Opinión
Ver día anteriorSábado 12 de enero de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Sobre la nueva reforma educativa
E

l hecho de que uno de los primeros actos del nuevo gobierno fuese el anuncio de una reforma educativa me pareció algo insólito, el que se le diera la importancia protocolaria que se le dio, con un acto público efectuado en el museo que hoy constituye el principal icono de la cultura mexicana, incrementó aún más, para mí, su nivel de impacto, pareciéndome un mensaje inteligente y sensible del grupo que llega al gobierno, con una altísima necesidad de obtener credibilidad y respetabilidad, frente a una nación que fue obligada a aceptar los resultados de una elección que les dio el triunfo, supuestamente con un poco más de la tercera parte de las preferencias, y que nos dejó a muchos con un pésimo sabor de boca, por los imaginativos pero cuestionables métodos usados para ello.

Ante esta realidad que hoy tenemos, nos guste o no, los planteamientos que la reforma anunciada contiene, difícilmente podrían ser mejorados; esperando que sus autores hayan medido el tamaño del compromiso en el que han metido al señor presidente y deseando que en verdad lo puedan cumplir por el bien de todos.

La dificultad central, mas no la única, está en que la reforma plantea el final de un conjunto de privilegios y beneficios para un ente que si bien no queda definido explícitamente, todos supimos que se trataba ni más ni menos que del sindicato nacional de maestros o, de manera más precisa, de la cúpula de ese sindicato, cuya existencia misma (la de ese sindicato) carece de razón.

¿Con qué bases se ha permitido hasta ahora la existencia de un sindicato que represente o defienda los intereses de un grupo de trabajadores, frente a 31 organismos estatales y uno federal, que actúan como patrones de esos trabajadores? Que yo sepa no son muchos los casos de un solo sindicato que actúe por cuenta de los trabajadores frente a varias empresas o instituciones. El problema se generó cuando se desconcentraron las responsabilidades y actividades de la SEP, otorgando a cada entidad la operación de sus sistemas de educación básica, sin convocar a los trabajadores de la educación a formar los 32 sindicatos correspondientes y a proceder a disolver el SNTE, o a convertirlo en una confederación de sindicatos.

Considero que si no se hizo así, fue por razones políticas; el gobierno del entonces presidente Carlos Salinas actuó así, buscando mantener el supuesto control de este importante gremio nacional de los profesores, pero al hacerlo así, lo que creó fue un monstruo; la fuerza política del SNTE resultó ser mayor que la de cualquier gobierno estatal, dificultando a los secretarios de Educación de los estados y aun a los mismos gobernadores, negociar las condiciones que les eran impuestas por el líder del SNTE.

De esta manera, el SNTE dejó de ser un ente de carácter laboral para convertirse en un organismo político, sin más objetivos que acrecentar su influencia y poder, lo cual hizo desde luego de manera prodigiosa a costa, claro, de un pequeño precio, el deterioro de la educación. Fue así que el (o la) líder nacional del SNTE quedó investido(a) del poder necesario para imponer a gobernadores, a secretarios estatales y a directores de primer nivel en el gobierno federal. Pareciera que hoy el nuevo gobierno priísta se ha dado cuenta de su error y se prepara a corregirlo; ojalá y lo haga, ello será un buen indicio para un país ávido de ser gobernado de una manera diferente a la empleada durante demasiado tiempo.

El segundo punto que deseo mencionar por las dificultades que implica, aunque éstas sean de una naturaleza bien distinta, me parece igualmente lógico y necesario; me refiero al de la autonomía de las escuelas para decidir cómo, cuándo y en qué emplear sus recursos (de los cuales hoy carecen absolutamente). Algo que me ha parecido siempre ilógico que la sociedad acepte como normal, que los directores no puedan contar con los recursos mínimos para mantener sus escuelas limpias, en buen estado y bien equipadas, supuestamente para evitar el mal uso de los recursos asignados a las escuelas, cuál es la lógica que permite poner en manos de un director y un grupo de maestros la integridad física y el futuro mismo de los niños que asisten a su escuela, y al mismo tiempo dudar de su honestidad en el uso de los recursos requeridos para ello.

La medida propuesta es técnicamente sencilla y viable, sin embargo requiere de un cambio de actitud de todo el personal administrativo del sector educativo, incluyendo a los propios directores. Lograr su instrumentación habrá de requerir tiempo y un gran esfuerzo para cambiar actitudes e instrumentar toda una serie de procedimientos de logística y de control, las mejoras que ello puede traer al sistema educativo en su conjunto, en materia de calidad de los servicios prestados por las escuelas, lo justifican plenamente.

Otro aspecto que me parece necesario mencionar es el referente a la evaluación como un requisito necesario para ingresar al sistema educativo y realizar una actividad docente o académica; sé que un buen número de profesores y aun de académicos con un altísimo grado de respetabilidad bien ganada han puesto en duda la importancia de las evaluaciones, no es mi caso, en lo personal considero que todas las actividades que realizamos los seres humanos debieran ser motivo de evaluaciones que nos permitan mejorarlas. Si una evaluación se hace mal, la solución para mí no es eliminar las evaluaciones, cuando tienen fallas, sino mejorarlas. En mi experiencia como profesor, como maestro y como consultor, me ha resultado penoso encontrarme con profesores dando clase o disfrutando un puesto de maestro, sin una vocación, ni una preparación adecuada para ello. Pero me ha tocado igualmente ver funcionarios que tienen la responsabilidad de dirigir o administrar un proyecto educativo, sin estar preparados para ello, ni estar comprometidos con la consecución de sus objetivos.

Por estas y otras razones más, la reforma propuesta me parece un proyecto importante y un compromiso que la nueva administración se ha echado a cuestas, me gustaría que por su trascendencia, el proyecto se realice exitosamente. No ignoro que el secretario de Educación designado para instrumentarla tiene sus asegunes y deja algunas dudas, pero como se dice ahora una cosa es una cosa, y otra cosa es otra ¿O qué, no?