19 de enero de 2013     Número 64

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Impactos de la actividad minera


FOTO: Archivo

Carlos A. Rodríguez Wallenius
Profesor Investigador de la UAM Xochimilco

La región Huasteca, que abarca parte de los estados de San Luis Potosí, Veracruz, Hidalgo, Tamaulipas, Puebla y Querétaro, es una zona rica en distintos recursos naturales como agua, bosques, petróleo, etcétera. Son relativamente escasos los yacimientos de minerales metálicos (como el oro, la plata o el cobre), aunque existen minerales no ferrosos como el manganeso o no metálicos como el caolín o la fosforita, que tienen concentraciones importantes.

El repunte a nivel mundial en los precios de los minerales después del bache del 2008 al 2010 (producto de la crisis financiera) ha incentivado la exploración y explotación de dichos recursos y la región de la Huasteca no ha sido la excepción. Por poner algunos ejemplos de los minerales de la zona, el precio del manganeso se incrementó 55 por ciento desde 2010, y la fosforita 110 por ciento en el mismo periodo.

El aumento en la exploración y explotación de los minerales está provocando una serie de tensiones y conflictos en las comunidades campesinas de la región, pues cerca de 60 por ciento del territorio huasteco corresponde a ejidos y comunidades agrarias, aunque debajo de su terrenos se ubican concesiones mineras.

Veamos los impactos que se presentan en la región Huasteca, especialmente en los estados de San Luis Potosí, Veracruz, Hidalgo y Tamaulipas, donde hay una actividad minera relevante.

En la Huasteca Potosina, la actividad minera se concentra básicamente en la región de Tamazunchale-Xilitla, en la que se extrae fosforita, la cual es un insumo para la elaboración de fertilizantes. Ahí en los municipios de Xilitla y Aquismón operan minas de la empresa Fosforitas de México.

Por su parte, en la Huasteca Veracruzana, se encuentran yacimientos con alto contenido de caolín, el cual se utiliza para la fabricación de porcelanas, insumos para la elaboración de medicamentos y como agente adsorbente. De hecho, los municipios de Huayacocotla y Zacualpan cuentan con 80 por ciento de las reservas nacionales de caolín. En estos municipios se ha desarrollado una experiencia de explotación campesina del mineral, mediante la Unión de Ejidos Caolineros “Rafael Hernández Ochoa” (Unicaolín), que integra a cinco ejidos. Además, se han ubicado yacimientos de estaño en la zona de La Lagunilla del municipio Huayacocotla.

En la Huasteca Hidalguense hay importantes yacimientos de manganeso, de hecho la Unidad minera de Molango está ubicada en uno de los diez yacimientos más grandes del mundo, que es propiedad de Compañía Minera Autlán. En esta zona ya han ocurrido movilizaciones campesinas en protesta por la contaminación que genera la minera en 26 ejidos y comunidades de los municipios de Molango, Lolotla y Tlanchinol.

En la Huasteca Tamaulipeca es donde hay más presencia de minerales metálicos, por ejemplo, en el municipio de Llera de Canales se tiene plomo y zinc, los cuales están en explotación en la mina Las Fortunas, enclavada en la reserva de la Biosfera El Cielo. Por otra parte, ante los incrementos del precio de la plata, el cobre y el plomo, se han intensificado los proyectos de exploración, como en el municipio de Aldama, donde la empresa canadiense Formation Capital Corp impulsa el proyecto El Milagro. Cerca de ahí está el proyecto El Hijo, de la Minera General Rodolfo Fierro. Por su parte, en el municipio de Llera de Canales se investiga la existencia de minerales de plata y plomo en el proyecto El Cabrito de la empresa Cascabel.

Como se puede observar, en las distintas zonas de la Huasteca hay un creciente interés por sus recursos mineros, sobre todo los vinculados a grandes yacimientos de manganeso, caolín o fosforita. Además, las empresas están teniendo cada vez más interés en los relativamente escasos minerales metálicos como la plata, el plomo y el cobre.

Así, las empresas mineras se están convirtiendo en esta región en la punta de lanza de formas de acumulación que despoja de sus recursos a las comunidades campesinas, que destruye su territorio y lo contamina, un proceso que ya ha mostrado su crudeza en otras regiones del país.

Veracruz

Fracturas del proyecto petrolero Paleocanal de Chicontepec

Mauricio González González
ENAH/Cedicar

Los habitantes de la Huasteca meridional vieron cómo a mediados de la primera década de este siglo, la presencia de técnicos, contratistas y directivos de Petróleos Mexicanos (Pemex) arreció. Región de por sí atravesada históricamente por la explotación petrolera que desde finales del siglo XIX vio florecer empresas norteamericanas, inglesas y holandesas. Esta tendencia encontró límite con la expropiación cardenista, mas la extracción continúa hasta nuestros días con vaivenes que fluctúan en intensidad. Durante el sexenio de López Portillo hubo un descubrimiento que agitó la avaricia de algunos empresarios y funcionarios públicos: el Paleocanal de Chicontepec, yacimiento cuya vastedad requeriría de aproximadamente 16 mil pozos. El proyecto se canceló por inviabilidad en los años 80’s; no obstante, Felipe Calderón lo revivió como uno más de sus artefactos de legitimación que, a la manera de su “guerra antinarco”, tiene costos de vida.

La gente del norte de Veracruz recuerda que primero comenzaron los “tronadores”, trabajadores que hacían explosiones de exploración en algunos terrenos que eran pagados a quienes los usufructuaban sin incluir autoridades ejidales o municipales, siempre y cuando no hubiera problema alguno que hiciera necesaria tal mediación, modus operandi que niega las cualidades colectivas y comunitarias de la gran mayoría de esas parcelas. Tales detonaciones anunciaban algo que no sólo hizo que más de un colado doméstico se viniera abajo. La implementación de una técnica que actualmente está a debate en diversos países por sus funestos efectos fue el siguiente paso: el fracturamiento hidráulico (fracking, en inglés, como se le conoce normalmente).

Esta operación, patentada en los años 40’s por Halliburton, útil para romper formaciones rocosas que impiden el flujo de gas e hidrocarburos, requiere de perforaciones e inyección de gran cantidad de agua, lubricantes y arena. Se calcula que un pozo necesita de ocho a 30 millones de litros de agua, dependiendo de las condiciones geológicas del yacimiento, inyectados a gran presión junto con arena gruesa y lubricantes que minimizan la fricción del agua, anticorrosivos y estabilizadores. Parte de estas sustancias son recuperadas, parte no, las cuales quedan en el subsuelo y en la superficie, lo que hace que no sólo los mantos freáticos sean afectados, sino también cauces y, por supuesto, los terrenos en que estas técnicas se efectúan. Nada hay de extraño entonces cuando escuchamos a pobladores del municipio de Venustiano Carranza, en Puebla, denunciar enfermedades del ganado que abreva cerca de los pozos. De sobra se sabe que muchas de esas sustancias son tóxicas y otras más cancerígenas. Los estudios sobre su impacto en la región apenas están en curso, el deterioro lleva ya más de un lustro.

Sin embargo, el negocio va y la fractura es múltiple. En 2010 el entonces director general de Pemex, José Suárez Coppel, afirmaba que la apuesta petrolera nacional era Chicontepec, teniendo por meta 60 mil barriles diarios para finalizar ese año, lo que consiguió dos años más tarde. No obstante, los contratos incentivados se consolidaron sin contratiempo alguno, sólida vía para garantizar la operación de trasnacionales en la extracción petrolera de México, a contrapelo de la defensa que amplios sectores de la sociedad han sostenido sobre ello y de los intereses territoriales de los pueblos originarios, de raigambre campesina.

Y si en los últimos años la producción ha aumentado, caballito de batalla de ideólogos extractivistas, sus resultados no se acercan ni por mucho a lo prometido, por ejemplo, sólo aumentó 21.6 por ciento en el primer bimestre de 2012 respecto del año anterior, lo que está lejos, muy lejos del millón de barriles diarios previsto para 2014. Más aún, las fisuras revelan franco manejo oneroso. En febrero de 2012 la Auditoría Superior de la Federación (ASF) emitió un dictamen negativo al proyecto Aceite Terciario del Golfo (nombre oficial del Paleocanal de Chicontepec) después de la revisión a la Cuenta Pública de 2010, pues del monto invertido desde 2002, es decir, 93 mil 810 millones 345 mil pesos, sólo se obtuvieron 63 mil 483 millones 709 mil 900 por comercialización de crudo y gas, resultando una pérdida de 30.4 centavos por cada peso invertido. La razón económica y productiva aprieta la viabilidad del proyecto, pero la razón de los legítimos poseedores de la tierra aún está invisibilizada.

Pemex ajustará la estrategia del proyecto petrolero, pero el condicionamiento de las comunidades huastecas no está previsto. Alejandro Nadal ha señalado la contribución del fracturamiento hidráulico al cambio climático; Antonio Gershenson no cesa de denunciar el negocio velado y sus efectos sobre la soberanía nacional; diversas organizaciones y varias comunidades se han pronunciado en contra de las afectaciones a cuerpos de agua y parcelas ¿Qué se necesita para suspender y reorientar este proyecto? ¿Escucharon?...

Veracruz

El latir del corazón ante la extracción
de hidrocarburos en Coatzintla

María del Carmen Romero Ramos y Victor Manuel Romero Ramos


FOTO: María del Carmen Romero

Coatzintla, “lugar de la pequeña viborita”, es un municipio totonaca. Ubicado al norte de Veracruz, tiene alta relevancia por su concentración biológica y cultural. Desde el siglo pasado, su corazón late con gran intensidad debido a la riqueza que posee en el subsuelo, capaz de mover economías de países enteros, y que ha atraído a agentes externos. Pemex es uno de los que extraen esta riqueza, con efectos de daño ecológico y pérdida del conocimiento local, lo cual pareciera no importar; finalmente es la paraestatal la que viola la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección del Ambiente (LGEEPA).

Los años 40’s marcaron el auge productivo de la extracción de hidrocarburos en la zona, siendo una década más tarde cuando la producción tendió a decaer, dejando desempleo, migración, deforestación y pérdida del saber local.

Esta zona era un lugar propicio para el cultivo de la vainilla (especie endémica de la región), la cual es polinizada por el campesino junto con la abeja melipona. La contaminación generada por los quemadores ha interrumpido los procesos de polinización y de maduración de la vainilla.

La actividad petrolera afecta en todas sus fases operatorias: el ruido producido en la instalación de baterías ahuyenta la fauna nativa; la contaminación en lagos, ríos y arroyos ha logrado la constante extinción de especies locales; la introducción de las carreteras, que inicialmente habrían significado un ideal de progreso, sólo ha beneficiado a las empresas que logran agilizar su transporte (los pobladores se quejan del aumento en el número de accidentes). Además, la mayoría de los derrames que los habitantes describen se deben a fallas en el manejo de residuos.

Cambio en las actividades productivas. Gran parte de los jóvenes se han visto en la necesidad de alternar el trabajo campesino con el de empleo en las empresas subcontratadas por Pemex, por ser la respuesta inmediata al desempleo y a los efectos causados por la contaminación en la zona.

Los pobladores consideran a Pemex como principal agente contaminante de sus terrenos, debido a los constantes “micro derrames” causados por fallas humanas, ordeña clandestina de ductos o por desastres naturales como las inundaciones. A partir de esto, ocurre una disminución en la producción de sus cultivos: “la tierra ya no da como antes”, dicen ellos. Por esto, se ha incrementado el uso de agroquímicos.


FOTO: Archivo

Don Juan comenta: “Lo que pasa es que la tierra está enferma, está cansada, es como cuando tú te enfermas, necesitas medicina, así nosotros también le echamos medicina, la andamos viendo, así yo la cuido, y así uno anda buscando a ver cómo, qué se le va a hacer, cómo hacerle pa’ que se dé mi maicito y todo lo que yo siembre”.

De esta manera, considerando que las afectaciones han sido mayores que los supuestos beneficios de la paraestatal en la comunidad, resulta necesario poner límites a las actividades de la industria petrolera. Dar a conocer a la población los derechos que poseen es importante, ya que la ausencia de conocimiento hace factible que las afectaciones causadas por Pemex queden impunes, y que los campesinos carezcan de medios para defender sus tierras.

Resulta indispensable implementar nuevas técnicas que apoyen al campesino a contrarrestar los efectos causados por la contaminación de los hidrocarburos, evitando el extremo del uso de agroquímicos, pues de otra forma en un futuro éstos no sólo causarán la pérdida de conocimiento, sino que los despojará de los elementos indispensables para su sobrevivencia.

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