Opinión
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Política exterior
E

n las últimas décadas se ha venido uniformando la política exterior de muchos países. Desde luego que hay excepciones, empezando por las grandes potencias militares y/o económicas. Empero, en términos generales, podría decirse que el margen de una acción independiente y distinta que hoy tiene un gobierno en materia de política exterior se ha reducido notablemente.

Son varias las causas de esa creciente uniformidad: la globalización y la revolución en las telecomunicaciones, así como las grandes empresas trasnacionales que nos van imponiendo gustos y modas. Sobre todo, la difusión masiva e instantánea de noticias va acercando el pensamiento de los habitantes del mundo y de sus respectivos gobernantes.

Los organismos internacionales también han servido para encontrar un denominador común en muchos aspectos del comportamiento de las naciones. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que agrupa en su mayoría a países desarrollados, tiene entre sus metas fomentar la democracia y la economía de mercado. Establece normas e identifica pautas a seguir por sus miembros.

En las Naciones Unidas también se han multiplicado los puntos de acuerdo entre sus ahora 193 miembros. La ONU ha hecho una notable contribución a la codificación del derecho internacional y ha elaborado un sinnúmero de tratados y otros instrumentos internacionales que se han convertido en códigos de conducta en una variada gama de asuntos.

En la pasada sesión de la Asamblea General de la ONU se aprobaron muchas resoluciones que reflejan una creciente coincidencia en temas económicos. En las cuestiones sociales también hay más acuerdo. Por ejemplo y pese a la resistencia de decenas de países, desde 2007 la Asamblea General ha venido pidiendo una moratoria en la ejecución de personas condenadas a muerte. Por otro lado, hace escasas décadas hubiera sido impensable que la Asamblea General aprobara una resolución condenando la práctica de la mutilación genital femenina. Pero eso es lo que hizo el pasado mes por iniciativa de países africanos, declarando además que el 6 de febrero será el Día Internacional de la Tolerancia Cero contra la Mutilación Genital Femenina.

La defensa de los derechos humanos no tiene pasaporte ni requiere de visa para ejercerse. Eso ha sido un avance significativo. Atrás quedaron los argumentos de que no hay valores universales en esta materia. Hoy resulta inaceptable que se traten de justificar, alegando diferencias culturales, ciertas prácticas que vulneran los derechos humanos. Piensen en la reacción mundial en el caso reciente de una adolescente paquistaní que recibió una bala en la cabeza por atreverse a pedir educación para las niñas de su país.

Aparte de los temas económicos y sociales (con excepción de los casos de la situación de los derechos humanos en determinados países), en la ONU también hay una posición abrumadoramente mayoritaria en torno de la política de Israel frente a los palestinos. Sólo unos cuantos países se unen a Israel en su rechazo a las resoluciones sobre la situación en Medio Oriente: Estados Unidos es su principal apoyo, pero también lo tiene de Australia y Canadá, así como de las Islas Marshall, Micronesia y Palau. El año pasado Panamá se unió a ese pequeño grupo.

Asimismo, los temas de descolonización cuentan con un amplio respaldo dentro de la ONU.

Hay una que otra excepción al creciente acuerdo en la agenda internacional. El mundo sigue dividido en materia de desarme, sobre todo en el campo nuclear. Para empezar, están los países que poseen armas nucleares (China, Estados Unidos, Francia, India, Israel, Pakistán, Reino Unido, Rusia y seguramente Corea del Norte) y sus aliados, sobre todo los que integran la OTAN, cuya política contempla el posible uso de dichas armas. Luego, en el otro extremo, están los que quieren eliminar dichas armas, en su mayoría los que están situados en las zonas libres de armas nucleares en América Latina y el Caribe, África, el Pacífico sur, el sureste asiático y Asia central. Estas naciones cuentan con el apoyo de algunos países europeos (Austria, Finlandia y Suecia) y no pocos asiáticos.

En vista de lo anterior, ¿qué puede hacer un país mediano o pequeño para distinguirse en materia de política exterior? Si tiene dinero puede promover su imagen en el mundo a través de fundaciones y organizaciones con vínculos gubernamentales. Varias naciones del Golfo Pérsico, Qatar en particular, así lo hacen.

Noruega, otro país con riqueza petrolera, ha optado por patrocinar seminarios internacionales sobre diversos temas, incluyendo el medio ambiente y el desarme nuclear. Cabe señalar también que las pláticas entre el gobierno colombiano y las FARC-EP en Cuba se inauguraron en Noruega en octubre pasado.

Venezuela ha optado por abrirse un espacio político en América Latina y el Caribe mediante la ayuda económica que proporciona a regímenes afines. En la ONU, junto con otros países latinoamericanos, el gobierno de Hugo Chávez también ha logrado separarse en algunos temas del grupo latinoamericano y caribeño (Grulac). Junto con Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua se distanció del resto del Grulac en varias resoluciones, incluyendo las relativas a la situación de los derechos humanos en Irán y Siria.

En las últimas décadas, en cambio, México ha navegado en materia de política exterior sin brújula o quizás con una brújula deficiente. Como siempre, esa brújula suele apuntar hacia el norte. Pero desde hace más de dos décadas lo ha hecho en detrimento de otros derroteros.

En el pasado pudimos, sin dejar de privilegiar la relación con Washington, abrirnos unos espacios multilaterales en temas económicos y de desarme y actuamos también en cuestiones de pacificación en Centroamérica. Ello redundó en beneficio de nuestro prestigio internacional, que empezamos a ganar a pulso en la Sociedad de Naciones y afianzamos en la ONU hasta mediados de los años 80.

En los años venideros México debería intentar recuperar un poco de ese prestigio del que gozó durante medio siglo a partir del sexenio del presidente Lázaro Cárdenas. Ese será el tema de nuestro siguiente artículo.