Política
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A la mitad del foro

Rectoría del Estado o imperio del espectáculo

V

amos a restablecer la rectoría del Estado, dijo Enrique Peña Nieto el 1º de diciembre de 2012. En febrero de 2013, aprobada por ambas cámaras del Congreso de la Unión la reforma educativa, Emilio Chuayffet diría que se trataba de una decisión del constituyente permanente, que con esa reforma se restauraría la rectoría del Estado en la educación. Elba Esther Gordillo ha sido encarcelada. Que se trata de un asunto jurídico, de cargos bien documentados, declaró lacónicamente Jesús Murillo Karam, procurador general de la República.

Hechos consumados. Pero hay que subrayar la explícita intención de restablecer la rectoría del Estado. La fortaleza misma, las facultades del poder constituido, y la reconstrucción de instituciones minadas a lo largo de tres décadas. Acto de gobierno, ejercicio incontestable del poder, en tanto se trate de facultades expresas y se aplique la ley con respeto a los derechos individuales, a los derechos humanos; al estado de derecho tan llevado y traído en los largos años de olvido, de no cumplir con la obligación de garantizar la seguridad de los mexicanos, en sus personas y en sus bienes. A estas alturas de la transición entrampada, incapaz de retomar le reforma del Estado y dar paso a un nuevo régimen, no basta encarcelar a la dirigente eternizada y fortalecida por la colusión político-empresarial; no basta la inmediata aceptación del SNTE, herederos y allegados de la maestra Gordillo que optaron por defender... la permanencia del mando sindical.

No basta. Es un paso firme en el proceso de restablecer la rectoría del Estado; dejar atrás la sumisión del Estado mismo a los dueños del dinero, a los oligarcas encumbrados por la persistencia del antiguo régimen (y esta no se reduce a los años del priato de todos tan temido), pero no basta. La reforma educativa, en tanto restauradora de la rectoría estatal, ha de fincarse en la expresa declaración de atender a la educación pública, gratuita y laica; ha de afirmar las bases científicas, la primacía de la razón, el reconocimiento expreso de ser inversión y no gasto, aunque así se incluya en los presupuestos de ingresos y egresos. Y ese primer paso facilitaría la conciliación de las reformas energética y hacendaria, consolidaría el pacto tripartita por medio del cual pudo hacer política el gobierno de Enrique Peña Nieto en cuanto tomó posesión del Poder Ejecutivo.

Hasta hoy todo ha girado en torno al poder que la maestra Elba Esther Gordillo ejerció por tácita renuncia de los titulares del poder constituido. Unos días antes de su aprehensión, entrevistada por Adela Micha en Televisa, hablaría del momento en el que vio a Carlos Jonguitud Barrios subir cabizbajo, derrotado, las escaleras de Los Pinos que conducían al despacho de Carlos Salinas de Gortari: A mí nunca me sucedería eso, dijo Elba Esther Gordillo, quien recibió del poder presidencial el liderazgo. Y de inmediato pactó con Manuel Camacho Solís. Llegó la dura caída. Los dioses ciegan a quienes quieren perder. Pero en el viejo sistema político se iban a rumiar su caída, con su riqueza a salvo.

En 1943 se consolidó el SNTE. Su primer dirigente, Luis Chávez Orozco, duró un año en el cargo. Paso a paso el combativo sindicato se integraría al sindicalismo oficialista. Pero el apostolado del magisterio rural y la rebeldía urbana se expresaron en movimientos sociales combativos, irreductibles como el encabezado por Othón Salazar. Manuel Sánchez Vite, cuyas huelgas derribaron a un secretario de Educación, llegó a ser presidente del CEN del PRI de 1970 a 1972; luego a gobernador y al olvido. Caciques de prolongado control hubo apenas dos: Jesús Robles Martínez y Carlos Jonguitud Barrios. Pero sólo la hoy encarcelada impuso su voluntad al inquilino de Los Pinos y convenció a los alternantes que podían contar con millones de votos para el triunfo electoral de quien dispusiera la voluntad de la maestra milagrosa.

Lo de Vicente Fox resultó parodia de Gogol y la pareja presidencial premió con almas muertas a la dirigente magisterial que elaboró un catecismo de moralinas en honor a Marta Sahagún. Pero lo de Felipe Calderón empezó con la tarea de convencer a gobernadores priístas a no apoyar a Roberto Madrazo; alto fue el pago de la gestión jesuítica: la inusitada concesión, no de influencia sino de la facultad de designar a los directores del Issste y de la Lotería Nacional, así como al subsecretario de Educación, su yerno, para que no hubiera duda alguna. Lo del pleito con Roberto Madrazo siguió al fallido intento de imponerse a Manlio Fabio Beltrones en la CNOP; y a la insurgencia de los diputados del PRI que la desconocieron como coordinadora de la bancada. A su expulsión del PRI.

Pero no bordaba en el vacío la maestra que vio a Jonguitud subir las escaleras de Los Pinos para hundirse en el olvido. La creyeron dueña de facultades extraordinarias, capaz de hacer o deshacer cualquier carrera política. En política lo que parece, es. La hicieron poderosa. El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, dice Lord Acton. Y enloquece a quienes lo ejercen sin más control que el de una opinión pública tan veleidosa que manifiesta admiración por las galas de los poderosos al tiempo en que las condena con indignación. En los primeros días de 2012, el PRI de Enrique Peña Nieto anunció que no iría en coalición con el Panal a las elecciones de julio. No entendió o no quiso aceptar la realidad.

El 1º de diciembre Enrique Peña Nieto dio a conocer a los integrantes de su gabinete: secretario de Educación, Emilio Chuayffet; el mismo que encabezó el movimiento de la bancada del PRI que desconoció el liderazgo de Elba Esther Gordillo en San Lázaro. Y después de rendir protesta ante el Congreso de la Unión, Enrique Peña Nieto anunció que emprendería la reforma educativa; prioridad de la nación, que demandaba restablecer la rectoría del Estado en la educación. El conflicto no puede atribuirse y menos todavía extenderse al sindicalismo. Estamos ante una severa crisis del Estado. Mientras aquí se hablaba de crisis de gobierno por la incapacidad del Ejecutivo para acordar con el Poder Legislativo, en el mundo entero declaraban Estado fallido al mexicano.

Elba Esther Gordillo ya está ante un juez de lo penal. Los tres partidos del pacto que reivindicó el quehacer político emprenden su respectiva adaptación al proceso de gobernar sin mayorías absolutas; al rediseño de sus proyectos, de su narrativa, de sus programas. De sus ideologías aunque las hayan declarado muertas quienes se adelantaron al fin de la historia.

Hoy concluye la asamblea nacional del PRI. Los prolegómenos eludieron la crisis del Estado cuya rectoría llama a restablecer. La atención fija en el IVA a medicinas y alimentos; en las confusas adaptaciones a Pemex. La conversión en empresa eficiente, pero sin precisar cómo liberarla de la expoliación del fisco. Un PRI libre de tabús, dijo César Camacho. Sí, pero ante todo el del neoconservadurismo que impuso el dominio del mercado sobre el gobierno, sobre el Estado mismo; la austeridad a costa de los pobres y el gasto público al servicio de los ricos.

No es tabú el petróleo propiedad de la nación. Es base fundamental de la rectoría económica, del Estado que convocan a restaurar. La reforma energética ha de seguir a la hacendaria. Sea cual sea la agenda legislativa. No es lo mismo atrás que en ancas.