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El Arcángel del documental en AL habló en el FICG sobre la verosimilitud en el género

El cineasta debe crear expresiones bellas de temas terribles: Ruffinelli

El documental ha recuperado espacios intelectuales y artísticos

Los 17 trabajos que he visto en este festival me han dado algún tipo de placer, dijo quien también es juez del certamen

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El especialista Jorge Ruffinelli, en el FICGFoto Arturo Campos Cedillo
Enviado
Periódico La Jornada
Sábado 9 de marzo de 2013, p. 6

Guadalajara, Jal., 8 de marzo.

Presente en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), el llamado Arcángel del documental en Latinoamérica, Jorge Ruffinelli, habló sobre la verdad en este género cinematográfico: La verosimilitud es la apariencia de ser real; es decir, un cine falso puede ser verosímil y un cine auténtico puede no serlo. La manera en que se presenta es lo que llamamos la verdad cinematográfica.

Para complementar su anterior respuesta agrega: “Por ejemplo, como Horacio Quiroga dice en Los trucos del perfecto cuentista, saber cómo llegar a la gente, y eso no sólo es cosa de cineastas: todos queremos saber cómo, por ejemplo, para enamorar a una chica; entonces, en el cine ese es el propósito de todos los directores: llegar a todos sus espectadores”.

Para tal efecto, se debe hacer uso de procedimientos legítimos y legales, para crear una expresión bella o hermosa, aunque los temas sean terribles. Siempre digo que si se va a hacer un documental sobre víctimas, lo mínimo que exigen es que los presentes de manera digna, no de forma miserable.

Académico, jurado, cineasta

Jorge Ruffinelli es profesor de estudios ibéricos y latinoamericanos en la Universidad de Stanford. En 1973 fue profesor adjunto de literatura latinoamericana en la Universidad de Buenos Aires. En 1974, emigró a México, donde fue nombrado director del Centro de Investigaciones Lingüístico-Literarias en la Universidad Veracruzana.

Ha publicado más de 20 libros de literatura y crítica cultural, y más de 500 artículos en revistas y diarios del mundo. Es una autoridad reconocida en la obra de Onetti, García Márquez y Juan Rulfo, así como en la cinematografía latinoamericana. En 1993 realizó un documental sobre Augusto Monterroso, y actualmente desarrolla la enciclopedia del cine latinoamericano.

En Stanford ha sido director del Centro de Estudios Latinoamericanos en 1994, 1997 y 1998. A través de los años ha sido jurado en gran cantidad de premios literarios y encuentros de cine, entre ellos el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano (Cuba), San Sebastián y el festival de Trieste (Italia).

En otro momento de la charla con La Jornada, Ruffinelli, quien forma parte del jurado en el FICG, para elegir mejor documental refirió que este género ha recuperado espacios, no de proyección, sino intelectuales y artísticos. Hoy día se realizan documentales mucho más cuidados en la forma, por la expresión, no únicamente sobre el tema que, como se sabe, puede ser narcotráfico, violencia doméstica, belleza del jardín, flores o pájaros, cualquiera puede ser el tema, pero hay que saberlo tratar, porque si el cinedocumentalista piensa que basta con poner la cámara frente a lo que llamamos la realidad, no es suficiente. En los 17 documentales en competencia dentro del FICG y los 500 que he visto en los dos años recientes hay cuidado en el tratamiento fotográfico y en las historias personales... Claro que hay otros temas recurrentes, como la violencia, el suicidio, la frontera con Estados Unidos, el crimen organizado y el narcotráfico.

Para el realizador, cuando veo películas latinoamericanas en general hay muchas coproducciones; lo que tengo claro es que éstas ayudan a levantar un filme, lo que no sé es cómo ayudan a difundirlo; una vez que está terminado, cómo le van hacer para que se vea en México, Venezuela, Francia o donde sea, eso ya es un esfuerzo titánico, eso es lo que nos hace llorar todos los días, porque vamos de fracaso en fracaso.

Considera que la salud del documental en Latinoamérica es buena, ya no tiene fiebre y se le ha ido la tos; realmente hay muy buen documental en toda la región. Siempre que veo uno bien hecho me da alegría. Por ejemplo, en estos 17 documentales del FICG hay diversas formas de narrar, diversos temas y todos me han producido cierto placer: visual, estético, intelectual o artístico.

A consideración del maestro Ruffinelli: “Hay cineastas mexicanos, argentinos, brasileños, que no se consideran latinoamericanos, que son muy locales, que no creen en la noción de la latinoamericanidad. Creo en esta nacionalidad añadida al del lugar de donde hemos nacido, la cual es obligatoria; la nacionalidad latinoamericana es adquirida, porque deseamos serlo para diferenciarnos de los angloamericanos. Además, tiene carga política e ideológica, y hay cineastas que tratan de tocar realidades que no son del barrio, de la zona o de la región, sino que van más allá, pero no es una condición para el auge que hay del documental en el continente.

Ha ido evolucionando, hubo una época donde había mucho documental de denuncia, sobre todo en países donde hubo dictaduras, pero ahora, que políticamente ya no hay que denunciar esa dictadura, hay que hacerlo con otro tipo de problemas.