Opinión
Ver día anteriorMiércoles 16 de enero de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Isocronías

Alabanza del leer

E

n un libro de excelente factura, físicamente producido por el Fondo Editorial Estado de México (FOEM) e ingeniosamente ilustrado por Irma Bastida Herrrera, Juan Domingo Argüelles propone en La lectura, su elogio del libro y alabanza del placer del leer, fruto de una conferencia ofrecida en Toluca el pasado junio.

De trato amable, cercano, cordial, casi conversacional, el libro es una invitación, como el nombre de la conferencia lo indicaba, la lectura como diálogo, a precisamente éste: con el autor, con el texto leído y otros, con la lectura en general, con uno mismo, con, si Paz nos da su anuencia, los otros todos que nosotros somos.

Tiene en cuanto objeto –empastado, con unas 50 imágenes visuales para un volumen de 120 páginas, naturalmente buen papel y hasta una especie de cajita que lo resguarda– su propio encanto (gracias, editores)… Mas a nuestro trabajo competen más las palabras y a ellas nos abocaremos.

Estructurado a partir de breves textos, cuasi fragmentos, es natural que a más del vocablo conversación traiga a la mente la hondura leve del término aforismo.

Espiguemos algunos de éstos:

La lectura no es un asunto de supremacías morales, es una práctica de felicidad.

Las personas no son mejores porque hayan leído más libros que otras, sino por la capacidad que tienen para comprenderse a sí mismas y a los demás.

La lectura es una extensión de nuestro pensamiento.

La lectura siempre es algo más. Hay siempre algo más en la lectura. Un algo más que es inasible, incalculable, incuantificable, que escapa a toda estadística.

Suele ocurrir que olvidamos buena parte de una obra, pero lo que sobrevive nos mantiene a flote para saber que lo leído se integró a nuestra vida de tal forma que ya es parte de lo que somos.

Hacer de la lectura una obligación es conspirar contra ella que es, escencialmente, placer.

Los que miden el beneficio de la lectura por el número de libros leídos cometen un gran error: creer que lo que vale es la cantidad y no la profundidad, la velocidad y no la sustancia.

Leer es una capacidad en la que es bueno ser hábil, pero en la que es mejor ser feliz, porque quien lee felizmente tendrá la habilidad para hacer buen uso de lo aprendido.