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Rosa Martha Pérez, del IPN, investiga los principios activos del palo amargo, entre otros

Usan plantas medicinales casi 80% de los países en desarrollo, según la OMS

Sólo se estudian 5 por ciento de las 4 mil especies que hay en México

Los efectos son desde antinflamatorios, cicatrizantes, antimicrobianos y antioxidantes hasta hipoglucemiantes

 
Periódico La Jornada
Jueves 24 de enero de 2013, p. 2

El uso de plantas medicinales es una práctica común alrededor del mundo; de acuerdo con estadísticas de la Organización Mundial de Salud (OMS), 80 por ciento de la población de los países en desarrollo recurre a distintos tipos de ellas para satisfacer o complementar sus necesidades médicas, porcentaje que aumenta cada año.

En México, la cantidad de plantas usadas por sus propiedades curativas, de las cuales se tiene registro, asciende a cuatro mil especies; sin embargo, se estima que sólo 5 por ciento han sido estudiadas para validar química, farmacológica y biomédicamente los principios activos que contienen (esto es, los compuestos químicos en los que reside su utilidad médica).

La doctora Rosa Martha Pérez Gutiérrez, investigadora de la Escuela Superior de Ingeniería Química e Industrias Extractivas del Instituto Politécnico Nacional, lleva más de 30 años en el estudio de los principios activos de una larga lista de plantas de uso popular y de la validación de sus efectos. Asegura que ha obtenido muy buenos resultados, pues alrededor de 95 por ciento de las veces se confirma el efecto curativo atribuido.

Los efectos van desde antinflamatorios, cicatrizantes, antimicrobianos y antioxidantes hasta hipoglucemiantes (ayudan a bajar los niveles de azúcar). Con esta última propiedad ha encontrado más de 40 especies, comenta.

Revisión bibliográfica y trabajo de campo

Las plantas estudiadas en su laboratorio se eligen mediante una revisión bibliográfica o en trabajo de campo, siempre basándose en su uso medicinal. Una vez que la planta se colecta en campo o se compra en algún mercado tradicional, se deseca, muele y mezcla con disolventes para retirarle todas las sustancias con potencial bioactivo, explica.

Luego, ese extracto en bruto se separa en diferentes fracciones, cada una de las cuales contiene sustancias con propiedades químicas específicas. Se prueban de manera separada en animales, principalmente roedores, para determinar la toxicidad y efectividad de cada una de ellas.

Al final, las fracciones seleccionadas se limpian hasta obtener los compuestos puros. Estos se llevan a otro laboratorio para ser identificados químicamente de manera precisa, señala la experta del IPN.

Más adelante, si el compuesto es viable de ser fabricado en gran escala en la industria farmacéutica, es posible registrar una patente y continuar con investigaciones más especializadas, precisa.

Esta manera de obtener principios activos tiene varias ventajas. Una consiste en que son compuestos de baja o nula toxicidad en el cuerpo humano; en la mayoría de los casos hemos obviado la toxicidad, porque trabajamos con plantas comestibles.

Además se acorta el camino para obtener los compuestos de interés, pues en la industria farmacéutica se suelen fabricar cientos o miles de sustancias que después se estudian para probar su efectividad, lo cual implica más tiempo y dinero. puntualiza.

Otra ventaja consiste en su potencialidad para diseñar compuestos más activos; esto se puede hacer modificando la estructura química del compuesto original, una vez que ha sido perfectamente descifrada.

La investigadora aclara que la producción en gran escala está lejos de ser su ámbito de competencia; sin embargo, se ha interesado en montar modelos que permitan la extracción del compuesto en pequeñas cantidades, alrededor de gramos, lo cual prueba con microorganismos, bacterias y hongos, que viven en las plantas y que fabrican sustancias iguales o parecidas a las de los vegetales; son una minifábrica de producción farmacéutica, señala.

También incursiona en la parte práctica. Se trata de un sistema de pequeñísimas partículas cargadas con los fármacos, que los liberan de manera controlada. Por ahora, trabaja con palo amargo, cuachalalate y pitahaya, usadas en algunas comunidades del país.