Policías comunitarias en Guerrero:
no confundir

La impunidad del crimen organizado y la omisión cómplice del Estado han provocado la proliferación de grupos de autodefensa indígena, de manera particular en Michoacán y Guerrero. No sólo no son todos harina del mismo costal, sino que en el caso de Guerrero, representan proyectos encontrados.

La organización y el hartazgo de los pueblos son auténticos. Es indiscutible su derecho a tomar la seguridad en sus manos ante la probada ineficacia y corrupción de los órganos institucionales, pero no son lo mismo más de 17 años de trabajo comunitario en materia de seguridad, como la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC)-Policía Comunitaria de Guerrero, que salir de pronto a las calles, instalar retenes, realizar tribunales populares frente a la prensa, negociar con el gobernador, pactar la “institucionalidad” de la seguridad autónoma y la militarización de la zona.

El 7 de enero, pobladores de Ayutla de los Libres y Tecoanapa, región históricamente combativa donde hace poco se incorporaron a la crac más de 30 comunidades, protagonizaron un levantamiento contra la delincuencia organizada. La posterior confusión, inducida por los líderes de la revuelta, hizo creer a muchos que se trataba de la Policía Comunitaria (pues así se nombraron ellos también). Pero nada que ver. La crac lo aclaró en un comunicado que inexplicablemente tuvo poca repercusión en los medios de comunicación, como si de pronto a todos conviniera pensar que se trataba de los mismos.

El deslinde de la crac, signado por sus 16 coordinadores regionales, no da lugar a dudas: “Nos preocupa que valiéndose de un sentimiento legítimo de la población ante la creciente inseguridad y violencia, se le manipule involucrándola en acciones que requerirían de mayor planificación, pero que en todo caso están encaminadas a fortalecer el afán de protagonismo de algunos dirigentes de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (upoeg)”.

Entre las intenciones que advertía la crac están dividir a las comunidades e “institucionalizar” su programa de seguridad autónomo. Tuvo razón. Ahora, el gobierno guerrerense discute una espuria iniciativa de “decreto para la creación del cuerpo de la policía comunitaria”, que pretende “reglamentar” los sistemas de seguridad y justicia que se han construido con la cosmovisión de los pueblos, desconociendo así a la crac. Que de eso se trata. Es el golpe más fuerte a la Policía Comunitaria en sus 17 años. Pero, dicen desde La Montaña, el camino andado los hace fuertes, y celebrarán un encuentro estatal por la defensa de la seguridad y la justicia de los pueblos. Para que nadie se confunda. La campaña arrecia contra ellos. El fuego amigo no los baja de paramilitares. Aguas.