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Concha advierte sobre el uso racional de recursos y el valor de la multiculturalidad

Urge crear regulaciones ante la crisis de civilización generada por el neoliberalismo

El rector de la UAM inaugura la cátedra Religión y sociedad; se impartirá los jueves, hasta abril

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El rector de la UAM, Enrique Fernández Fassnacht, y el sacerdote Miguel Concha Malo durante la inauguración de la cátedra Religión y Sociedad, en el Centro Universitario CulturalFoto Jazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Viernes 15 de febrero de 2013, p. 21

Ante la verdadera crisis de civilización que atraviesa el planeta –causada por la etapa neoliberal del sistema capitalista, la más ineficaz y destructora del ser humano y de la naturaleza que jamás se haya conocido, pues excluye a 80 por ciento de la población mundial y genera gran incertidumbre–, es urgente empezar a crear una serie de regulaciones que, a largo plazo y desde la ética y la razón, permitan una salida a la crisis actual.

Al menos serían tres los ejes principales de estas medidas, dijo ayer el sacerdote Miguel Concha Malo, investigador y defensor de derechos humanos, en su ponencia Crisis de la civilización: irracionalidad y ausencia de ética, en la que reflexionó en torno a los planteamientos de Francois Houtart, sobre el uso renovable y racional de los recursos naturales, la redefinición de la economía para privilegiar el valor del uso sobre el del cambio, y la incorporación del principio de multiculturalidad, a fin de que todos los saberes participen en la construcción de alternativas.

Concha Malo, colaborador de La Jornada y director del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, participó como ponente en la cátedra Religión y sociedad, en esta ocasión dedicada al tema Religión y crisis de civilizaciones, de la cual además es coordinador con Francisco Piñón Gaytán, y que se desarrollará todos los jueves hasta el 11 de abril, a partir de las 18:30 horas, en el Centro Universitario Cultural (Odontología 35), dirigido por Laudelino Cueto Varela, quien dio la bienvenida.

La cátedra fue inaugurada por Enrique Fernández Fassnacht, rector general de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), otra de las instituciones organizadoras, junto con la Coordinación de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Centro de Estudios Sociales Antonio Gramsci.

El nuestro –señaló Fernández Fassnacht– es un mundo en el que cada vez hay más seres humanos con hambre, en el que miles de niños mueren absurdamente, en el que los recursos naturales se devastan, donde la ambición y el poder se expresan con base en la violencia de todo tipo para erigirse como forma ejemplar de vida, como moneda corriente de la cotidianidad. La crisis de civilización, si acaso es válido darle ese nombre, no es una crisis anclada en la escasez o en la falta de dominio de la naturaleza, es, ante todo, una crisis moral y ética.

Por su parte, Concha Malo, al referirse a las medidas propuestas por Houtart –sacerdote belga y uno de los pioneros de la sociología de la religión, estudioso de la relación religión-mercado y analista mundial–, planteó que debe buscarse otra relación del ser humano con la naturaleza. Ya no la explotación sin límite de un recurso, objeto de ganancia, sino el respeto de lo que constituye la fuente de la vida.

Cambiará la lógica en la producción de bienes y servicios

En la economía –continuó–, ya no prevalecería la producción de un valor añadido, fuente de acumulación privada, sino la actividad que asegura las bases de la vida material, cultural y espiritual de todos los seres humanos en el mundo, con lo que cambiarían de lógica las prioridades en la producción de bienes y servicios.

La multiculturalidad –dijo– se refiere a la participación de los diversos saberes tradicionales, culturas, fuerzas morales y espirituales “capaces de promover la ética necesaria.

Entre las religiones (Houtart) señala la sabiduría del hinduismo en cuanto a la relación con la naturaleza; la compasión del budismo en las relaciones humanas; la búsqueda permanente de utopía en el judaísmo; la sed de justicia en la corriente profética del Islam; las fuerzas emancipadoras de la teología de la liberación en el cristianismo; el respeto por las fuentes de la vida en el concepto de la madre-tierra en los pueblos autóctonos de América Latina; el sentido de la solidaridad que se expresa en las religiones de África, dijo Concha.

Entre otros aspectos –agregó–, los tres ejes mencionados implican recuperar la soberanía de los estados sobre los recursos naturales y su no apropiación privada, revalorizar la agricultura campesina y detener la destrucción de los monocultivos, frenar el cambio climático, no mercantilizar las semillas, el agua, la salud y la educación, restablecer los servicios públicos, abolir los paraísos fiscales, suprimir las deudas externas y crear monedas regionales.