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La pieza marca el retorno del creador al Teatro Real de Madrid

Philip Glass estrena una ópera inédita sobre Walt Disney
 
Periódico La Jornada
Viernes 11 de enero de 2013, p. 6

Madrid, 10 de enero. La ópera es el rey, la reina, el príncipe y la princesa del arte, asegura Philip Glass. El compositor estadunidense carga en su espalda medio siglo de música: ha compuesto ballets, conciertos para piano, violín y cuartetos, sinfonías, bandas sonoras.

Ha trabajado con grandes estrellas del rock y del pop. Pero de todo ello, si tiene que elegir, se queda con la ópera.

La ópera es texto, movimiento, imagen y música, los cuatro elementos, como la tierra, el aire, el fuego y el agua. Todo está en la ópera. Trabajar en una ópera me permite hacerlo en todas las modalidades. Es una especie de alquimia, se pueden tomar cosas ordinarias y transformarlas en oro, explicó hoy en el Teatro Real de Madrid.

Allí, pocos días antes de cumplir 76 años, el 22 de enero estrenará mundialmente The Perfect American, la primera ópera sobre Walt Disney de la historia y una de las producciones más esperadas del año en el coliseo madrileño.

Con ella regresa al Teatro Real, 15 años después de haber estrenado allí O corvo branco. Y lo hace de la mano de su director artístico, el belga Gerard Mortier, el hombre que cuando estaba al frente de la Ópera de Nueva York le dio el impulso para componerla basándose en el libro del austriaco-estadunidense Peter Stephan Jungk.

No es un documental, es poesía, repite Glass estos días en Madrid sobre su nueva ópera. En ella aborda los últimos meses de la vida del padre de Mickey Mouse y el Pato Donald. Disney es un mortal que tiene que enfrentarse con la eternidad. Parece que tiene envidia de sus creaciones y del hecho de que puedan sobrevivirle.

The Perfect American es una coproducción del Teatro Real y la English National Opera, en la que se representará en junio. El libreto corre a cargo de Rudy Wurlitzer, la dirección musical está en manos de Dennis Russel Davies y la de escena en las de Phelim McDermott. El barítono Christopher Purves es el encargado de dar vida al protagonista.

Como en el libro de Jungk, Disney aparece retratado como racista, misógino y antisemita. Glass no ha querido evitarlo, pero eso no quita para que puntualice que no se puede separar a las personas de su entorno. Pese a todo, Walt Disney fue un gran visionario, sostiene. “Refleja lo mejor y algunas de las peores cosas de su país.

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Cartel de la obra The Perfect American, de Philip Glass

“En Estados Unidos, la cultura elevada y la popular están muy cerca la una de la otra y en esto trabajó Disney. Introdujo la música elevada en las películas. Pensemos en Fantasía. Para muchas personas fue la primera ocasión en la que escucharon música clásica”, sostiene el compositor.

Él mismo encaja en esa idea de la combinación de lo elevado con lo popular. Aunque con sus óperas llega sobre todo a las élites culturales.

Pero también ha escrito decenas de bandas sonoras para el cine, como la de The Truman Show (1999), con la que ganó un Globo de Oro, o las de Las horas, Cassandra’s Dreams, entre otras. Con ellas llega a un público más amplio, como con sus trabajos con estrellas del pop y del rock, como David Bowie, Leonard Cohen, Paul Simon o Suzanne Vega.

Nacido en Baltimore en el seno de una familia de inmigrantes judíos, Glass es considerado el padre del minimalismo –su ópera Einstein on the Beach fue catalogada como la Biblia del movimiento”–, aunque él lleva huyendo mucho tiempo de esa categoría.

Su música se basa en la repetición de secuencias. Y éstas, aunque están construidas con material plenamente diatónico, pierden el sentido y la direccionalidad de la música tonal al provocar una especie de congelación temporal.

Para The Perfect American ha buscado las fuentes musicales en Andy Warhol, que también aparece en la ópera. Busqué los colores primarios de Warhol para basarme en ellos. Y creó un lenguaje armónico muy contundente con colores primarios, pero que a la vez tiene características disonantes.

Mientras ultima sus nuevos proyectos –en Madrid ha concluido tres estudios de piano que inició hace ya tiempo y se prepara para la representación de una nueva ópera en Linz, basada en una obra de Peter Handke–, Glass defiende la pertinencia del trabajo sobre Disney. Al fin y al cabo, explica, la ópera hace lo que él hizo muchas veces. Combina la música con el entretenimiento. Para él hubiera sido algo absolutamente natural.