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El emblemático actor de Cuba habla en entrevista de su faceta de realizador

La sociedad cubana ha evolucionado en aspectos que defendió Fresa y chocolate: Jorge Perugorría

Se vende, que ganó un premio en el festival de La Habana y que estrenará en marzo en la isla, sobre los jóvenes que se quedan en el país, trabajando y luchando para construir sus sueños

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Jorge Perugorría durante la dirección de su más reciente película
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En un fotograma de Fresa y chocolate, con Vladimir Cruz
 
Periódico La Jornada
Lunes 25 de febrero de 2013, p. a12

Jorge Perugorría es uno de los nombres más recurrentes del cine cubano. El Diego que interpretó en Fresa y chocolate (Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío) lo catapultó, y actualmente es uno de los actores de Cuba más reconocidos en el mundo. Es un hombre sencillo que vive al lado del mar con su familia y sus perros.

Desde hace unos años Pichi, como se le conoce, expandió sus fronteras en el arte, descubrió la pasión por la pintura y comenzó a dirigir cine. Su más reciente propuesta es Se vende, que obtuvo el Coral en la categoría de premio del público en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, en diciembre pasado, y se estrenará el próximo marzo en Cuba.

Con el interés de difundir los proyectos del actor, la oficina de prensa de la embajada de Cuba en México proporcionó a La Jornada una conversación entre el histrión y el sitio Cubasi.

“Para mí es una alegría enorme tener dos Corales. A título personal, es un orgullo. Cuando me dieron el premio por Fresa y chocolate se lo dediqué a los que, como Diego, habían tenido que irse de Cuba. Veinte años después el premio por Se vende lo dedico a los que nos hemos quedado. Eso es parte de la historia de la película, que habla de jóvenes que permanecen aquí luchando, trabajando y queriendo construir sus sueños en la isla. Siempre es emocionante un Coral porque el festival de La Habana representa mucho para los que hacemos cine en Cuba, es parte de nuestra formación, de nuestro crecimiento.”

Se vende es algo muy diferente a su opera prima, Afinidades. ¿Por qué se decidió esta vez por la comedia?

Afinidades viene de las afinidades entre Vladimir Cruz y yo, que hemos tenido una relación profesional y de hermandad desde Fresa y chocolate. Con la idea de empezar a dirigir, juntamos fuerzas y resultó ese filme. En ese momento yo me puse en función de la historia que Vlado quería contar, del cine que a él le interesa. Luego hice Amor crónico, la gira de Cucú Diamantes en Cuba, su regreso a la isla, que se parecía mucho al documental que yo había hecho, Habana abierta, también sobre el retorno de esos músicos aquí.

“Lo hice de la forma en que me gusta abordar el audiovisual: con homenajes al cine cubano y a directores como Titón, Tabío, Humberto..., a quienes les debo mucho. Se vende está también en esa línea, es un cine que tiene más que ver conmigo, con esa tradición del humor, de cine inteligente... es el tipo de cine que me gustaría seguir haciendo.

“Es una comedia de humor negro, en la que la muerte es un pretexto para hablar de la vida. En Se vende tuve la suerte de tener un elenco maravilloso, encabezado por Dainelis Fuentes (la protagonista), Yuliet Cruz, Mario Balmaseda, Mirta Ibarra y otros actores emblemáticos del cine, el teatro y la televisión cubana, en pequeños personajes. La música del filme es de Andrés Levin, con quien ya había trabajado en Amor crónico. La banda sonora también es de lujo, con canciones originales hechas para la película, como la de Juan Formell y Los Van Van...

Estamos locos de que la gente en Cuba vea la película; está hecha para los cubanos, aunque es una historia para cualquier público. La realidad de Nácar, la protagonista, es parte del mundo que su generación ha heredado. Su historia va más allá de la política, de lo local, afirma el realizador.

–Ya tiene la plástica de su lado, ¿piensa incursionar también en la música?

–No, qué va... la música me gusta en las películas y para dirigir algún espectáculo, pero no para hacerla yo, ni para cantar tampoco (risas). Para eso están mis hijos, que casi todos son músicos.

–¿Cree que existe un sentimiento especial en el hecho de estar de un lado y otro de la cámara en una misma película, como director y protagonista?

–Lo que hay es una gran dificultad, realmente es estresante. Es algo que no pienso volver a hacer. En mis próximos trabajos estaré como actor o director, pero no los dos a la vez.

Adaptará cuento de Miguel Barnet

Jorge Perugorría adelanta que entre sus próximos proyectos están llevar a la pantalla grande el cuento Fátima y el parque de la fraternidad, de Miguel Barnet.

“Pienso hacer próximamente casting para encontrar quién haga el personaje, que es complejo, maravilloso. Me recuerda mucho al Diego de Fresa y chocolate, que también viene de un cuento, de Senel Paz. Ambos textos han sido premio Juan Rulfo.”

Perugurría comenta sobre las adaptaciones de la literatura al cine. “Hay coincidencias de este tipo en varias películas que he hecho como actor o director. Es atractiva la idea de llevar la literatura al cine.

Hay cosas fascinantes. Siempre es un gran reto trasladar el lenguaje de la palabra escrita al mundo de la imagen y el sonido, me encanta.

–Y como actor, ¿qué estás haciendo ahora?

–Estoy trabajando con Marilyn Solaya en su película Vestido de novia, ya vamos a empezar a rodar. También pienso hacer algo con Arturo Sotto en un proyecto que inicialmente se llamó Decamerón habanero.

–El Diego de Fresa y chocolate lo consagró en el cine cubano. ¿Qué sigue sintiendo por ese personaje y qué significa para usted esa película, que cumple 20 años?

–Siempre he dicho que Diego fue un punto de giro en mi vida, no sólo en mi carrera. Yo era un joven actor que soñaba y ese personaje me abrió las fronteras del cine, me permitió hacer cine en Europa y en Latinoamérica.

“Creo que lo que soy ahora se debe a esa experiencia maravillosa. Lo más bonito es ver cómo la sociedad cubana ha evolucionado en muchas de las cosas que defendimos en esa película y que en aquel entonces eran intolerables. Para mí esa cinta es algo especial. He crecido con mis amigos. He tenido la suerte de tener muchos muy talentosos que me han enriquecido, me han hecho ser mejor.

Sobre su reconocimiento internacional afirmó: Por suerte, la propia isla es un antídoto a la vanidad. Aquí la fama que uno relaciona con la vanidad es muy difícil de cultivar. La realidad supera lo que uno intente creerse. (Risas) En Cuba a los artistas no se les puede ir la cabeza en ese sentido porque la cabeza hay que tenerla como los pies, en la tierra.