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A los jóvenes en esta situación se les ignora y no son considerados sujetos de derechos: especialista

La calle, el último recurso para sobrevivir ante la falta de oportunidades educativas y laborales
 
Periódico La Jornada
Martes 29 de enero de 2013, p. 4

En las calles viven muchos adolescentes. Algunos nacieron ahí y otros sólo llegaron. Aunque las causas son diferentes, la realidad es una sola. No están afuera por deporte extremo, sino porque es el último lugar que les quedó dentro de la estructura social para sobrevivir.

Cualquier persona está en riesgo de llegar a la calle, ya sea porque ante la pérdida del empleo los adultos no logran recomponer sus vidas o porque, víctimas de abuso, maltrato, desintegración familiar y no pocas veces de abandono, los niños encuentran fuera de sus casas el cobijo que necesitan.

Luis Enrique Hernández, director de la organización civil El Caracol, advierte que esta problemática es resultado de la falta de oportunidades educativas y laborales para los jóvenes, y sobre todo de que no se les reconoce como ciudadanos, no se les toma opinión y menos aún se les considera sujetos de derechos.

Por eso, en las actuales condiciones de inseguridad, estando en las calles siempre existe el riesgo latente de que los menores de edad caigan en manos del crimen organizado, que les ofrece una vida aparentemente fácil, divertida y con dinero.

En tales circunstancias resulta insuficiente que exista la intención de recuperar los espacios públicos (parques y jardines) si al mismo tiempo no se prevé una estructura de acompañamiento con educadores sociales, por ejemplo, que se dediquen a orientar a los niños y adolescentes en actividades deportivas, recreativas e incluso educativas.

Esa sería la vía para impedir que caigan en manos de la delincuencia, las adicciones y la violencia. Hernández plantea que aunque en el discurso las autoridades dicen estar muy preocupadas por la seguridad de los jóvenes, en los hechos ha sido totalmente insuficiente su actuación para garantizar el ejercicio pleno de los derechos. Tampoco bastaría con leyes y normas muy bien diseñadas en sus enunciados, pero carentes de mecanismos efectivos para la acción en las diferentes realidades en que se mueve este sector poblacional.

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Adolescentes se refrescan en la fuente del Monumento a la RevoluciónFoto Roberto García Ortiz

Por ahora, afirma Hernández, lo que existen son políticas que criminalizan a los jóvenes de la calle (hombres y mujeres), a quienes detienen por consumir sustancias prohibidas en las calles; los encierran, pero no les dan las herramientas para su rehabilitación y menos para incorporarlos al ámbito escolar o laboral.

Más grave aún es la situación de las mujeres, madres adolescentes a las que les quitan a sus hijos por vivir en las calles. Tampoco existe una estrategia de acompañamiento para ayudarlas a conseguir un empleo, un lugar para vivir o becas para los niños.

Sin eso, estas jóvenes siguen en las calles, generalmente consumiendo sustancias ilegales, y sus hijos en instituciones como el DIF.

Así como estos adolescentes de la calle, de los que sólo se sabe que existen pero nadie tiene información puntual sobre su número, sexo o edad, por ejemplo, están otros grupos de jóvenes, como los reguetoneros, víctimas de estigmatización, que crecen y se desarrollan como pueden, pero eso sí, víctimas de criminalización cuando cometen algún ilícito que nadie se anticipó a prevenir, apuntó el activista.