Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 24 de febrero de 2013 Num: 938

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Mo Yan, el histórico
Ricardo Guzmán Wolffer

Escritura doble
Aurelio Pérez Llano entrevista
con Ilan Stavans

El tango en los cafés
Alejandro Michelena

La maldita partícula:
el bosón de Higgs

Norma Ávila Jiménez

Joaquín de Fiore,
historia y humanismo

Annunziata Rossi

Hermenéutica e historia
en Joaquín de Fiore

Mauricio Beuchot

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Columnas:
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Bemol Sostenido
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Cabezalcubo
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Jornada de Poesía
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Apostillas a “Narcocrítica”

La obra kunderiana no es tan vasta como la de otros contemporáneos suyos (Carlos Fuentes, o Julio Cortázar, por ejemplo, con quienes Milan Kundera mantuvo algún contacto, según lo narrado por Fuentes en una amenísima nota introductoria a la edición española de La vida está en otra parte, donde el escritor mexicano cuenta un viaje en tren, en Europa, compartido por los tres autores). Consta de alrededor de nueve novelas: La broma (1967), La vida está en otra parte (1972), La despedida (1973), El libro de la risa y el olvido (1973), La insoportable levedad del ser (1984), La inmortalidad (1988), La lentitud (1995), La identidad (1998) y La ignorancia (2000); un libro de relatos: El libro de los amores ridículos (1968); dos poemarios: El hombre es mi jardín (1953) y Monólogos (1957-1965); una obra de teatro: Jacques y su amo. Homenaje a Denis Diderot en tres actos (1981); y cuatro libros de ensayo: El arte de la novela (1986), Los testamentos traicionados (1992), El telón (2005) y Un encuentro (2005).

Kundera aprendió a tocar el piano desde niño gracias a las enseñanzas de su padre, el musicólogo y pianista Ludvik Kundera (1891-1971): así se ganó la vida, desde pequeño, jazzeando donde se pudiera. En 1968, como consecuencia de la invasión soviética a Checoslovaquia, sus obras fueron prohibidas y, desde 1973, con la publicación de El libro de la risa y el olvido, se le retiró el pasaporte checoslovaco. En 1975 emigró a Francia, eufemismo que oculta la palabra “exilio”.


Nebojsa Vásovich

Este entorno de Milan Kundera es el telón de fondo sobre el que corren las enemistosas líneas escritas por el “crítico” serbio Nebojsa Vásovich, mencionado en la entrega anterior de esta columna. El autor serbio usa el lenguaje de la crítica literaria académica en Contra Kundera y lo dirige contra un reconocido escritor eslavo, produciendo la sensación final de que Kundera le cae gordo por razones desconocidas: en una suerte de bullying literario, le asesta puntapiés por donde puede. No es que Vásovich quisiera que Kundera fuera como Dostoyevsky, Kafka, o Stravinsky; lo que desea es que calle para siempre, como un comisario de las viejas agencias soviéticas, lo cual se condice con el hecho de que funda su odio en dos obras de 1986 y 1992 del autor checo, con absoluto desdén por el resto de la producción kunderiana, a la que apenas se digna mencionar.

Antes hablé de narcocrítica. No es que el narcotráfico haga crítica literaria, sino que las maneras violentas del narco para resolver sus ajustes de cuentas parecieran proyectarse hacia algunos hábitos de la crítica contemporánea: si la obra revisada no es como el crítico hubiera deseado que fuese, si el autor es del disgusto del crítico, si la obra no responde a las expectativas del inquisidor, la obra y el autor quedan a expensas de la ironía, las correcciones y las soflamas de quien escribe cosas que se dirigen a la diversión de la gayola y la demostración de “miren qué chingón soy al jugar con este tonto”: no importa poner en crisis la obra examinada sino señalar al baboso del autor su torpeza por no haber realizado lo que “el crítico” hubiera deseado que hiciera.

Borges dijo en su ensayo “Las alarmas del doctor Américo Castro” (Otras inquisiciones, 1952): “La palabra problema puede ser una insidiosa petición de principio. Hablar del ‘problema judío’ es postular que los judíos son un problema; es vaticinar (y recomendar) las persecuciones, la expoliación, los balazos, el degüello, el estupro y la lectura de la prosa del doctor Rosenberg. Otro demérito de los falsos problemas es el de promover soluciones que son falsas también.”

Escribir un ensayo Contra Kundera es iniciar un linchamiento contra el autor checo. Tomo algunas frases de este libro, paradigma de bullying literario: “Kundera no ve…”, “No hay duda de que Kundera simplifica demasiado…”, “Kundera no nos dice cómo la novela…”, “Kundera […] mata cualquier placer de la lectura”, “En su debilidad como un escritor para crear una nueva representación imaginaria de un hombre, que incluiría una imagen del cuerpo, Kundera…”, “Kundera […] ve la idea de la polifonía y la idea de la novela bajo una luz simplificada”, “Al igual que Brod, Kundera ve a Kafka como un escritor omnipotente que tiene éxito en todo […] Y toda idealización –incluso ésta de Kundera– tiene un rastro de sentimentalismo”, “Por supuesto, no es la primera vez ni la última que Kundera subordina la definición de la novela a sus necesidades del momento”…

Cuando Mourinho habla del Barça es objetivo y desapasionado; mucho más que cuando Vásovich habla de Kundera.