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Venezuela: Las exequias

Sostiene que viajó a Caracas por solidaridad, no por interés político

Los funerales devinieron en virtual cumbre regional, afirma Peña Nieto

Hace guardia luctuosa al lado de Martinelli, Humala, Mujica y Felipe de Borbón, entre otros

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Nicolás Maduro, presidente encargado de Venezuela, y Enrique Peña Nieto, durante los servicios fúnebres de Hugo ChávezFoto Reuters
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Periódico La Jornada
Sábado 9 de marzo de 2013, p. 4

Caracas, 8 de marzo.

La presencia de la mayoría de presidentes de América Latina y el Caribe en los funerales del líder venezolano Hugo Chávez se convirtió en una virtual cumbre regional, en un diálogo multilateral, declaró aquí el presidente Enrique Peña Nieto.

La región fue el centro de las conversaciones. El jefe del Ejecutivo mexicano lo calificó de encuentro casual previo al homenaje de Estado, donde hubo diálogo y se refrendó el interés para que sigamos trabajando de manera muy unida, en gran armonía de propósitos, y que todo ello sirva para fortalecer a las naciones de la zona.

Fue enfático al ubicar su asistencia a las exequias del presidente Chávez como un acto de solidaridad con esta nación. Venimos a expresar en nombre del pueblo de México nuestras condolencias a los hermanos venezolanos; acompañarlos en su duelo y expresar nuestras muestras de afecto y solidaridad.

Utilizó el mismo tono para descartar la existencia de algún interés político en este viaje.

El mandatario mexicano fue uno de los 32 jefes de Estado y de gobierno asistentes al homenaje póstumo organizado este mediodía por el gobierno de Venezuela a su presidente.

Fue un acto muy conmovedor, comentó Peña Nieto, quien además compartió que al término de la ceremonia el ahora presidente Nicolás Maduro, ya sin cámaras fotográficas ni de video, invitó a los mandatarios asistentes a ir de nuevo ante los restos de Chávez para, levantando la tapa del ataúd, permitir que le dieran en plano más íntimo el último adiós.

Aunque el presidente mexicano y el fallecido líder venezolano no se conocieron, desde que tuvimos información de su enfermedad estuvimos muy atentos e invariablemente transmitimos el saludo fraterno a nuestros hermanos venezolanos a través de sus autoridades. Así lo hicimos también en el último encuentro con el presidente Maduro en la cumbre de la Celac en Chile a finales de enero, destacó el jefe del Ejecutivo.

Las notas del himno nacional de Venezuela –interpretadas por la Orquesta Sinfónica Nacional bajo la batuta del prestigiado director Gustavo Dudamel, quien al mismo tiempo cantaba– fueron apenas el inicio de un conmovedor homenaje póstumo al líder de este país.

En la Casa de los Sueños Azules, dentro de la Academia Militar, estaban la mayoría de presidentes latinoamericanos y representantes de otras 54 naciones. Destacó la asistencia de los presidentes de Irán, Mahmud Ajmadineyad, y de Bielorrusia, Aleksandr Grigórievich Lukashenko.

Mientras, en los accesos a este enorme complejo de las fuerzas armadas decenas de miles de venezolanos continuaban tristes, pero determinados a llegar ante el féretro de Chávez y no se cansaban de repetir su apoyo al comandante de la revolución bolivariana ni trataban de ocultar las lágrimas.

En el complejo militar el acto póstumo oficial tuvo una fuerte carga simbólica ante la cual nadie permaneció indiferente.

Al mismo tiempo, en un auditorio anexo al salón donde se realizaba la ceremonia, las defectuosas imágenes de la televisión no fueron obstáculo para medir la cercanía de algunos de los mandatarios presentes con la causa de Chávez, y viceversa.

Antes, las personas ubicadas frente al edificio de la Academia Militar se habían encargado de hacer esa misma distinción al ovacionar a su arribo para esta cita a los presidentes Raúl Castro, de Cuba; Evo Morales, de Bolivia, y Rafael Correa, de Ecuador. Ya en la ceremonia, el contraste entre los aplausos para Ajmadineyad y los aislados silbidos para Felipe de Borbón, heredero de la corona española, lanzados desde el mismo auditorio, no pasaban desapercibidos.

El féretro con los restos de Chávez permanecía cerrado y cubierto con la bandera nacional.

Tras las notas del himno, Maduro recibió de un cadete la espada original del libertador Simón Bolívar y realizó uno de los gestos más conmovedores de ese momento, cuando colocó el arma sobre el ataúd en un acto de entrega de la más preciada reliquia libertadora de este país.

Enseguida y en una acción que emocionó a propios y extraños, los altos mandos militares de Venezuela colocaron con marcado simbolismo, unas sobre otras, sus manos en la espada y el féretro.

El programa prosiguió con las guardias luctuosas de un minuto de los jefes de Estado y de gobierno. Éstas fueron realizadas, en primer lugar, por los presidentes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), instancia de la que Chávez fue auspiciador principal: Raúl Castro, de Cuba, presidente pro témpore del organismo y quien despidió al líder venezolano con el saludo militar, y Sebastián Piñera, de Chile.

En ese mismo turno hicieron guardia los presidentes Evo Morales, de Bolivia; Daniel Ortega, de Nicaragua; Laura Chinchilla, de Costa Rica; Rafael Correa, de Ecuador, y Danilo Medina, de República Dominicana.

El gobierno venezolano dispuso para el resto de las guardias el orden alfabético para el resto de los países representados aquí por sus mandatarios.

Así, a Peña Nieto correspondió en el tercer turno, y acudió a rendir homenaje a Chávez junto con, entre otros, los presidentes de Panamá, Ricardo Martinelli; Ollanta Humala, de Perú, y José Mujica, de Uruguay, así como la primera ministra de Jamaica, Portia Simpson-Miller, y Felipe de Borbón, heredero del trono español.