Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 24 de febrero de 2013 Num: 938

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Mo Yan, el histórico
Ricardo Guzmán Wolffer

Escritura doble
Aurelio Pérez Llano entrevista
con Ilan Stavans

El tango en los cafés
Alejandro Michelena

La maldita partícula:
el bosón de Higgs

Norma Ávila Jiménez

Joaquín de Fiore,
historia y humanismo

Annunziata Rossi

Hermenéutica e historia
en Joaquín de Fiore

Mauricio Beuchot

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Alejandro Michelena

El tango en los cafés

Foto: sallycatway.com

En la confitería La Giralda, de 18 de Julio y Plaza Independencia, en Montevideo, el maestro Roberto Firpo estrenaba –una noche de 1917– un tango que estaba destinado a tener fama mundial y duradera: “La cumparsita”, del uruguayo Gerardo Mattos Rodríguez. Eran los años en que el tango era atraído por las luces del Centro, dejaba poco a poco el humilde percal y comenzaba a vestir ropas mundanas.

Ya el dúo Gardel-Razzano cantaba con suceso en diversos escenarios y también en los cafés. Una noche de 1913 lo hicieron en el Café Perú –después llamado Montevideo Chico– que estaba ubicado sobre Avenida de Mayo, en Buenos Aires. Los cafés de entonces tenían el característico palco desde el cual los músicos y los cantores quedaban estratégicamente a la vista de la concurrencia.

El Tortoni, templo del tango por excelencia

El 25 de mayo de 1926, en el Café Tortoni, el entrañable pintor de la Boca Benito Quinquela Martín tuvo la iniciativa, junto a otros artistas e intelectuales y un músico de su mismo pago chico, como era Juan de Dios Filiberto, de fundar una peña. Ésta iba a funcionar en el sótano del café, y marcaría toda una época en Buenos Aires en materia de difusión literaria, artística y musical. En 1932, en esa antigua bodega iba a actuar la Orquesta Porteña dirigida por Juan de Dios Filiberto, ocasión en que se tocaría por vez primera “Malevaje”, de Enrique Santos Discépolo. En sus años de trayectoria, la Orquesta Porteña daría a conocer en la peña tangos como “Caminito”, “Quejas de bandoneón” y “Clavel del aire” (con letra de Fernán Silva Valdés).

Muchos años más tarde, el 31 de diciembre de 1972, vibró en el salón mayor del Tortoni la voz de Virginia Luque interpretando “El patio de la Morocha”, acompañada por el maestro Osvaldo Requena. También actuó en una oportunidad la orquesta de Héctor Varela, con los vocalistas Jorge Falcón, Fernando Soler y Diego Solís. Y Gloria Díaz entonó “Almagro, Almagro de mi vida”. La fiesta musical siguió luego en la voz de Hugo Marcel cantando “La mariposa”, y en la de Floreal Ruiz entonando un tema cargado de nostalgia como “Vieja amiga”. Cerraron ese espectáculo de fin año a todo tango, el cuarteto de Roberto Firpo (hijo), y la orquesta de Ernesto Franco interpretando “Felicia”, de Saborido.

En 1977 y 1978 volvió a sonar con fuerza la música ciudadana en el palco del café. Allí estuvieron el bandoneón de Osvaldo Piro y las voces de Roberto Goyeneche, Rubén Juárez y Rossana Falasca. Pero además el Tango Trío y el Quinteto Tangata Rea. Y el 3 de diciembre de 1979 se estrenó allí “Viejo Tortoni”, con música de Eladia Blázquez y letra de Héctor Negro.

Por su parte, en Montevideo y en los años cuarenta, en los grandes cafés de la avenida 18 de Julio como el inmenso Ateneo y el lujoso Tupí Nuevo, también reinaba el tango. En ambos tocaron –durante esos años y en la década siguiente– las orquestas argentinas de Julio de Caro, Aníbal Troilo, Francisco Canaro, Juan DʼArienzo y Osvaldo Pugliese, y las uruguayas de Romeo Gavioli y Donato Raciatti. En el Café Montevideo, noche a noche interpretaba tangos con su piano un virtuoso de la talla de Jaurés Lamarque Pons. Estaba dotado de una gran ductilidad para el ritmo rioplatense y también para otros en boga. Años después –devenido compositor– iba a crear la única ópera uruguaya: Marta Gruni.

El último café de Montevideo que albergó el ritmo del “dos por cuatro” fue el Sorocabana. No el clásico recinto de la plaza Cagancha, sobre la avenida 18 de Julio, sino el que luego de cerrar éste abriera sus puertas en la década de los años noventa del siglo pasado en la calle Yi.

Tango persistente

En Buenos Aires el tango seguirá hasta el día de hoy reinando en algunos cafés. Así es como son famosas en el mundo las milongas de la confitería La Ideal, mayestático recinto de otros tiempos –con sus enormes espejos, lambrines de alta madera oscura, los adornos en el techo y sus lámparas, los biselados de sus vidrios– donde alguna vez se reunieron, junto a las grandes figuras tangueras, como Hugo del Carril y Homero Manzi, estrellas internacionales de la talla de María Félix y Jorge Negrete.

Por su parte, el emblemático Café Tortoni de Avenida de Mayo mantiene desde hace años sus afamados espectáculos de tango con figuras de primera línea en el género rioplatense. Y desde hace algún tiempo se les ha agregado otro gran lugar tradicional: el recuperado Café de los Angelitos, con calificados espectáculos, donde se va a escuchar tangos a la hora de la cena o a ver bailar a verdaderos virtuosos.