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El poder político en pleno saluda la Cruzada contra el Hambre

Escenario ad hoc enmarca un programa antidemagógico

Las cifras de pobreza, casi siempre frías, fueron esta vez protagónicas

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Indígenas de Chiapas llegaron desde temprana hora a Las Margaritas para asistir al acto de inicio de la Cruzada contra el HambreFoto Moysés Zúñiga Santiago
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Periódico La Jornada
Martes 22 de enero de 2013, p. 9

Las Margaritas, Chis., 21 de enero. Aunque sería injusto llamar un juego a la cruzada gubernamental anunciada hoy –los políticos la toman muy en serio, les parece prioritaria y lucían muy satisfechos esta tarde–, se antoja algo más que una sinonimia pensar en la película Los juegos del hambre, al menos por la concepción escénica del acto de presentación de cara a lo que es, y así se admite, el sufrimiento de los pobres de la Federación.

El escenario estaba cargado. Allí estaba buena parte del actual poder político. Los miembros claves del gabinete presidencial (en primera fila, Defensa Nacional, Marina, Procuraduría General de la República, Desarrollo Social, Hacienda, Economía, Gobernación), flanqueando a un sonriente Enrique Peña Nieto con su esposa, Angélica Rivera, el gobernador Manuel Velasco Suárez y su señora madre.

A sus espaldas, prácticamente todos los gobernadores, otros miembros del gabinete peñanietista (Seguridad Pública, Educación, Turismo, los asesores estratégicos). El primer círculo. En la audiencia, que llenaba una carpa monumental en un predio a las afueras de Las Margaritas, a un costado del barrio tojolabal de Sacsalum, las primeras filas las ocupaban senadores de la República, diputados federales y estatales. Además, prácticamente todo el gobierno de Chiapas.

Las cifras oficiales más entusiastas hablaron de 30 mil asistentes, aunque al cálculo de reporteros locales no pasaban de 15 mil. Como sea, un buen número abandonaron el lugar antes del inicio del acto, pues ya no encontraron cupo. Aunque buena parte de la concurrencia era indígena, no fue un acto propiamente indígena. Poco se les mencionó como tales en los discursos (salvo el de César Duarte, de Chihuahua, orador en nombre de los gobernadores). Se habló de pobreza, deficiencia alimentaria y cosas así. Lo que sí repitieron todos los oradores fue señalar la presencia del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, como si les diera especial gusto su presencia.

Estaban la mayoría de los 122 presidentes municipales oficiales de Chiapas y sus grupos de acompañantes. Los de Tapachula resultaron muy ruidosos al ponerse para saludar de mano al presidente de la República, que tardó 40 minutos en llegar al presídium dándose un baño de multitud, controlado con vallas metálicas; se comportaban como verdaderos fans. En general el ambiente era festivo.

A un lado, en una segunda primera fila, algo más atrás, estaba la élite del poder indígena oficialista: los lacandones, Oxchuc, Chamula, Santiago El Pinar, Zinacantán, caciques de la zona norte y la selva. Y atrás, llenando el vasto auditorio techado, una mezcla de indígenas y ladinos (como los primeros llaman a los mestizos), que muestra el rango oficialista de los invitados, de raigambre priísta siempre en Chiapas, aunque las adscripciones partidarias experimenten vaivenes, como el propio Margaritas, que en años recientes ha tenido alcaldes del PRI, el PRD, el PT y ahora el PVEM.

La secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga, habló de números: 7.4 millones son la población objetivo. La cifra resulta, explicó, de cruzar el número de los que viven en pobreza extrema y los que reportan carencia alimentaria. La Cruzada Nacional contra el Hambre arrancará en 400 municipios este año. Aseguró que habrá dispositivos antidemagógicos y un ejército de promotores. Y dijo que este municipio era simbólico, aunque no explicó por qué.

Aunque resultaran generales, los números fueron protagónicos en los discursos. Cinco de los 10 municipios más pobres del país están en Chiapas, dijo el gobernador local. El segundo está en Chihuahua, mencionó en su turno César Duarte. Se habló de localidades donde tres de cada cuatro personas son pobres, y una de cada tres padece pobreza extrema. Carencia alimentaria, dispersión, lugares erosionados por la exclusión, fueron conceptos protagónicos, además de pobreza extrema y la palabra clave: hambre, que será enfrentada con una estrategia de nueva generación.

Antes y después del acto, fueron varias las idas y venidas de los grandes helicópteros militares trasladando a los asistentes más distinguidos hacia la base militar y aeropuerto de Copalar, en Comitán. Fue una movilización significativa del poder político, aunque no se hizo ningún anuncio espectacular. Lo único espectacular fue el espectáculo mismo. Los reunió aquí el hambre. La preocupación por ella. La determinación de volverla eje de una política social llamada cruzada.

Tanto el presidente Enrique Peña Nieto como los demás oradores (Robles, Duarte Jaques, Velasco Coello) emplearon un lenguaje afectuoso y conceptos vagamente lulianos. No hablaron de autonomía, derechos de los pueblos, cumplimiento de acuerdos (por ahí andaba tan campante Emilio Chuayffet), soberanía territorial o alimentaria. Pero seamos justos: la selecta concurrencia (mestiza, campesina e indígena) no esperaba eso. Vinieron a decirle sí al Presidente, a celebrar que firmara enfrente de ellos un decreto para crear el Sistema Nacional contra el Hambre. Aunque no saben aún de qué se trata.