19 de enero de 2013     Número 64

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Veracruz

El proyecto intercultural de la universidad veracruzana

Guillermo Garrido Cruz y Jaime Mondragón Melo

El proyecto Intercultural de la Universidad Veracruzana (UV) se desarrolla con el esfuerzo de la Dirección de la Universidad Veracruzana Intercultural (DUVI) en Xalapa, y sus cuatro sedes: Huasteca, Totonacapan, Grandes Montañas y Las Selvas. En sus inicios, en 2005, la DUVI ofreció dos licenciaturas: gestión y animación intercultural, y desarrollo regional sustentable. En 2007 esta oferta se sintetizó en la licenciatura en gestión intercultural para el desarrollo, que abarca cinco orientaciones a manera de especializaciones derivadas de un tronco común: derechos, sustentabilidad, lenguas, salud y comunicación.

La Universidad Veracruzana Intercultural (UVI) Huasteca se localiza a orillas de la cabecera municipal de Ixhuatlán de Madero. Cuenta con nuevas y prácticas instalaciones cuya arquitectura está enfocada hacia el desarrollo y la diversidad cultural, así como a la sustentabilidad, particularmente en el consumo del agua. Hoy día se construye un sistema de tratamiento de aguas residuales.


FOTO: Universidad Veracruzana Intercultural

La UVI Huasteca atiende en igual proporción de género a alumnas y alumnos, originarios de comunidades nahuas, ñuhús (otomíes), tepehuas, totonacas, teenek (huastecas) y mestizas del mismo municipio de Ixhuatlán de Madero, y de los adyacentes: Chicontepec, Benito Juárez, Tantoyuca, Ziltaltépec, Tlachichilco, Texcatepec, Ilamatlán, Zontecomatlán, Tepetzintla y Zacualpan. En ocasiones también se han matriculado jóvenes de zonas alejadas, del estado de Hidalgo; la Ciudad de México, o la ciudad de Huauchinango, de la Sierra de Puebla.

El concepto de interculturalidad de la UVI Huasteca se pone en juego en las actividades estudiantiles de distintas maneras. En principio, hay un enfoque de fortalecimiento de las culturas locales a partir del concepto de desarrollo que se genera en la cotidiana vinculación con las comunidades y los agentes locales desde el primer semestre. Hay también una constante difusión y divulgación de la cultura por medio de actividades formales y extraescolares. Se parte de un firme compromiso de contribuir a conocer, explicar y resolver las problemáticas de estas zonas y regiones que son parte de las comunidades con menos bienestar social de México. Asimismo, hay un sentido de revitalización lingüística desde la articulación con los conceptos de multiculturalidad e interculturalidad, cuando se propone que la relación universidad-localidades se haga a partir de los idiomas pertinentes en el contexto, como un eje del desarrollo local y del empoderamiento de los sectores menos protegidos en las relaciones intercomunitarias.

Este panorama que se ha planteado ha permitido a las y los egresados insertarse en distintos medios laborales, tanto en instituciones locales y nacionales enfocadas al desarrollo (Radio Huayacocotla, Tlenkuali, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, etcétera), como educativas (DUVI, UV) y de gobierno (ayuntamientos regionales).

La sede Huasteca de la DUVI tiene retos importantes: entre otros, requiere nuevas estrategias de vinculación para colocar a sus egresados en espacios más adecuados a su perfil y de manera más cercana al egreso.

Este problema se relaciona íntimamente con la extensiva emigración de la Huasteca, y la carencia general de fuentes de empleo. También las lógicas de vinculación, desarrollo y revitalización de la universidad requieren replantearse ante las relaciones locales de poder: el contexto de sede, más que una “región de refugio”, en realidad se construye a partir del férreo control histórico de los recursos (en particular la tierra para pastizales de ganado y sembradíos de cítricos) por manos mestizas.

Más allá de la constante construcción académica de conceptos como “interculturalidad”, “multiculturalidad”, o “desarrollo”, el esfuerzo diario de la UVI Huasteca es contribuir a procesos de formación, investigación, vinculación, mediación, y difusión de múltiples y pluriétnicos saberes; a una participación plena de las comunidades de la Huasteca y de México en los espacios nacionales. Se considera imperativo dotar de herramientas y un imaginario sobre la libertad y la equidad, en cuestiones como los medios masivos de comunicación, la producción, la cultura, el arte, la cobertura sanitaria, los derechos humanos y los derechos lingüísticos.


Veracruz

La elección de Agentes Municipales


FOTO: Magnus von Koeller

Daniel Bello López Estudiante del doctorado en Historia y
Estudios Regionales en la UV y ex docente de la UVI Sede Huasteca

Durante los talleres de promoción de derechos que realizan en las comunidades indígenas la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI) Sede Huasteca; la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), por medio de su centro coordinador de Chicontepec, y organizaciones sociales, se han detectado varios problemas, como es el desconocimiento de parte de las autoridades municipales y judiciales de las leyes que protegen los derechos indígenas y la violación al derecho de las comunidades de definir sus autoridades de acuerdo con sus formas y mecanismos de elección.

Mediante la exposición dialogada, se abordan los artículos más importantes de la Ley Indígena de Veracruz (8, 9 y 12) que reconocen los derechos para acceder a la justicia y las competencias de las autoridades indígenas para impartir justicia de acuerdo con sus sistemas normativos comunitarios, y los comprendidos en los capítulos I y II, sobre procuración y administración de justicia, y los sistemas normativos indígenas, respectivamente, del título IV. Así como lo establecido en la ley para el nombramiento de sus autoridades (artículos 2, 11, 16, 17 y 18).

Después de comentar esa ley indígena, los participantes destacan que las comunidades deben mantener la forma en que eligen a sus autoridades y los principales cargos en asamblea comunitaria.

Lo anterior ha llevado a revisar la ley orgánica del municipio libre que regula la participación y el gobierno en las localidades. Cada tres años en las comunidades nahuas, teenek, otomíes y tepehuas de la Huasteca Veracruzana, se generan conflictos y movimientos comunitaristas en defensa de sus formas de gobierno y elección de sus autoridades practicadas de manera consuetudinaria y regidas por el derecho propio de las comunidades indígenas, ante una convocatoria que los ayuntamientos emiten para la elección de los agentes municipales, figura reconocida por la ley mencionada, que ejerce la autoridad en las localidades: congregaciones y rancherías de Veracruz.

Hay interés en el nombramiento de los agentes y subagentes municipales porque los participantes expresan que el ayuntamiento les impone formas diferentes a sus costumbres de nombrarlos en asamblea. El artículo 172 de la ley orgánica menciona tres formas para el nombramiento de autoridades comunitarias: a) Por auscultación, cuando “sólo unos deciden quién es el bueno”; b) por consulta ciudadana en asamblea, lo más parecido a la manera en que las comunidades nombran a sus autoridades, y c) por la vía de elección con voto secreto depositado en urnas.

Consideran que el ayuntamiento impone sólo la tercera modalidad, con el registro de fórmulas de propietario y suplente para apegarse a la convocatoria, pero sobre todo para impulsar su proyecto político partidista, sin respetar las formas de elección y derechos de los pueblos.

Se ha reflexionado sobre la importancia de que el ayuntamiento escuche a las comunidades para emitir la convocatoria; establezca la consulta ciudadana en asamblea como forma de elegir a sus autoridades, y apruebe nombrar los agentes con reglas que respeten los usos y costumbres: votación a mano alzada, propuesta pública de candidatos presentes en la asamblea para conocer su anuencia y propuesta, que el registro no sea por fórmula (propietario y suplente) para que el candidato perdedor sea suplente del agente o secretario y así incluir a los vecinos que no votan por el triunfador, pero sobre todo hacer realidad lo establecido en el Artículo 185, que dice: “La elección de agentes y subagentes municipales es un proceso que se realizará en forma independiente a cualquier tipo de organización política”.

Otro aspecto preocupante para las autoridades y representantes indígenas en la Huasteca Veracruzana es el carácter y las funciones del agente y subagente municipal, establecidos en el Artículo 61: “Los agentes y subagentes municipales son servidores públicos que funcionarán en sus respectivas demarcaciones como auxiliares de los ayuntamientos”. Les ha causado preocupación el hecho de que al agente y subagente se les considere servidores públicos, como si fueran trabajadores del municipio sin recibir salario. Comentan que lo importante no es la falta de pago, más bien la falta de reconocimiento a su carácter de autoridad, pues los quieren tratar como empleados.

Para las comunidades queda claro que son ellas las que deben nombrar al agente, al subagente y al juez, en asamblea, y que no sean puestos por el presidente municipal. Así, si son nombrados en asamblea, tienen la misma categoría que el presidente. Son autoridades, no auxiliares del ayuntamiento. Por eso los asistentes proponen exponer al congreso local para que se cambie el artículo 61 de la ley orgánica del municipio libre y se reconozca al agente y subagente como autoridades que representan a sus comunidades.

Hidalgo

El maíz es lo nuestro


FOTO: José Lojo

Iván Hernández Baltazar

Maíz, tierra y cultura se entretejen en la vida cotidiana de las familias de Oxeloco, Atlalco, Chiatitla, Atlajco, Xochitl, Mangocuatitla, Paraje, Tepehixpa y Tenamastepec, en la Huasteca Hidalguense. En esta región la defensa del maíz se ha vinculado fuertemente con la necesidad de espacio para la milpa. Ya en los 70’s, ante la escasez de alimentos por la falta de tierra para sembrar, las comunidades se organizaron para recuperar las tierras que ancestralmente les pertenecían. “Después de que obtuvimos las tierras sembramos más milpa, así la gente dejó de tener hambre”.

Las lluvias abundantes y el clima cálido de esta zona de la Huasteca permiten dos ciclos de cultivo por año; se siembra en cerros, vegas de río y planicies. Las parcelas para la milpa se van rotando para permitir que los terrenos recuperen su fertilidad; algunas también dejan de sembrarse por varios años para consentir el restablecimiento de la vegetación. De estas milpas se cosecha maíz blanco, amarillo, morado y rojo, además se obtienen varios tipos de frijol, cilantros, tomatillos, cebollines, ajonjolí, calabaza, chile, camote, yuca y caña de azúcar; se recolectan especias aromáticas, quelites y plantas medicinales.

Para hacer milpa, las semillas son indispensables. Cuando algún comunero no cuenta con semilla, siempre hay alguien –algún familiar o alguna persona cercana de la comunidad– que se las aportará; empero, las familias valoran sus propias semillas, y para evitar perderlas existe la práctica de colgar el olote de la mazorcas con algunos granos; este maíz es resguardado hasta que se seleccionan las semillas para la siguiente siembra.

Cuando en la milpa hay elotes, hay alegría y fiesta en la comunidad; las mujeres preparan tamales dulces y elotes hervidos que la familia disfruta; posteriormente la milpa se sigue cuidando hasta que las mazorcas son cosechadas y guardadas en las casas, en este momento queda asegurado por al menos seis meses el maíz para tortillas, bocoles, gorditas con hierbabuena, enchiladas y tamales de frijol. Antes de que se ponga el sol, los ladeados caminos de las comunidades se pintan con los vestidos amarillos, verdes, azules y rojos de las mujeres que caminan con el nixtamal y regresan de los molinos con la masa para tortear. En cualquier comida del día, las tortillas se colocan sobre una jícara rebosante, son gruesas, tanto que una equivale a cuatro de una tortillería. Sólo en la eventual pérdida de la cosecha de maíz, las familias se ven forzadas a comprarlo. Un compañero de Tenamastepec durante una comida, dice: “aquí la tortilla se come hasta llenarse”.

Mantener este tejido vinculado al maíz es el esfuerzo que ha venido realizado un grupo de comuneros de esta región. Apoyados en el sistema de cargos, han logado una mayor participación en los rituales tradicionales de maíz, donde la música, el baile típico, el copal y las flores acompañan las semillas de maíz en su fiesta y bendición para la siguiente siembra. “El maíz es igual que nosotros, porque cuando cae también le duele”.

Este grupo, en coordinación con las autoridades comunitarias, ha logrado acuerdos de asamblea para evitar que se pierdan las especies que acompañan al maíz en la milpa, deteniendo el uso de herbicidas que impiden su crecimiento, deterioran el suelo y contaminan el agua.

En cuanto al tema del maíz transgénico, las autoridades comunitarias han reaccionado con preocupación. Uno de ellos así lo expresó: “el maíz es lo nuestro, por eso vivimos aquí en la tierra, por eso vivimos en las comunidades y por eso vivimos con todos los animales. Nosotros nos preocupamos mucho por nuestro maíz, nosotros siempre vivimos de nuestro maíz, y si se contamina por el transgénico, qué les vamos a dejar a nuestros hijos, a nuestros nietos”. Esta preocupación fue retomada en las asambleas, donde se han llegado a nuevos acuerdos que prohíben la entrada o siembra de maíz transgénico y se han instaurado medidas que evitan una posible contaminación.

Estas comunidades han defendido al maíz, luchando por el espacio para sembrarlo, cuidando la tierra y la vida que en ella existe, sembrando las semillas de la milpa, favoreciendo la elaboración de alimentos del maíz sembrado, retomando los ritos y fiestas en torno al maíz, así como involucrando a la asamblea comunitaria para que logren acuerdos en favor la preservación del maíz.

*Los textos entrecomillados son la voz de compañeros y compañeras de la Huasteca.

Hidalgo

Mujeres en blanco

apicultoras nahuas de Xochiatipan

Teresita de Jesús Oñate Ocaña Estudiante del doctorado en Desarrollo Rural, UAM-Xochimilco

Teresa es una de las 18 mujeres nahuas de la Huasteca Hidalguense que se han puesto los pantalones –blancos… y el velo y los guantes para apoyar a sus compañeros en el manejo de las abejas africanizadas.

En los municipios de la región de la Huasteca Hidalguense cayó la actividad apícola, con reducciones importantes en la producción de miel a partir de la llegada de la abeja africanizada en la década de los 90’s. Pero en Xochiatipan, los apicultores nahuas soñaron a sus abejas. Jacinto, apicultor de Tecopia cuenta que “empezó por un sueño”: llegaban dos enjambres y él los atrapaba. Al día siguiente ocurrió justo como lo soñó. Metió el enjambre en una caja de jabón huasteco y dejó a su esposa cuidándolo para conseguir una caja buena. Para ellos la apicultura es vocación y destino, y lo reciben así como lo hacen las parteras y curanderos. Traen ese tonal y lo deben aceptar.

Ellos, los mieleros de Xochiatipan, lograron recuperar la población de abejas después del arribo de las abejas africanizadas e incluso incrementar notablemente la producción de miel y ahora de polen. Pero las fuereñas trajeron sus dificultades y enredos. Los apicultores nahuas tuvieron que alejar mucho más los apiarios de las casas. Ahora requieren un mejor equipo y materiales para su protección y un adecuado manejo, además que las abejas africanizadas, a pesar de ser más productivas, son mucho más sensibles y exigen más atención y cuidados.

Pero quizá uno de los enredos más complicados es que no se encuentran fácilmente trabajadores, “aun pagándoles bien el día”, comenta Jesús, compañero de Teresa. Los piquetes por muy dulces que sean, desaniman a muchos. Por eso, las mujeres que antes esperaban en casa, se decidieron y formaron un grupo para trabajar también las abejas. Ahora trabajan al lado de sus compañeros, aprendieron del manejo y van mejorando en sus conocimientos sobre la apicultura, la producción de miel y el polen.

Las 18 son mujeres nahuas, mayores de 40 años, monolingües en su mayoría o con un español muy básico, sin estudios o sólo uno o dos años de primaria. Viven en las comunidades de Tecopia, Nuevo Acatepec, Cruzhica, Pocantla y Atlajco, todas pertenecientes al municipio de Xochiatipan y forman parte del Grupo de Mujeres de la Asociación de Apicultores Flor de Guayabo.

En la asociación, las y los mieleros sólo producen miel orgánica, porque es la que mejor precio alcanza, pero eso implica mayores inversiones y una constante capacitación. Los cajones los hacen sus mismos compañeros con madera de la región, pero no pueden pintarlos ni barnizarlos por los residuos de plomo que de alguna manera llegan a la miel. Eso redunda en un menor tiempo de vida de los cajones. Por esta razón necesitan invertir periódicamente en la compra de tablas de madera para ir sustituyendo los cajones que la humedad y el sol se van comiendo.

La cera es un importante recurso e insumo que sabiamente reciclan con extremas precauciones para evitar –de nuevo–, los residuos tóxicos en la miel que producen.

Entre los planes de este grupo de mujeres y hombres nahuas está conseguir una estampadora de rodillo, para poder maquilar ellos mismos su cera y no arriesgarse a contaminarla con parafina u otras mezclas en las tiendas de materiales apícolas.

Ellas junto a ellos han encontrado en la apicultura una fuente importante de ingresos, una fórmula para no migrar, para conservar sus ya desgastadas tierras, en fin para construir un mejor futuro para sus familias. Estas mujeres se sienten contentas de pertenecer al grupo y a pesar de que esto les representa una carga más de trabajo, no dejan de ponerse los pantalones y subir a los apiarios para apoyar a sus compañeros y cuidar a sus sayolimej, sus abejas, que a su decir ya se “huastequizaron”.

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