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Ángel Miquel presentó libro en la feria internacional del Palacio de Minería

La Revolución, época en la que se crea la costumbre de ver cine

El investigador ofrece un panorama de la producción, distribución, exhibición y recepción de las películas en la ciudad de México de 1910 a 1916

Madero fue uno de los protagonistas

Foto
Los hermanos Alva en una fotografía anónima de la colección de la Filmoteca de la UNAM, que se incluye en la edición
 
Periódico La Jornada
Lunes 25 de febrero de 2013, p. a11

A principios del siglo pasado, amplios sectores de mexicanos vieron en cines películas sobre sucesos que hoy son historia.

¿Cómo se veía y cuál era la costumbre de los ciudadanos respecto del séptimo arte y de los documentales y obras de ficción? De esto da cuenta el libro En tiempos de Revolución-El cine en la ciudad de México (1910-1916), de Ángel Miquel, quien invirtió tres años inmerso en archivos para acabar su investigación. La obra fue presentada ayer en el auditorio Sotero Prieto, en la 34 Feria Internacional del Libro del Antiguo Palacio de Minería.

En entrevista con La Jornada Miquel señaló que su libro tiene el propósito de ofrecer un panorama de la producción, distribución, exhibición y recepción de cine en la ciudad de México entre septiembre de 1910 y diciembre de 1916. Por eso se delinean las trayectorias profesionales de los principales cineastas y empresarios de ese momento: Salvador Toscano, los hermanos Alva, Enrique Rosas, Jesús H. Abitia y Jacobo Granat, y también se da cuenta del creciente impacto del cine sobre sectores influyentes de la sociedad, lo que atrapó, por ejemplo, la atención periodística, y originó intentos de intervención religiosa y regulación estatal.

Descubrimientos interesantes

Como complemento contiene una detallada filmografía de los documentales largos mexicanos relativos a los sucesos revolucionarios ocurridos en ese periodo.

Miquel dijo que antes de este libro “trabajaba sobre el cine mudo, por lo que ya tenía algo de información. Luego vino el centenario de la Revolución, en 2010, y participé en el proyecto Cine y Revolución, que encabezó Pablo Ortiz Monasterio, por lo que salió otra información y tuve el privilegio de conversar con colegas que trabajaban en el mismo proyecto y habían logrado descubrimientos muy interesantes.

“Luego me eché un clavado al Archivo Histórico de la Ciudad de México para ver todos los programas de exhibición en la capital de todos los días, de 1910 a 1916… ¡miles de programas! De esto salieron muchos datos nuevos que, junto a lo que ya tenía, más lo que hicieron los maestros, completó un corpus, y, trabajadito, dio lugar a este libro.”

Miquel halló nuevas películas, información sobre personas, empresas y, fundamentalmente, “determina el número de documentales largos de la Revolución producidos desde que Francisco I. Madero llamó la atención de la prensa de forma masiva al tomar Ciudad Juárez, hasta la ocupación de la ciudad de México por los constitucionalistas en 1916. La filmografía determina que se rodaron 26 películas largas; señalo quiénes fueron los autores, cuántos días se exhibieron, en qué cines y cuáles fueron sus acuerdos de producción, su estructura, algo que se había perdido porque las cintas no llegaron a nuestros días tal como se proyectaron, sino en pedazos y desestructuradas. Había información de algunas; otras tenían los autores equivocados… se depuraron esos datos.”

Resaltó que la Filmoteca de la UNAM resguarda esas películas, ¡y están fantásticas!

En el proceso se emocionó al ver imágenes con Francisco I. Madero como protagonista. Se nota el entusiasmo popular, como no se veía en México hacía mucho tiempo, que suscitó su victoria sobre Porfirio Díaz. Ese cine sí da cuenta de Madero como apóstol, como el líder popular. Son películas propagandísticas con una imagen positiva de ese personaje de la historia. Del mismo modo, las cintas que dan testimonio de las victorias constitucionalistas, ofrecen una imagen positiva de éstos. Son películas de propaganda.

Para Miquel este libro tiene un valor en sí y espera que no esté sujeto a la temporalidad, a las efemérides, al centenario de la Revolución o a la Decena Trágica. “Es un momento de la historia del cine en el que salieron los documentales largos de la Revolución y en que se transformó la estructura de la exhibición, al crearse la costumbre de ver cada vez más películas largas, puesto que antes se solía ver cortos.

Hacia 1910-1911 comenzaron a producirse y verse películas largas. Eso determinó en México el nacimiento de la crítica de cine. Las cintas largas dan lugar a un análisis pormenorizado. ¿Qué se podía decir de un corto de 15 minutos? No mucho. Un largo puede considerarse una obra artística.

Parte del propósito de este libro es contar cómo surgieron en diversos medios periodistas que fueron incorporando palabras del lenguaje cinematográfico y describiendo los argumentos o creando una primera cultura del cine en los medios impresos.

Agregó que el filme más popular del periodo estudiado es la serie que trata lo relativo a Madero. “No había películas mexicanas de ficción; sólo se tenían documentales… aunque sí había una de ficción, que hicieron los hermanos Alva. De las extranjeras, la que más éxito tuvo fue la italiana Quo vadis, que causó expectación por el dinero que se invirtió en ella. Fue una superproducción.”

En 1917 surge la ficción

Se centró en el periodo 1910-1916, “porque en 1917 comenzó el cine de ficción, muy analizado por los historiadores. El documental estaba incluido en la estructura de las exhibiciones. Noventa por ciento de la exhibición era extranjera, aunque Estados Unidos no figuraba; eran, básicamente, cintas europeas, casi todas francesas e italianas.

De las mexicanas, algunas fueron muy populares; las de Madero y las de la Decena Trágica se exhibieron cientos de veces. Había unos cinco cines caros y elegantes, como El Salón Rojo, que se localizaba en Madero y Bolívar. En esas calles había tres cines importantes que traían los estrenos. Eran como plazas comerciales, con cafés. Otros eran intermedios y unos más de tercera categoría, en los barrios, adonde llegaban las películas mucho tiempo después. Sin embargo, en todas se exhibían los documentales sobre la Revolución. Todas las clases sociales querían verlos. Los cineastas eran periodistas que sabían muy bien su oficio.

Este libro se presentará también el martes 26 de febrero a las 16:30 horas en el Festival Internacional de Cine de la UNAM (Ficunam), en la sala Carlos Chávez, del Centro Cultural Universitario, y el lunes 4 de marzo, a las 13 horas, en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara.

Este libro tiene un costo de 300 pesos, con 50 por ciento de descuento a la comunidad de la UNAM e Inapam, con credencial vigente. De venta en la tienda de la Filmoteca de la UNAM (Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, frente a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales).