Sociedad y Justicia
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Debemos darles fortaleza emocional ante un mundo robotizado, dice Yoloxóchitl Bustamante

Ayudar a los jóvenes a afrontar los cambios, reto de la educación: IPN

Calidad, compromiso en su segundo periodo al frente del Poli; la tecnología siempre nos rebasará, señala

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Yoloxóchitl Bustamante Díez, directora general del Instituto Politécnico NacionalFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Jueves 17 de enero de 2013, p. 37

Ante los vertiginosos cambios tecnológicos y la cercana posibilidad de habitar un mundo fantástico, robotizado, de ciencia ficción, los jóvenes tiene una terrible incertidumbre sobre su destino. Por eso, las instituciones de educación superior encaramos el desafío de darles no sólo conocimientos, sino elementos de fortaleza emocional que les permitan afrontar esta realidad, sostiene la doctora Yoloxóchitl Bustamante Díez.

Al iniciar su segundo periodo al frente del Instituto Politécnico Nacional (IPN), donde se convirtió en la primera mujer en dirigir esa casa de estudios desde su fundación, en 1936, tras ser ratificada en el cargo para un nuevo trienio, señala que su compromiso es por mayor cobertura en educación media y superior, pero atada siempre a la calidad, esfuerzo que –subraya– no depende sólo del gobierno federal. Necesitamos buscar el apoyo de los estados.

En entrevista con La Jornada, señala que entre los principales retos que enfrentará el IPN en los próximos años está consolidar la calidad en todas sus escuelas de bachillerato y licenciatura, modernizar su infraestructura y equipamiento, y fortalecer una formación que permita a sus egresados tener las capacidades para desarrollarse en una coyuntura donde las nuevas tecnologías demandan conocimientos sólidos y capacidad de adaptación.

No son como los estudiantes que teníamos hace 30 años

–En su primer periodo al frente del Politécnico impulsó la transformación de su modelo educativo, ¿ha llegado el momento de revisarlo?

–Por supuesto; nada es perfecto. Tenemos que hacer una revisión de su aplicación, ver qué cosas funcionaron, cuáles no y si hay que rehacerlas o desaparecerlas. Es un proceso de constante adaptación, porque cada año nos llegan jóvenes diferentes.

Ahora no son como los estudiantes que teníamos hace 30 años, cuando eran los mismos generación tras generación. Hoy cada uno trae algo diferente. La presencia de las nuevas tecnologías cambió su forma de ver la vida, de estudiar y atender varios temas al mismo tiempo; ahora usan las redes sociales como medio de comunicación. Todo esto hace que sean diferentes, y el modelo académico debe estar atento de estos cambios.

–¿Las nuevas generaciones cuestionan los modelos educativos de las universidades?

–Lo primero que hacen los alumnos es preguntarse por qué los maestros no dominan las tecnologías como ellos, y muchas veces esto ocurre porque la diferencia de edad es muy grande. También se preguntan para qué los estamos formando, lo que es difícil de contestar.

Hoy tenemos un horizonte de cómo funciona el sector productivo, pero no sabemos qué viene. Por eso necesitamos dar a los jóvenes bases sólidas de conocimientos, capacidad de adaptación y la posibilidad de aprender a aprender.

–¿Los jóvenes enfrentan mayores niveles de incertidumbre?

–Son generaciones que están ante grados más grandes de incertidumbre, y esto te lleva a la parte emocional con que vivimos en esta época. Antes sabías a qué atenerte; ahora no sabes qué va pasar ni cómo será el mundo dentro de 10 años. Los jóvenes tienen una expectativa de vida más larga, porque muchas de las cosas que veíamos como ciencia ficción se han vuelto realidades. Vienen grandes cambios y creo que debemos empezar a trabajar con nuestros estudiantes el manejo de esta incertidumbre, desde el punto de vista cognitivo, pero también emocional.

–¿Cómo alcanzar las metas educativas de calidad y cobertura con presupuestos que no tienen incrementos sustantivos, incluso con montos que ni siquiera compensan el impacto de la inflación anual?

–Debemos ser realistas. No hay cobija que alcance, y además es pequeña. Tenemos que hacer un trabajo más eficiente y generar recursos propios. Lo deseable es tener mayor presupuesto, pero hay que aprender a negociar con los gobiernos estatales. Hay que buscar todas las formas posibles de allegarnos fondos y trabajar. Lo ideal era un incremento de 20 por ciento en el presupuesto, como lo solicitamos, pero la realidad es lo que nos dieron, y con eso tenemos que crecer.

“En cuanto a matrícula, tendremos un crecimiento muy pequeño, quizá de unos 400 espacios físicos en sedes fuera de la zona metropolitana, donde hemos llegamos al tope de capacidad instalada. Ya no tenemos hacia dónde crecer en la educación presencial, pero esperamos impulsar otras opciones, como la enseñanza virtual.

Mejorar la calidad es otro reto en el trienio. Hemos detectado que no todas nuestras escuelas tienen el mismo nivel de calidad. Vamos a identificar la forma en que se desempeñan en cada uno de los tramos formativos y generar programas específicos para aquellas con la mayor problemática en la materia.

–¿Con qué presupuesto contará el IPN en 2013?

–Con poco más de 13 mil 400 millones de pesos, que en realidad es un incremento ínfimo –en 2012 recibió 11 mil 600 millones–, pues cerca de 10 mil millones son para el pago de nómina y sólo nos quedan 3 mil millones para gasto de operación. Si a eso le aplicas el efecto de la inflación, resulta una cantidad prácticamente igual a la del año pasado.

–En esas condiciones, ¿cómo enfrentará los retos de modernización de laboratorios y talleres?

–El trienio pasado iniciamos un diagnóstico de sus condiciones; los costos de los equipos que se usan en la industria están totalmente fuera de nuestro alcance, así que vamos a impulsar prácticas y estancias en la industria. Si no tenemos los equipos debemos hacer que nuestros estudiantes vayan a los sitios donde están para que tengan esa vivencia, y utilizarlos si es posible.

–¿La obsolescencia de los equipos del IPN le impone algún eje prioritario?

–Vamos a atender de manera fundamental los laboratorios de ciencia básica en bachillerato. Si en esta etapa tienen principios bien fundamentados y aprenden a aprender, el equipo en la formación superior se vuelve menos trascendente, porque no vamos a alcanzar el ritmo de modernización de la industria. Eso es irreal.

Cuando nuestros alumnos egresan, al día siguiente hay nueva tecnología, y al otro día una más. Nunca enseñaremos el último alarido, pero nuestros alumnos deben saber adaptarse y aprender lo nuevo para aplicarlo, porque no todo lo que se encuentra en la industria es de punta. A veces es tan viejo como lo que tenemos en nuestros laboratorios.

Apertura para elección del director del instituto

–En cuanto a la elección de autoridades en el IPN, se mantiene un proceso de designación unipersonal, al depender exclusivamente del presidente de la República la designación de su director general, ¿qué reflexión tiene al respecto?

–La comunidad ha manifestado interés en que haya mayor participación. Sin embargo, nuestra Ley Orgánica no lo marca así, pero dentro de este periodo quizá haya oportunidad de buscar adecuaciones a nuestra normatividad, y una de ellas podría ser que la comunidad proponga una lista, terna o quinteto de candidatos que, por medio de la SEP, sean evaluados por el presidente. Lo debemos valorar, porque el mecanismos puede llegar a ser muy complejo.

–¿Es posible convocar a un diálogo de la comunidad politécnica sobre el tema?

–Claro.

–En cuanto al envejecimiento de su planta docente, ¿qué proyecciones tiene para el próximo trienio?

–La edad promedio de nuestros profesores es de 54 años, pero en los investigadores alcanza los 58. No hay buenos sistemas de jubilación y retiro. La gente no se quiere ir porque en el momento que lo hace pierde todas sus becas y estímulos, y lo que resta de salario no alcanza para satisfacer sus necesidades mínimas. Estamos buscando diseñar una propuesta, como la que ha presentado la UNAM con el apoyo de la Secretaría de Hacienda, sobre una iniciativa de prejubilación, si contamos con los apoyos necesarios.