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Ver día anteriorDomingo 27 de enero de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La Fiesta en Paz?

De capitulaciones, confusiones televisivas y juladas

H

ay países cuyo entusiasmo por el ridículo rebasa toda racionalidad y que con una política de sometimientos diversos procuran, a diario, superar su anterior nivel de postración. Así, a algunos conmovió y a otros indignó la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, o lo que se le parezca, de indultar a la presunta secuestradora francesa Florence Cassez, luego del numerito montado por el sospechoso policía panista Genaro García Luna, en 2005 director de la Agencia Federal de Investigación, quien por misteriosas órdenes e incomprensibles criterios decidió avalar una torpe escenificación –manejo emergente de la deleznable imagen foxiana– que el duopolio televisivo transmitió como en directo del arresto de la banda de secuestradores en la que el jefe-novio involucró a la romántica turista, montaje que a la postre serviría a su defensa para que, al cabo de siete años en la cárcel y de presiones diplomáticas del más alto nivel, le fuera anulada la sentencia de 60 años de prisión por los delitos de secuestro, delincuencia organizada, portación y posesión de armas de fuego de uso exclusivo de las fuerzas armadas. Mientras las declaraciones de varias de las víctimas se iban al cesto de la basura, la exculpada volaba en primera clase a París, donde fue recibida como heroína que logró escapar de los salvajes democratizables. ¡Más desquites, don Benito!

Pero tan bizarro proceder sólo corrobora la errática acción policiaca y la deficiente administración e impartición de justicia en México, así como los privilegios de que gozan aquí los extranjeros que realmente son apoyados por sus respectivos gobiernos, más poderosos que justicieros. Asimismo, aumenta la abultada lista de megarridículos a cargo del par de ex mandatarios taurinos de clóset, pero del cambio, incapaces de haber hecho algo por la fiesta de los toros, excepto, mexhincados consecuentes, invitar a Enrique Ponce a Los Pinos, enfrascados en ese ineficaz, crudelísimo pero muy redituable combate contra la delincuencia organizada.

Luego de 40 años –2 mil 80 semanas ininterrumpidas– de transmitir por el Canal Once del Instituto Politécnico Nacional, congruente con su misión de televisora pública abierta y al servicio real de la sociedad, el programa Toros y toreros, concebido, producido, conducido y a veces mantenido incluso con aportaciones de su bolsa, por Julio Téllez, éste salió del aire, aparentemente para dar paso a una renovación de formato y de conductores. Por instrucciones de Rafael Lugo, anterior director del canal, a Téllez le hicieron el quite el famoso cronista Heriberto Murrieta y el diseñador gráfico y editor Rafael Cué, en teoría para imprimirle al programa televisivo taurino más antiguo del mundo mayor dinamismo, nuevos conceptos y una estructura más moderna, sobre todo luego de la aparición de un alegre programa taurino en un canal comercial.

Pero una cosa es entrar al quite y otra hacerlo con imaginación e intensidad. Si bien luego de cuatro décadas el programa acusaba ciertos rasgos de cansancio y monotonía, no obstante sus semanales aportaciones fílmico-taurinas de época, como valiosas referencias para el televidente, gracias a la vasta colección de películas y videos propiedad de Téllez, con el relevo de Murrieta y Cué las cosas, lejos de mejorar, se han estancado o, peor aún, se asemejan al tono de la competencia.

Continuadores de la añeja costumbre de apoyar la fiesta de los toros a como dé lugar, sin señalar sus notables desvíos ni tocar con el pétalo de un adjetivo el voluntarismo empresarial del duopolio Bailleres-Alemán y sus entusiastas gerentes, con abundancia de lugares comunes, frases hechas y argumentos falsamente positivos, sobre todo si se trata de las hazañas de figuras importadas; sin el propósito de capacitar, debatir y acotar tantos bandazos taurinos sino, por el contrario, propenso al publirrelacionismo, a ver toros bravos donde hay novillos repetidores y a calificar de faenas de arte trasteos oficiosos y efectistas, al programa Toros y toreros con sus nuevos conductores le urge recordar que una televisora pública no debe tener más compromisos que los que contribuyan a ampliar la toma de conciencia de la ciudadanía.

Extraño frenesí el que invade a algunas figuras: Julián López El Juli, después de extasiar a 40 mil espectadores en la Plaza México el domingo pasado con su emotiva faena a otra mesa con cuernos, al día siguiente tomó un avión a Madrid, el martes por la tarde, con su familia y dos empleados, manejó su camioneta para dirigirse a su finca en una carretera con nieve… Por fortuna, sólo el hiperactivo diestro sufrió una fractura en el brazo izquierdo, pero en los países taurinos dependientes se desató el caos taurino, aunque otros toreros importados ya se aprestan a sustituirlo.