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México SA

Empleo: las cuentas del BdeM

Actividad industrial a la baja

Cordero: mi no comprende

T

ras la aprobación de la llamada reforma laboral, los dos primeros reportes oficiales en materia de empleo (diciembre de 2012 y enero de 2013) arrojan resultados que ni de lejos avalan la euforia gubernamental por el futuro venturoso que tal legislación proveería a los trabajadores, ni mucho menos soporta el entusiasmo patronal de que ahora sí –ya con la mesa puesta y el traje a la medida– se crearían plazas laborales al por mayor en el sector formal de la economía. En los hechos, tales reportes documentan la constante pérdida de plazas laborales en los primeros 60 días de estancia del nuevo PRI en la residencia oficial.

Paralelamente, los informes –también oficiales– sobre el achacoso comportamiento de la economía mexicana no ayudan a vislumbrar una masiva creación de puestos de trabajo en la economía formal, aunque sí en la informal, donde se nutren, por llamarle así, 60 de cada 100 trabajadores en México. La actividad económica en el país muestra desaceleración y lo mismo en la del vecino del norte, de la que la primera depende en grado sumo. Esos son los hechos reportados por el propio gobierno federal, el cual si bien mantiene que no ha cambiado el discurso de un México prometedor, cuando menos ha sido cauto en utilizar los términos marineros de la administración pasada (recuérdese aquello del navío de gran calado).

Aun así, el Banco de México insiste en que la reforma laboral es la octava maravilla y estima que en los próximos cinco años (en promedio), el producto interno bruto potencial crezca 0.15 puntos porcentuales adicionales y que se generen 370 mil empleos más con respecto a su propia estimación previa. Para este organismo, el mayor crecimiento económico se explica por los siguientes factores: reducción en la tasa de desocupación (TD) en jóvenes (-1.5 puntos porcentuales), gracias a los contratos de prueba, capacitación y temporales. Como efecto de lo anterior, el PIB crecería en promedio 0.045 puntos durante los próximos cinco años.

Además, lo siguiente contribuiría a la materialización del prometido futuro venturoso: migración parcial de trabajadores asalariados de medio tiempo que laboran actualmente en el sector informal hacia el sector formal, por la introducción de empleos y salarios por hora. El cambio aportaría 0.008 puntos porcentuales más a la tasa de crecimiento del PIB. Por si fuera poco, dice el Banco de México, se observan menos barreras a la contratación en el sector formal por la reducción en el costo de los salarios caídos (equivalente al 20 por ciento del costo laboral). Esta acción traería como consecuencia un incremento adicional de 0.017 puntos porcentuales en el crecimiento del producto interno bruto.

De igual forma, aduce, la eliminación de la cláusula de exclusión reducirá las barreras de contratación (20 por ciento), trayendo como consecuencia un crecimiento adicional en el PIB de 0.012 puntos porcentuales. Dado que los empleos formales son 13 por ciento más productivos que los informales (estimación de Banxico), el mayor número de empleos formales ocasionaría un efecto positivo sobre el PIB, con un incremento equivalente a 0.061 puntos porcentuales. En conjunto, el crecimiento económico generado por estos factores incrementaría el empleo formal en 370 mil plazas.

Los idílicos planteamientos del Banco de México fueron condensados por el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, el CEFP, el cual subraya que es importante mencionar que el incremento estimado es un promedio de los próximos cinco años. Por ello, el Banco de México estimó que se generarán entre 550 y 650 mil empleos formales durante 2013, es decir, apenas 50 mil plazas adicionales a su estimación previa, o lo que es lo mismo, nada ante la urgencia de millones de mexicanos de colocarse en el mercado laboral.

Lo anterior, desde luego, en el mejor de los casos, porque para generar empleo se requiere inversión y para que ésta fluya es necesario crecimiento económico, algo que ha brillado por su ausencia a lo largo de las tres últimas décadas, y que –no es por desanimar– seguirá ausente. De ello da cuenta el propio CEFP, que advierte que la actividad industrial en México cerró 2012 con una caída en diciembre, tanto mensual como en su comparación anual. Así, con relación al mes previo y sin efecto estacional, la producción industrial descendió 2.08 por ciento, su mayor contracción mensual desde julio de 2009, esto como resultado del decremento de todos sus sectores: construcción (-2.67 por ciento), minería (-2.05), industrias manufactureras (-1.07) y electricidad, agua y gas (-0.49), lo que no aporta muchos elementos para prever mayor empleo.

En términos anuales, detalla el citado centro de estudios, la caída fue de 1.1 por ciento real respecto al último mes de 2011, la primera desde diciembre de 2009. Por sector económico, la construcción retrocedió 5 por ciento y las industrias manufactureras 0.9 por ciento; mientras la minería avanzó 2.4 por ciento y electricidad, agua y gas por ductos al consumidor final aumentó 0.1 por ciento, en el mismo periodo. Esta contracción observada puede explicarse por el menor dinamismo que tuvo la industria estadunidense en los últimos meses de 2012, que incidió en el desempeño de las ramas manufactureras vinculadas a la demanda externa de ese país, como equipo de transporte, equipo de generación eléctrica y aparatos y accesorios eléctricos, principalmente. Aunque también disminuyó la fabricación de otras ramas, por ejemplo, muebles y productos relacionados; impresión e industrias conexas, y maquinaria y equipo, entre otras.

Las rebanadas del pastel

Tres tristes secretarios calderonistas de Hacienda hacen como que la virgen les habla y fingen demencia sobre los dineros de Elba Esther. Por ejemplo, Ernesto Cordero (hoy en el Senado de la República) dice mi no comprende. Asegura que no registró ni se dio cuenta de nada, especialmente de los casi mil 700 millones de pesos que la dependencia a su cargo, con Calderón en Los Pinos, le canalizó a la susodicha sólo por concepto de día del maestro. Puntualmente, cada mayo la SHCP depositó muchos millones de pesos con, aparentemente, ese fin (353 millones en 2012; 306 millones en 2011; 302 en 2010; 256 en 2009; 245 en 2008 y 220 en 2007). ¿Y de dónde sale la información? ¡Sorpresa!: de la Secretaría de Hacienda. México ocupa la última posición en la OCDE en calidad educativa, pero sí hay dinero, y mucho, para engordar las cuentas de, por ejemplo, la guerrera. Lo mejor del caso es que nadie se acuerda y menos se dio cuenta, según Cordero.