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Gracias a sus enseñanzas, Mono Blanco sigue la tradición, afirma Gilberto Gutiérrez

Don Esteban Utrera fue una enciclopedia del son jarocho

Rindieron homenaje al músico en el Centro Nacional de la Artes, en el que participaron sus hijos Camerino y Tacho

Se recordaron las tertulias que organizaba el guitarrista, las cuales fueron cátedras

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Durante un fandango efectuado en el CNA en 2000Foto Archivo
 
Periódico La Jornada
Lunes 28 de enero de 2013, p. a12

Técnicas de interpretación heredadas de manera oral, con raigambre ancestral, así como un profundo conocimiento del cultivo de la tierra y de los elementos necesarios para lograr una buena versada, son algunos de los aspectos que destacaron los participantes en el homenaje a don Esteban Utrera, que se realizó en el Encuentro de Son Jarocho.

El homenaje a don Esteban tuvo como sede el Aula Magna José Vasconcelos. Estuvieron sus hijos Camerino y Tacho Utrera Luna, así como Gilberto Gutiérrez, integrante de Mono Blanco.

Recordaron cómo don Esteban procuró fomentar entre sus descendientes y amigos la necesidad de preservar las tradiciones en torno a este género musical.

“En los años 70 no se tenía conciencia, como en la actualidad, sobre la importancia de conservar nuestras tradiciones, tanto las relacionadas con el son en Veracruz como de otras formas musicales en el país.

“De ahí que considero que la labor de don Esteban fue muy importante, porque él sí se preocupaba por conservarlas, es cierto, sin tener conciencia de lo que hacía, pero con la misma intención de evitar que se perdieran; eso es lo importante, porque gracias a él grupos como nosotros –Mono Blanco– nos dedicamos a preservar esta memoria, algo que otros músicos e investigadores también hacen”, dijo Gilberto Gutiérrez.

Sin embargo, reconoció, mucho del conocimiento de don Esteban se ha perdido, pues en aquellos años no se acostumbraba conservar las tradiciones de manera formal ni había la intención de grabar la música, o bien imprimir libros con sus obras, ya sea en partituras o como estudios sobre el son jarocho.

También se recordaron las tertulias que organizaba el guitarrista, pues le gustaba agradar a sus amigos con bebidas propias de la región veracruzana de Los Tres Zapotes y, ya de madrugada, tocar algunos temas, desde luego liderados por él.

“Así de simple era la forma en que él preservaba la tradición, pues en cada sesión aprendíamos, sin que fuera una clase formal o algo parecido: simplemente tocábamos con él, nos mostraba en la práctica lo que sabía, para que luego lo repitiéramos en nuestro propio contexto, con los temas que dieron forma al proyecto de conservación y difusión de Mono Blanco.

“Además de que, claro, nos pasábamos un buen rato con él; también bebíamos, aunque no le aguantábamos el paso: ¡tomaba más que nosotros! Al final, todos sabíamos que lo que hacía era compartir con nosotros sus conocimientos; era como una enciclopedia, en verdad, porque sus referencias musicales habían pasado de una generación a otra.

En la actualidad, tenemos el reto de continuar esa labor; en parte, porque las familias ya no son muy numerosas, como en aquellos años, así que son menos los interesados en preservar esta tradición, que espero que no muera, concluyó Gutiérrez.

Durante el encuentro, que concluyó ayer en el Centro Nacional de las Artes, se realizaron conciertos, fandangos y conferencias.