Editorial
Ver día anteriorSábado 2 de febrero de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Pemex: esclarecer es crucial
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a tragedia ocurrida en el complejo administrativo de Petróleos Mexicanos (Pemex), en la que murieron 33 personas y un centenar más resultaron con heridas diversas, debe ser examinado más allá de las desgracias personales –por dolorosas que sean–, dada la importancia estratégica de la compañía paraestatal, el carácter neurálgico de las instalaciones siniestradas y el contexto en que ocurrieron los hechos.

Hasta ahora, siguen sin conocerse las causas del siniestro, y en tanto esa circunstancia persista las autoridades tienen la responsabilidad de guardar un equilibrio entre la pertinencia de no multiplicar la alarma entre la población y la necesidad de no descartar ninguna de las hipótesis posibles.

Tras el pasmo inicial mostrado por las autoridades federales, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anunció el jueves por la noche la colaboración de peritos internacionales en las tareas de rescate y en las investigaciones subsecuentes; por su parte, el titular de la Procuraduría General de la República, Jesús Murillo Karam, indicó ayer que la dependencia a su cargo no soslayará ninguna de las líneas de investigación –”ya sea un accidente, una imprudencia o un atentado”–, y sostuvo que durante las pesquisas se invitará a observadores del Poder Legislativo, para no dejar nada a la imaginación. Tales posturas, en conjunto, constituyen cambios de matiz positivos en una política de comunicación gubernamental que, durante el sexenio pasado, se caracterizó por la opacidad y la falta de verosimilitud en las explicaciones oficiales ante episodios trágicos y de alto impacto social y mediático. No obstante, dicho viraje es todavía insuficiente para contener la incertidumbre y las especulaciones de una sociedad llevada por sus propias autoridades al escepticismo sistemático y a la pérdida de credibilidad en las instituciones, elementos que sólo podrán ser revertidos con una explicación transparente y, sobre todo, verosímil, de las autoridades.

Con independencia de los factores que hayan causado la explosión en el edificio B2 del corporativo de Pemex, el suceso trágico dio cuenta del estado de vulnerabilidad en que se encuentran esas instalaciones, y hace suponer la existencia de responsabilidades y/o negligencias de algún tipo. El pleno esclarecimiento de las mismas y, en su caso, la aplicación de las sanciones correspondientes, son obligaciones ineludibles.

Ante una sociedad escéptica, con una credibilidad institucional seriamente debilitada, y con la amenaza de nuevos intentos por menoscabar el carácter público de la industria petrolera nacional, es de importancia crucial que gobierno federal actúe con agilidad, eficacia y transparencia en la investigación de la tragedia del pasado jueves, y que informe con puntualidad y consistencia sobre los resultados de tales pesquisas.