Opinión
Ver día anteriorLunes 25 de febrero de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Retrato Gonzo
Y

a que la figura de Óscar Zeta Acosta (OZA), el antihéroe chicano y autor por mérito propio, quedó fatalmente unida a la del célebre periodista y escritor Hunter S. Thompson (HST), pues que sea éste quien lo retrate. ¿No lo convirtió en su personaje? Además, la actitud del abogado chicano le permitió caracterizar lo gonzo del periodismo que practicaba, ese donde el cronista interviene como parte de la historia, en ocasiones de manera estrepitosa.

Óscar era un niño salvaje. Pisaba fuerte donde quiera que se apersonara, y muchos le temían. Su cumpleaños no está señalado en ningún calendario y su muerte pasó desapercibida, pero el hoyo que dejó fue inmenso y nadie intentó siquiera suturarlo. Era un jugador. Era Grande. Así va la tonada de Thompson en la elegía a su camarada que es prólogo a La revuelta de los cucaracha (Vintage Books, 1989), el inclasificable segundo y último libro de la saga de Acosta.

“Nunca me gustó escribir sobre él, porque me hace pensar demasiado, y no encuentro las palabras adecuadas para expresar la terrible alegría que llevaba consigo adonde fuera. Había que haber estado ahí, supongo, y ustedes deben comprender que este hombre nunca se sentía a gusto si no era en compañía de gente todavía más loca que él.

“Había más piedad, locura, dignidad y generosidad en esa bala de cañón morena –siempre con sobrepeso, sobrecarga de trabajo y sobreindulgencia consigo mismo– de las que hallaríamos bajo cualquier empaque humano, aún con el triple del volumen de Óscar, por el resto de nuestras vidas, que de por sí se adelgazaron, pues el podrido gordo tuvo la gentileza de esfumarse.”

El par se conoció en el verano de 1967 (el mero Summer of Love californiano). OZA “había dejado atrás lo que llamaba su ‘romance con La Ley’, que se le terminó igual que su temprano celo misionero, y tras un año de llevar casos en un ‘centro legal para pobres’, en el este de Oakland”, optó, dice Thompson, por los métodos de los Panteras Negras para enfrentar a las leyes y las Cortes en Estados Unidos.

Según esto, OZA practicaba definitivamente una política confrontacional, lo mismo en los bares, los tribunales o las calles, si era necesario. Óscar no estaba seriamente metido en la pelea callejera, apunta Thompson, pero “era el infierno sobre ruedas en una riña de cantina. Cualquier combinación de 250 libras de carne mexicana en LSD-25 es una amenaza potencial para lo que se le ponga al alcance. Y si el presunto mexicano resulta ser un abogado chicano profundamente indignado, sin miedo a nada que camine en menos de tres patas, y con la convicción suicida de que morirá a los 33 años –igual que Cristo–, tiene usted entre manos una auténtica joyita.

Sobre todo si el sujeto ya tiene 33 años y medio, la cabeza atiborrada de ácido Sandoz, una Mágnum .357 cargada al cinto, un guardaespaldas chicano sobre sus hombros con el hacha desenvainada todo el tiempo, y el desconcertante hábito de salir al porche a vomitar géiseres de sangre pura cada que su feroz úlcera no tolera más caballazos de tequila.

Óscar Zeta Acosta, mi muchacho, mi hermano, mi socio en tantísimas fechorías, proclama Thompson. ¡Atrás! Se ha ido. Pero aún en la memoria levanta ventarrones capaces de volcar los carros en la autopista. Fue un monstruo. Una criatura de nuestro siglo, más rápido que Bo Jackson y más loco que Neal Cassady (siendo éste el héroe de En el camino, de Jack Kerouac, y el primero un atleta prodigioso lo mismo en béisbol de Grandes Ligas que en futbol americano y carreras de fondo).

Cuando el Búfalo Café desapareció, perdimos una de esas notas altas que nunca más escucharemos. Óscar era uno de los prototipos de Dios, alguna clase mutante de alto calibre que nunca se consideró para producción masiva. Era muy raro para vivir y más raro para morir.

Esto es gonzo. ¿Qué significa el calificativo? Hay cierta controversia, pero es claro que el término fue acuñado para HST por su colega Bill Cardoso, del Boston Globe, al comentar con entusiasmo un reportaje seminal del primero en 1970 sobre la depravación del derby de Kentucky, donde el cronista la armó gordísima. ¡Esto es gonzo puro!, habría escrito Cardoso, empleando una expresión común entre los irlandeses del sur de Boston para referirse al último hombre en pie al final de una borrachera.

A HST le gustó el término, lo adoptó para denominar su estilo, y en un par de ocasiones lo representó en Acosta, más gonzo que él mismo, y no sólo por su desaforado estilo de vida, sino también por su estilo narrativo, aunque el autor chicano nunca es nihilista como HST; antes bien fue acusado, o ensalzado, como anarquista. En el movimiento chicano lo tildaban de rojillo (commie), cariñosamente. Y una referencia adicional: en la delirante comedia Where the Buffalo Roams (Art Linson, 1980), Bill Murray representa a HST tratando de cubrir un Súper Tazón, y Peter Boyle a OZA, su impresentable abogado Carlos Lazlo. Dos tipos de cuidado.