían muchos de sus detractores, un reducto del poder unipersonal, sino un entramado institucional y popular con capacidad de renovación y generación de cuadros, y capaz de sobrevivir, incluso, a su máximo dirigente y fundador.