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Nueva comisión de diálogo para los pueblos indígenas
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a noche del 31 de diciembre de 1993, todo México dormía soñando en las falsas promesas que le habían hecho sus gobernantes de entonces. Le habían prometido con engaños que despertaría feliz al día siguiente, como nuevo país del primer mundo. Pero los pueblos indígenas, los últimos en la marginación, se hicieron presentes en la madrugada del día primero de enero de 1994 en el corazón de la gran ciudad de San Cristóbal de Las Casas, y con su grito ¡Basta! nos despertaron a todos e hicieron volver a México y a sus gobernantes a la verdadera realidad. Decididos a inmolar su vida para vencer la muerte muriendo, tuvieron la osadía de desafiar a los grandes poderes que venían dirigiendo los destinos de la patria y, con generosidad y esperanza, les declararon la guerra. Para ellos, decían, no había otro camino.

Vimos todos con tristeza, con dolor y con angustia cómo esta tierra sagrada volvía a teñirse con la sangre de tantos hermanos, ciudadanos mexicanos todos ellos. Pero pronto también descubrimos que aún quedaba en los corazones lugar para la razón y la palabra. Y en todo el país se escuchó el grito de ¡Paz!. Grito que escucharon los actores de la guerra y ambos comenzaron a silenciar el estruendo asesino de las armas, y aceptaron generosos sentarse frente a frente para hablar entre ellos las causas reales que los llevaron a envolver a todo México en una guerra, para muchos sin razón. México entero se convirtió en una gran mesa de diálogo desde el escenario que ofreció el corazón del pequeño San Andrés Larráinzar. Aquí se hizo presente la figura de tatic Samuel y se escuchó su palabra muy confiable para ambas partes. Todos hablaron su palabra. Al final su gran esfuerzo no fue en vano. Los dos actores, el EZLN y el gobierno federal en turno, el 16 de febrero de 1996 aceptaron firmar, ante los ojos de México y del mundo, los que serían, desde entonces, en la historia del país, los famosos acuerdos de San Andrés.

Estos acuerdos se hicieron palabra verdadera en la vida de los pueblos originarios en las montañas de Chiapas. En cambio, quién sabe por qué, los mismos acuerdos se hicieron palabra falsa, burla y nuevo engaño en los actores de arriba, y volvieron a convertirse, otra vez, en polvo y en olvido sobre los derechos de estos pueblos, los de abajo…

2. Nos dicen ahora que el nuevo gobierno federal ha constituido una nueva comisión de diálogo para los pueblos indígenas. Felicitamos a cada uno de los integrantes de esta comisión, por la oportunidad de servir que les ofrece la historia de este México que somos todos. Pero queremos advertirles: ojalá tengan oídos y corazón para escuchar y sentir el grito de estos pueblos. Sepan y acepten que en la vida de estos pueblos ya no hay espacio posible para otra burla más, para otro engaño más. En la agenda de su historia verdadera ya no hay espacio para otra firma falsa más. A ustedes les toca, y lo están aceptando ya, lavar la farsa y el engaño de aquellos primeros actores, los de arriba, que decidieron salirse, quién sabe por qué intereses y presiones, de la historia verdadera. También les toca lavar aquella firma, de los mismos, que se volvió falsa, para darle, decididos, nuevo significado y compromiso. Estos pueblos les piden reconocer y aceptar que el punto de partida de esta nueva etapa de diálogo que les ofrece la historia es respetar, actualizar y cumplir las exigencias de los acuerdos de San Andrés que fueron firmados para siempre ante los ojos de México y del mundo por los actores del momento, como lo ha planteado ya, en repetidas ocasiones, el nuevo gobierno de Chiapas, en la palabra comprometida de su titular, el licenciado Manuel Velasco Coello, gobernador constitucional del estado. Cumplir con esta demanda irrenunciable será hacer justicia a los derechos de los pueblos originarios a lo largo del país, raíz verdadera de esta patria nuestra. Reconozcan, además, que el interlocutor real y convocante de todos los pueblos indígenas del país son, hasta ahora, los pueblos originarios de Chiapas, en la palabra del EZLN o de su Comité Clandestino Revolucionario Indígena.

Les decimos con verdadero compromiso y esperanza: no están ni estarán solos. Todos los que amamos a México estamos y estaremos con ustedes, y no como espectadores, sino que, desde nuestros respectivos rincones y trincheras, seremos actores con ustedes, para volver a decirles convencidos: que de todo lo que hagan y hagamos en esta nueva etapa, la historia nos juzgará... más bien, ya nos está juzgando. Y además, que las nuevas generaciones nos lo premiarán, o nos condenarán para siempre. No lo olviden. Gracias.

* Párroco de San Andrés, integrante del equipo histórico de don Samuel Ruiz.