Opinión
Ver día anteriorMartes 22 de enero de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Sobre huesos santos
E

n esta sección, a partir del lunes 14 de enero Mónica Mateos-Vega dio a conocer el veredicto de los especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia acerca del contenido de las urnas que resguardaban remanentes óseos depositados en la Columna de la Independencia, exhumados y exhibidos durante las festividades del bicentenario de la Independencia. Su reportaje se ilustra con fotografías.

No me producen especial interés los huesos, salvo por lo siguiente. Aunque sean tan diminutos como un metatarso, son considerados reliquias religiosas en muchas culturas, sobre todo en la católica, que tantos santos ha generado. Los héroes son santos llamémosles civiles o laicos y la veneración a sus posibles restos obedece a esa raigambre. Eso es independiente de las bondades o virtudes o la carencia de las mismas de acuerdo con los códigos vigentes en diversas épocas. Así, para un santo, la castidad en la mayoría de los casos es importante, no así para los héroes, de modo que no importa que el cura Hidalgo haya tenido contubernios con damas o que Morelos (héroe independentista por antonomasia) haya sido colérico o perjuro. De este modo, el trasfondo de la veneración a las urnas que fueron exhibidas en Palacio Nacional, y cuyos contenidos se sometieron a investigación científica, se analoga a la veneración que se rinde a las reliquias de los santos, incluso las que provienen de posibles contactos con personas tan divinas como Jesucristo, pues sabemos de veneraciones a astillas de la Verdadera Cruz, o a los clavos de la Pasión. Muchos de estos objetos sacralizados fueron llevados a Europa durante las Cruzadas y de allí viajaron a otras latitudes, aunque es obvio que tal vez los de mayor alcurnia se encuentran en Roma y es verídico que también, por buenas razones políticas, algunos fueron devueltos a sus lugares de origen, como la supuesta cabeza de San Andrés (crucificado con la cruz en diagonal, que conocemos como Cruz de San Andrés), que el papa Pablo VI devolvió como acto de justicia a la Iglesia ortodoxa en 1964.

El examen de los huesos de nuestros héroes acarreó la misma dificultad que acompañó a la incertificación de los huesos del emperador Cuauhtémoc, en 1976, en que se volvieron a examinar los dictámenes emitidos en 1949 y 1951 después del llamado Hallazgo de Ixcateopan, que llevó a la celebridad por un tiempo (y después a injusta desatención) a la maestra Eulalia Guzmán, asesorada hasta por el padre de la criminología mexicana, el doctor Alfonso Quiroz Cuarón (1910-1978), quien tuvo logros tan importanrtes como la identificación de Ramón Mercader del Río, asesino de Trotsky, y como la de Gregorio (El Goyo) Cárdenas Hernández, asesino serial.

Conviene más prestar atención a los nombres y hechos de los héroes, y es más interesante conocer lo que efectuaron que rendir veneración a algo tan problemático de identificar. Por ejemplo: ¿quién podría certificar que realmente se conserva un dedo de San Pedro en su Basílica?

Fueron 13 las osamentas analizadas en Antropología; excepto dos de los personajes, los hechos y vidas de los demás han sido objeto de profundos estudios y la información sobre los mismos requiere sólo de interés y tiempo, v.gr. no podemos dudar de los hechos del navarro Francisco Xavier Mina (1789-1817), cuya gesta en nuestro país fue brevísima, pero de gran entrega, y si algún cartílago suyo está en la urna que le está dedicada, es irrelevante.

Hay dos héroes que para mí eran totalmente desconocidos, y quizás también para una gran mayoría de público no especializado: Víctor Rosales (1776-1917) y Pedro Moreno (1775-1917).

¿Por qué sabemos que son héroes? Porque en julio de 1823 el primero fue declarado uno de los 13 de la Patria, y al igual que Pedro Moreno, en la misma fecha y por el mismo organismo, fue asumido Benemérito en grado heroico. Sus nombres en letras de oro están inscritos en la Cámara de Diputados.

Algo he podido conocer del héroe Pedro Moreno, es un detalle posmortem importante que adhiere ingrediente anatómico. Fue muerto en combate personal y después su cuerpo fue decapitado; su cabeza fue enviada a Silao, Guanajuato. El pormenor es que hasta atrapó la atención de Mariano Azuela.

Víctor Rosales también murió en 1917; llegó a ser mariscal de campo y comandante general de las provincias de Zacatecas y Michoacán. Murió en acción contra enemigos suyos que desacataron su autoridad, aunque antes fueron integrantes del Ejército Trigarante.

A veces es posible conocer de estas cuestiones mediante el teatro, las biografías y también por las efemérides, o la simple curiosidad que suscitan los dictámenes, como al que aquí aludí al principio.