Opinión
Ver día anteriorMartes 8 de enero de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Alimentos: ¿sorpresa?

Dependencia creciente

¿Soberanía alimen... qué?

L

o sorprendente es que a estas alturas alguien se sorprenda con el hecho de que México es un importador neto de alimentos, que destaca por ser el principal comprador de granos de América Latina y el Caribe, que reporta un creciente déficit en su balanza comercial de productos agroalimentarios, que en el extranjero adquiera 30 por ciento del maíz que consume, que la dependencia alimentaria es una lacerante realidad y que, en fin, el país registra bajos niveles de producción en el destrozado campo nacional.

Un elemento escalofriante puede ubicar a los sorprendidos: dos décadas atrás se importaba 10 por ciento de alimentos; actualmente, más de 50 por ciento. En dos décadas, más de 200 mil millones de dólares erogados para importar alimentos. ¿Qué fue de aquel campo productivo que hoy, por enésima ocasión y por sexto gobierno consecutivo, dicen que van a rescatar? Retomo parte de un texto escrito por el autor de estas líneas 10 años atrás: lejano, muy lejano –más por los resultados que por el tiempo transcurrido– está aquel Sistema Alimentario Mexicano (SAM) que en 1980 José López Portillo echó a andar para otorgar apoyos múltiples al consumo de las mayorías empobrecidas de México, darle solución a la cadena producción-distribución-consumo nacionales de alimentos, alcanzar la autosuficiencia y fortalecer la soberanía en este renglón.

Dos décadas, tres gobiernos neoliberales (los panistas todavía no asaltaban Los Pinos) y un Tratado de Libre Comercio de América del Norte fueron más que suficientes para echar al cesto de la basura tal aspiración, con resultados más que deplorables: del SAM, el estómago de millones de mexicanos pasó a depender del Tío SAM. El decidido accionar de la trinca neoliberal (renovación moral de la sociedad, la solidaridad y bienestar para la familia) restructuró el campo mexicano hasta convertirlo en una enorme empresa agroindustrial privada, netamente exportadora de hortalizas y con muy pocos socios, dejando en el cajón de los malos recuerdos no sólo la nostálgica soberanía alimentaria, sino a las mayorías empobrecidas de México (ello antes de Fox y Calderón, quienes sólo metieron el acelerador a fondo).

Hasta allí la cita, sólo para añadir que en el año de inicio del TLC México importó alrededor de mil 800 millones de dólares en alimentos; casi dos décadas después, al cierre del gobierno calderonista, ese monto superó 24 mil millones, o lo que es lo mismo mil 300 por ciento de aumento, y contando. El año previo (1993) a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, por la importación de maíz se pagaron casi 70 millones de dólares. En 2012, sólo por la compra de ese grano, se erogaron más de 3 mil 200 millones de billetes verdes, es decir, un incremento de 4 mil 500 por ciento.

De acuerdo con la información disponible (Inegi), en el sexenio de Felipe Calderón se erogaron más de 13 mil millones de dólares por importación de maíz, 177 por ciento más respecto del gasto que por igual concepto se realizó en tiempos de Vicente Fox (4 mil 700 millones) y 251 por ciento por arriba de lo registrado con Ernesto Zedillo (3 mil 700 millones). En el primer año del TLC –1994, con Salinas de Gortari aún en Los Pinos– se importó maíz por 370 millones de billetes verdes, 35 veces menos que con Calderón. Y todo esto se registra en el transcurso de casi dos décadas, pero en lugar de corregir la situación, la voluntad gubernamental ha sido empeorarla. Así, lo que antes se erogaba en un año para importar maíz, ahora se gasta en menos de seis semanas.

Otros elementos que podrían sorprender a aquellos que no han registrado el tamaño del problema son los siguientes: a estas alturas México importa 75 por ciento del arroz que consume, 30 por ciento del maíz y 42 por ciento del trigo, por citar sólo algunos casos. De 1990 a 2010 la importación de carne en canal bovino se incrementó casi 300 por ciento y más de mil por ciento la de aves. En 2010, comparado con 2009 (información del Inegi), México importó cinco veces más carne respecto de la que exportó; seis tantos de leche, lácteos, huevo y miel; 12 veces de cereales; 3.6 veces de productos de molinería; 30 veces de semillas, frutos oleaginosos y frutos diversos; nueve veces de grasas animales o vegetales, y tres veces de preparaciones de carne y animales acuáticos. En síntesis, más de 50 por ciento de los alimentos que en mayor o menor cantidad consumen los mexicanos proviene de afuera.

En una investigación sobre seguridad alimentaria y comercio intrarregional de alimentos, la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) advierte que México importa alrededor de 30 por ciento del maíz que requiere la población, a pesar de que ese grano representa su principal alimento y que los cereales, en general, aportan 45 por ciento de calorías de su dieta. Además, que “el azúcar es uno de los pocos alimentos en que México tiene superávit, ya que exportó 17 por ciento de lo que produjo, pero aun así sólo contribuyó con 2.1 por ciento de las 50.9 toneladas generadas en la región… En carne bovina la producción regional ascendió a 16.8 millones de toneladas, pero la de México fue sólo la décima parte, contra 55.7 por ciento de Brasil y 15 de Argentina, mientras en lácteos la producción llegó a 78.2 millones de toneladas, de las cuales apenas 2.8 por ciento correspondieron a México, 41.1 a Brasil, 15.3 a Argentina y 9.4 a Colombia.

Por si fuera poco, en oleaginosas América Latina produjo 128.6 millones de toneladas, distribuidas así: 54 por ciento de Brasil, 38.2 de Argentina y 3.1 de Paraguay, y de nueva cuenta nuestro país no figura entre los productores. La Aladi dice que en México, como mercado doméstico de gran magnitud y baja o menor apertura comercial total, el comercio agroalimentario no tiene mayor peso en el producto interno bruto, aun cuando en términos absolutos es muy alto y mayor que en los demás países de la región. Y puntualiza: “El alza y la volatilidad de precios en los alimentos registradas el año pasado por la sequía en Estados Unidos ofrecieron oportunidades para los países exportadores netos de granos básicos, como Argentina, Brasil y Paraguay, pero desafíos negativos para los importadores netos de esos productos, en especial si sus importaciones dependen de Estados Unidos, como ocurre con México…” (La Jornada, Susana González). Entonces, ¿sorpresa?

Las rebanadas del pastel

¡Oportunismo ya, hueso para todos!: Mario di Costanzo, nuevo presidente de la Comisión Nacional para la Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef).