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Retratos del hambre
Altos de Chiapas Desnutrición galopante

Entre 50 y 68% de niños indígenas presenta alguna carencia alimentaria

Aunque la gente cuenta con dinero de Oportunidades, lo gasta en comida chatarra

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Una vivienda de Chanal, Chiapas, uno de los municipios más pobres del paísFoto Moysés Zúñiga Santiago
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En Santiago El Pinar hay casas construidas de tablarroca y madera triplay. Miden 12x12 metros y no hay aguaFoto Moysés Zúñiga Santiago
Enviada
Periódico La Jornada
Sábado 23 de febrero de 2013, p. 2

Aldama, Chis. Los 17 municipios de Los Altos de Chiapas, con población mayoritariamente tzotzil y tzeltal, presentan un alto grado de pobreza. Aquí esto se refleja en que entre 50 y 68 por ciento de los niños presenta algún grado de desnutrición.

De los 118 municipios chiapanecos, 55 están incluidos entre los 400 que atenderá la Cruzada Nacional contra el Hambre emprendida por el gobierno federal, incluidas la capital, Tuxtla Gutiérrez, y sus principales ciudades: San Cristóbal, Comitán, Tapachula...

Un recorrido por este municipio y otros cercanos, como Santiago El Pinar, San Juan Cancuc y Chalchihuitán, permitió corroborar que ha habido alguna mejoría en las condiciones de vida de la población, como un mayor número de casas construidas con ladrillos y lámina de zinc, sobre todo en las cabeceras municipales, pero el problema estructural es la falta de ingresos: el café, principal producto regional, lo compran este año los coyotes a 24 pesos el kilogramo, contra los 50 pesos del año pasado.

La producción de maíz y frijol es raquítica en las escarpadas laderas montañosas: entre 300 y 800 kilos de maíz por hectárea; pocos tienen una hectárea, producen sólo para el consumo familiar y no les alcanza para todo el año, por lo que tienen que comprar entre 220 y 270 pesos el costal de 50 kilos de maíz. El frijol está a 20 pesos el kilo. Cuando hay carne cuesta 70 pesos el kilo. Los programas de apoyo a la agricultura son escasos, según varios productores entrevistados.

Aunque hay mayor disponibilidad de dinero entre las familias que reciben apoyos de programas como Oportunidades, Vivir Mejor o Amanecer para los ancianos, eso ha impulsado el consumismo, con la adquisición de enseres como grabadoras, televisores, teléfonos celulares... la ingesta de alimentos chatarra, incluso el aumento del alcoholismo.

Otra quizá sea la realidad de las familias zapatistas que no agarran Oportunidades porque somos autónomos y tienen su propia clínica, como comentó un entrevistado,  pero los responsables de la presidencia municipal autónoma de Aldama indicaron que primero teníamos que ir al caracol de Oventic para que les autorizaran dar información.

La cabecera municipal de Aldama se ubica a unos 55 kilómetros al noroeste de San Cristóbal. Aunque hay carretera asfaltada, bastante deteriorada, hasta la cabecera municipal, el recorrido se lleva 90 minutos. Acá, como en el vecino Santiago El Pinar –unos nueve kilómetros más arriba– no hay mercado; el que tiene paga (dinero) va el domingo a Larrainzar a hacer las compras, lo que implica gastar 20 pesos del pasaje de ida y vuelta.

En San Juan Cancuc sí hay un mercado más bien pobre y en Chalchihuitán, a un costado de la faraónica plaza del pueblo, remodelada el año pasado a un costo de varios millones de pesos, hay un mercadillo con 29 locales –la mayoría de los cuales estaban cerrados un jueves a mediodía– en el que sólo hay tres puestos de frutas y verduras, seis fonditas y quizá una decena de puestos de discos y películas pirata, ropa y chucherías.

Los tendajones, en cambio, presentan en los cuatro municipios visitados amplio surtido de comida chatarra industrializada con sus coloridas envolturas: frituras de papa, de maíz y de harina de trigo enchiladas; chicharrones de harina procesados localmente; panecillos dulces y galletas; sopas instantáneas, y refrescos embotellados que incluso tienen publicidad en tzeltal y tzotzil.

En Aldama –5 mil 765 habitantes–, según el secretario municipal del ayuntamiento priísta, Manuel Hernández, hay mortalidad infantil alta por falta de atención en la maternidad por el gobierno del estado. Comentó que ya hay centro de salud con servicios ampliados, pero a veces sólo está el personal de aseo; cuando hay médico a veces no hay medicamentos; si hay una emergencia tienen que llevar al enfermo a Larráinzar o hasta San Cristóbal. Un viaje particular a Larráinzar cuesta de 200 a 300 pesos. Acá hay ambulancia, pero a veces no hay combustible. Ahorita el gobierno del estado no nos está dando recursos, afirmó.

En el Centro de Servicios Ampliados (Cesa), que atiende el Seguro Popular y población abierta, el médico de fin de semana –era sábado– Óscar Iván Alvarado y la enfermera Eva Guadalupe Macías negaron que haya ausencia de médicos, aunque reconocieron que cuando se requiere de ambulancia la clínica pone el chofer, pero el ayuntamiento debe proporcionar la gasolina.

Ambos informaron que manejan aproximadamente 2 mil 500 pacientes de siete de las 21 localidades del municipio. Indicaron que de los 512 niños que atienden, de cero a cuatro años 11 meses, 376 presentan desnutrición, pero en el detalle suman 348: de 290 niños que no reciben apoyo del programa Oportunidades, a diciembre de 2012 tenían 198 desnutridos: 128 con desnutrición leve, 63 con moderada y siete con desnutrición grave. En promedio, 68.27 por ciento

De 298 niños con Oportunidades hay 150 desnutridos (50.33 por ciento): 98 con desnutrición leve, 47 con moderada, cinco con grave.

Otros problemas de salud son las infecciones respiratorias y las diarreas. La desnutrición se presenta por falta de alimentos adecuados; en general los niños no consumen carne de res ni leche, indicaron, aunque también hay falta de educación entre los padres, que traen al niño hasta que ya está muy mal.

En San Juan Cancuc el Cesa empezó a funcionar el 22 de noviembre, su coordinador, el médico Alexis Cruz, aseveró que en este municipio, donde ahora están atendiendo a 310 familias, es un punto rojo la desnutrición, ya que de 20 niños atendidos detectaron 20 por ciento con desnutrición de segundo grado y uno de tercer grado.

A principios de enero –detalló– llevaron un niño de ocho meses con una fuerte desnutrición aunada a una deshidratación grave, un caso como los que se ven en África. El niño fue remitido al Hospital de las Culturas en San Cristóbal y está en vías de recuperación.

Informó que el Cesa debe atender a toda la población de la cabecera municipal, pero hasta ahora sólo dos barrios han aceptado sus servicios en asambleas por usos y costumbres. Entonces sí hay esa desnutrición, pero no solamente podemos culpar a la pobreza o el hecho de que no se han dado las oportunidades... se han dado esas oportunidades para evitar eso, pero tenemos que respetar los usos y costumbres que hay en este tipo de comunidad, comentó.

En Chalchihuitán, el viernes que la reportera pasó por ahí, la médica que atiende el consultorio de IMSS-Coplamar había ido a ha­cer trámites a San Cristóbal. La enfermera, quien pidió reserva de su nombre, reconoció que hay desnutrición en el pueblo. Mencionó que entre las causas de la pobreza en el municipio está el exceso de hijos de las familias y los pocos ingresos porque el gobierno sube todo lo que ellos compran y le baja el precio a lo que ellos venden.

En Santiago El Pinar, el sábado por la tarde en el Cesa de la ciudad rural sustentable –que está prácticamente deshabitada– estaba dando consulta una médica. En el centro del pueblo el consultorio de IMSS-Coplamar estaba cerrado.