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El dramático reto de Obama
¿C

uál cree usted que sea el principal reto económico y social que afrontará a partir de este lunes el relecto presidente Obama? ¡Sí, acertó! El del empleo. El persistente problema de empleo, que se complicó a partir de finales de 2007, aunque ya desde la primavera de 2006 habían surgido indicadores (crecimiento anual cada vez menor, por ejemplo) que llamaban la atención sobre la difícil evolución de los puestos de trabajo. Hoy sigue habiendo muchísimos estadunidenses que buscan empleos. Cierto, ya no son los poco más de 26 millones que lo hacían en la primavera de 2010, 15 millones porque no lo tenían y 11 millones por que les resultaba insatisfactorio.

Pero no es menos grave que hoy, más de 22 millones sigan buscando ocupación. El 14.4 por ciento de la llamada fuerza laboral civil. ¿Cómo se llegó a tal dramatismo? ¡Poco a poco! En noviembre de 2007 tenían empleo civil casi 147 millones de estadunidenses. Oficialmente y en términos absolutos, el mayor volumen de la historia, con tasa de desempleo de 4.7 por ciento, ligeramente mayor a una de las menores de su historia reciente (3.8 en abril de 2000). Pero dos puntos mayor que la más baja oficialmente reconocida (2.5 por ciento en mayo y junio de 1953). Lo explica una generación de empleos a un ritmo menor al requerido por la población en condiciones de laborar. Así, y como ya había sucedido en otras etapas económicas, el empleo ya era resultado de un impulso relativamente artificial, sostenido por una expansión sin precedentes del crédito. Primeramente a finales de 1997. Después a mediados de 2002. Primordialmente hipotecario. Pero también al consumo, al comercio y a la industria.

Entre otras cosas permitió apuntalar –artificialmente, como lo demostró la quiebra del sistema bancario y financiero– seguir fortaleciendo la capacidad instalada de la economía, con un nivel de producción a ritmos cada vez menores. Así, se permitió continuar la generación de empleos, aunque –de nuevo– ya no en el ritmo que requería la población demandante. Pero el artificio se quebró (¿recuerda nuestro Fobaproa?)

De noviembre 2007 a octubre 2009 se sufrió una pérdida neta de 8 millones 174 mil empleos. La más profunda y extensa regresión laboral. Registros oficiales muestran situaciones relativamente similares en los periodos otoñales de 1945 y 1949. Pero sin la extensión actual, de 23 dramáticos meses. Sí, casi dos años en los que no sólo no fue posible dar ocupación a 7 millones 240 mil desempleados que ya había en ese noviembre de 2007, sino que tampoco sostenerles su empleo a otros 8 millones 142 mil estadunidenses que se sumaron a esos desempleados. Ni a otros 32 mil que se retiraron del mercado laboral.

Por eso –y como nunca antes– la Navidad de 2009 fue tristemente celebrada. Poco más de 15 millones de personas sin trabajo, 10 por ciento de la fuerza laboral. La gravedad del momento también lo muestra el hecho de que, en promedio, se necesitaba 30 semanas para obtener empleo. Hoy, por cierto y ya desde hace casi dos años, el promedio es de 39 o 40 semanas. Y es que –de nuevo y como de ordinario– al volumen de desempleados –sí, desempleados– que busca ocupación (15 millones en el invierno de 2009 y 12 millones hoy), se suma el volumen de empleados –sí, empleados– que también busca ocupación (11 millones en el invierno de 2009 y 10 millones hoy). Sí, hoy 22 millones de estadunidenses buscan trabajo. Un total de 12 millones porque no lo tienen. Y otro de 10 millones porque su empleo es de apenas unas horas a la semana, o su remuneración laboral es inferior a la deseada, o sus condiciones de trabajo les son insatisfactorias. O, finalmente, por una combinación de esos tres factores: magnitud de su jornada, nivel de su remuneración, condiciones de trabajo.

Por eso mismo hoy, como al inicio de año 2010, el panorama laboral sigue siendo profundamente desolador. De una población de 315 millones de personas con una fuerza laboral de 156 millones de personas que se agrupan en cerca de 133 millones de hogares, 22 millones buscan trabajo. Y apenas poco más de 3 millones con seguro de desempleo. Y por si esto fuera poco, esos hogares tienen hoy una deuda de casi 13 billones de dólares, 22 por ciento de la deuda total. Poco más de 9 billones por créditos hipotecarios. Y casi 3 billones por créditos al consumo. Sin lugar a dudas, todo esto permite asegurar que el principal reto para Barack Obama –en realidad para toda la economía estadunidense– sigue siendo el del empleo. Sin duda. ¿Y nuestro reto cuál es? ¡El mismo!