Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 17 de febrero de 2013 Num: 937

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Diego en la encrucijada
Vilma Fuentes

Sergio Ramírez,
el cuentista

Marco Antonio Campos

Respuesta a un cuestionario
Marina Ivánovna Tsvietáieva

Cinco poemas
Marina Tsvietáieva

La torre en yedra
Marina Tsvietáieva

El interés por la historia
Raúl Olvera Mijares

Leer

Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
José Angel Leyva
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
Núm. anteriores
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Amor a la urbe

Antonio Soria


1554 México 2012,
Francisco Cervantes de Salazar/Eduardo Matos Moctezuma,
Vicente Quirarte, Ángeles González Gamio,
Joaquín Mortiz,
México, 2012.

No se trata, como podría sugerir el título, de un recorrido cronológico que abarque poco menos de cinco siglos y medio, si bien al final de la lectura es posible percibir que una conexión al mismo tiempo evidente y sutil ha vuelto hermanas a ambas fechas. La clave consiste en lo que Matos Moctezuma, Quirarte y González Gamio explican de modo inmejorable en la Presentación: “Al ingenio y la sabiduría de Francisco Cervantes de Salazar se debe […] México en 1554. Tres diálogos latinos. El presente libro rinde homenaje a quien hiciera la primera crónica de la […] ‘Muy Noble, Insigne y Leal Ciudad de México.’” Más adelante, en la misma Presentación, abundan: “seguimos la ruta trazada por el ilustre humanista para leer el espacio contemporáneo de manera sincrónica y diacrónica […] para ver qué ha sucedido en estos años y demostrar […] la nobleza de una ciudad que no hemos podido destruir luego de tantos siglos, a pesar de nosotros y de los elementos”.

A Cervantes de Salazar, el periplo le permitió abarcar lo que hace 548 años era prácticamente la ciudad entera. Al arqueólogo –Matos Moctezuma–, al escritor –Quirarte– y a la cronista González Gamio, que volvieron a recorrer dicha ruta puntualmente asumiendo, gozosos, los roles del trío que protagoniza el diálogo imaginado por el autor del siglo XVI, los lleva por lo que hoy denominamos Centro Histórico. Los lleva o, mejor dicho, lleva al lector a un re-conocimiento in situ de aquello que quizá conozca o quizá, para su infortunio, sólo cree conocer porque lo ha visto una o muchas veces al pasar. De hecho, la mejor manera de leer este libro sería llevándolo en la mano mientras los pies lo conducen a uno por las calles, las plazas, los edificios, los templos, los palacios, en fin, los lugares descritos primero por Cervantes de Salazar y después por Matos, Quirarte y González. Lugares que, habrá de comprobarse, son y no son los mismos y que, en sus infinitas transformaciones y restauraciones –en algunos casos, inevitablemente, desapariciones–, así como en su mejor o peor conservación y su increíble resistencia a la incuria, se explican a sí mismos, cuentan su historia y, desde luego, al hacerlo cuentan la nuestra, ligada profunda e indisolublemente –aunque algunos no lo sepan– a lo que el paso del tiempo le ha deparado a esta Ciudad de México, también llamada Distrito Federal, Chilangotitlán de los Imecas, el DFctuoso y otros nombres que sus propios habitantes le prodigan o le endilgan, pero que en todos los casos hablan precisamente de esa relación, se diría telúrica, entre la urbe y sus urbanitas.

Ese mismo amor a la urbe es la razón de ser de este volumen, que rubrica con la reproducción íntegra de México en 1554, al que le rinde un homenaje que va más allá de ser sólo eso: se convierte, tal vez sin advertirlo ni proponérselo, en una nueva marca citadina que, dentro de algunos años, décadas o siglos, otros entusiastas recogerán como estafeta.


Ciudades en la noche

Juan Domingo Argüelles


Blanco móvil,
Varios autores,
núm. 121,
México, 2012.

Blanco Móvil y Eduardo Mosches han sido persistentes desde hace más de cinco lustros: casi tres décadas de insistir en una especie de asamblea plenaria que invita a los que escriben a que también publiquen, y, con ello, convocar a los lectores a que lean. Parece cosa fácil, pero no siempre es posible, sobre todo porque muchos de los que pueden leer no siempre leen.

Desde 1985, el año del temblor, la revista Blanco Móvil ha propuesto una forma de abordar la experiencia de la lectura con una diversidad de voces, géneros, talantes y afanes que coinciden en un tema acerca del cual nadie es ajeno.

A este espíritu ecuménico responden temáticas como las preguntas sobre literatura y vida, enfermedades, exilio, etcétera, y la más reciente: Ciudade≠s en la noche.

Dice bien Eduardo Mosches, el director de Blanco Móvil, que “esta ciudad es a veces hermosa por las noches. En otras, puede ser lo contrario”. Y lo que vemos y leemos en este número (el 121) de la revista es una ciudad que oscila entre la belleza y el horror, entre la alegría y la soledad y que lo mismo nos convoca a acercarnos a ella que a alejarnos llenos de pavor o al menos temerosos.

Es la ciudad literaria que nos entrega Jorge Boccanera, poeta que aquí vivió y escribió y que luego se fue con los recuerdos citadinos que acumuló. La ciudad o más bien las ciudades que Boccanera recuerda son a su vez las que recuerdan y recrean los grandes escritores que él ha leído. Yo diría que toda ciudad es una invención, a partir de la propia experiencia de cada quien.

Como en anteriores números de Blanco Móvil, el tema es casi un pretexto que se abre a múltiples posibilidades de escritura. Mariana Bernárdez nos entrega una ciudad soñada y con sueño; somnolienta y onírica. La de Ana García Bergua es una ciudad eufórica en un ambiente nocturno y boxístico que Cortázar llamaría “la noche de Mantequilla”, pero no aquella de París, en la que Monzón acabó con Nápoles, sino una distinta, en la capital mexicana y en la Arena México. Otra arena, otra ciudad, otra noche, el mismo Mantequilla Nápoles y la misma oscuridad con sus neones.

La nocturnidad citadina de Ana Clavel está en otra parte. No es esta ciudad pero es la misma metáfora de la ciudad. Y las imágenes poéticas de Pedro Enríquez, Alexis Gómez Rosas, David Huerta, José Ángel Leyva, Leticia Luna, Floriano Martins, Fabio Morábito, Eduardo Mosches, Hugo Mújica, María Ángeles Pérez López, Juana M. Ramos, Lucía Rivadeneyra, Bernardo Ruiz y Felipe Vázquez aportan a este número esas luces multicolores en medio de la noche que, como una gran metáfora, se traga o vomita nuestros sueños.

Completan esta imagen nocturna de la ciudad o de las ciudades, los textos de Alfredo Fressia, David Martín del Campo, Agustín Monsreal, Aline Pettersson, Cristina Peri Rossi, Juan Antonio Rosado y las imágenes fotográficas del poeta José Ángel Leyva.

Eduardo Mosches y Blanco Móvil tienen todavía mucha cuerda para muchas noches y muchas ciudades, y para otras imágenes posibles e imposibles en las que se concreta la escritura, ficción o realidad, que nos nombra y que nombramos.



Itinerarios de la razón en la modernidad,
Sergio Pérez Cortés (coordinador),
Siglo xxi Editores/Universidad Autónoma Metropolitana,
México, 2012.

Con textos de Miguel Giusti, Jorge Rendón Alarcón, Rahel Jaeggi, Teresa Santiago, Wolfgang Schluchter, Gustavo Leyva, María Pía Lara, José Fernández Vega y del propio coordinador, quien desde luego es también autor de la Presentación que lo abre, este volumen “quiere ser un testimonio de las incertidumbres que todo ello [el concepto de “modernidad”, la autonomía del individuo, el desarrollo técnico y científico, la riqueza generada, las mayorías excluidas del bienestar, las formas de alienación del ser humano, los cada vez más alejados ideales de equidad y justicia] ha generado en la concepción de la razón iniciada en la modernidad”. Especialistas todos los convocados –entre ellos hay filósofos, sociólogos y lingüistas–, cada uno arroja su mirada crítica al itinerario seguido históricamente por la idea misma de “razón”, al mismo tiempo que examinan, entre otras, las ideas de Hegel, Marx, Heidegger, Benjamin, Arendt, Habermas y Foucault, con el propósito de contribuir a “la búsqueda de una forma de razón susceptible de guiar a los seres humanos a construir un mundo acorde con su concepto y que responda a las expectativas de libertad, justicia e igualdad.