Urracá, señor del viento,
la lluvia y el trueno

Jesús Alemancia

Sse dice que Urracá no era su nombre real. En el idioma buglé lo conocen como Urakbá Metdo, Ubarraga, otros lo llaman Urabaga. Sin embargo, en las páginas de la historia patria se conoce popularmente como Urracá, el indomable, el que por nueve años tuvo al invasor español a raya en el territorio de su pueblo —que se encontraba en las extensas sierras de Veraguas, según los historiadores—, el que nunca vencieron.

¿Que de dónde era?, ¿cuáles eran sus cualidades? Los abuelos ngöbe-buglé nos dicen que Urracá no era del Oriente, o sea, de Veraguas o Coclé, sino de Ki Kritde —lugar que es hoy conocido como Rogabitdi, en Chiriquí, y que su presencia en el Oriente se originó como muestra de solidaridad con sus hermanos.

Urracá nació con una gran fuerza espiritual: estaba predestinado a ser un gran guerrero. Tenía un gran conocimiento sobre la naturaleza. Él era poseedor del espíritu del viento, de la lluvia y del trueno. Por eso, cuando se iniciaban los combates entre su pueblo y los españoles, o iban por él, se  desataban los grandes vientos, el cielo se oscurecía y una gran lluvia azotaba la tierra; la naturaleza se hermanaba, abrigaba a Urracá e impedía, entonces, que los españoles utilizaran la pólvora y sus mosquetes contra su gente.


Cartel del aniversario de la represión Ngäbé Büglé

Dura fue la contienda con los españoles, pero Urracá y su pueblo no se doblegaron. El deseo del invasor era someter a Urracá, así como a los abuelos Ejqueguá, Bulabá y Musa, que resistieron la invasión. Cuenta la historia que “un día Urakbá se dejó apresar” y que un cacique traicionero, conocido como Marco Sulio, le preguntó que “cómo se le podía matar y cómo era que esquivaba las espadas y las balas”. Urakbá respondió que “tenían que amarrarle paja de pies a cabeza y prenderle fuego”. En efecto, los españoles le “prendieron fuego con yesca” y Urakbá lo que hizo fue saltar y pegarse de casa en casa, prendiéndolas todas, y él, ¡nada de morir!. Huyó en medio del incendio y continuó en guerra contra los españoles.

Testimonia Bartolomé de Las Casas que Urracá habló de esta manera a su pueblo: “No es razón que dejemos reposar a estos cristianos, pues allende de tomarnos nuestras tierras, nuestros señoríos, nuestras mujeres e hijos, y nuestro oro y todo cuanto tenemos, y hacernos esclavos, no guardan fe que prometen, ni palabra, ni paz; por eso peleemos contra ellos y trabajemos, si pudiéramos de los matar y de tirar de nosotros tan importable carga, mientras las fuerzas nos ayudaren, porque más nos vale morir en la guerra peleando que vivir vida con tanta fatiga, dolores, amarguras y sobresaltos”.

Dicen los abuelos ngöbes que la última vez que habló Urracá a su gente se despidió con un “nos veremos al concluir la jornada” y se internó en las montañas para continuar la resistencia. Hoy, después de muchas lunas y lluvias, desde las extensas y altas montañas que forman la recién creada Comarca Ngöbe-Buglé, Urracá vigila y acompaña a su pueblo más de 500 después de la invasión europea.

Jesús L. Alemancia, escritor e investigador social pertenecientre al pueblo kuna, es un intelectual muy respetado en los pueblos indígenas de su país. Este relato tiene como referencia Por las sendas de nuestros antepasados, de Pastor Durán Espino (Fe y Alegría, Panamá, 1992).