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Dejen que el presidente descanse en paz; esta contienda es entre Nicolás y yo: Capriles

Maduro promete al comandante 10 millones de votos el 14 de abril
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Nicolás Maduro ondea una bandera ante la multitud de seguidores que se reunieron ayer en Caracas para apoyar su candidatura a la contienda por la presidencia de VenezuelaFoto Ap
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Periódico La Jornada
Martes 12 de marzo de 2013, p. 27

Caracas, 11 de marzo.

Los postes que rodean la sede del Consejo Nacional Electoral (CNE) –muy cerca de la Asamblea Nacional y también del Palacio de Miraflores– amanecen llenos de carteles con una de las mejores fotos de Hugo Chávez, vestido de civil pero haciendo el saludo militar. La tipografía quiere parecer grafiti: Maduro, desde mi corazón.

En las banquetas decenas de vendedores ofrecen fotomontajes, camisetas, gorras y varios objetos más en los cuales se ha estampado una consigna: Chávez por siempre.

Siempre ha sido así. La diferencia es que ahora en los fotomontajes se ha sumado la figura de Nicolás Maduro Moros, el ungido por Chávez antes de partir a Cuba a su última y a la postre fatal cirugía.

La ocasión es el registro de la candidatura del autobusero, quien llega al sitio, repleto de simpatizantes, manejando un microbús. Maduro al volante de la revolución, se lee en otros carteles.

Nicolás no es Chávez, dice el candidato opositor Henrique Capriles. Soy el hijo de Chávez, responde Maduro, aunque el fallecido presidente sólo le llevaba ocho años.

“Sería un error homologar a Chávez. Esas imitaciones suelen ser grotescas… El mejor aporte que puede dar Maduro al proceso bolivariano y al chavismo es ser Maduro, con todas sus cualidades y virtudes, con todos sus errores, y tratar de mejorar esos aspectos en los cuales Chávez ponía tanto énfasis, como el cumplimiento y seguimiento de los programas y proyectos”, dice el político y periodista José Vicente Rangel, en entrevista que publica el diario Ciudad CCS, fundado por Ernesto Villegas, actual ministro de Información del gobierno venezolano.

El redentor y el oráculo

Si Chávez es el padre redentor –así lo define Maduro el día de hoy–, José Vicente es presentado por el diario como el oráculo de la Revolución. Mitologías aparte, Rangel, quien fue vicepresidente de Chávez, es reconocido como uno de los poquísimos personajes que podían contradecir en público al extinto presidente.

En entrevista que concedió a este diario en 2007 –tras la única derrota electoral del chavismo, el referendo con el que pretendía reformar la Constitución–, Rangel se refirió a una declaración de Chávez de que la mayoría del pueblo no estaba lista para asumir un proyecto abiertamente socialista.

Dijo Rangel: No comparto esa afirmación del presidente, porque es contradictoria con su discurso sobre el poder popular.

José Vicente lograba que bajara el tono, era la voz de la moderación, dice un ex funcionario de la presidencia.

Rangel, de 83 años, es el encargado del discurso introductorio y de la presentación de Maduro, el candidato de la patria, el candidato de Chávez.

Maduro llora, cita a Chávez mil veces y se refiere a dos de los ángulos flacos de la revolución bolivariana que han estado en la agenda opositora desde hace años: la violencia en las calles y la corrupción.

Frente a la multitud que porta retratos de Chávez, Maduro promete combatir la irresponsabilidad, la indolencia y el burocratismo. Corrupto traidor, ¡vamos por ti!

En el larguísimo discurso, tropezando a ratos con las palabras, Maduro promete al comandante hacer realidad la cifra de votos que Chávez se fijó como meta y nunca alcanzó: ¡Diez millones por el buche!

Luego, en un lance desafortunado –o calculado, a saber– llama a su lado a su esposa, la hasta hoy procuradora general de la República, Cilia Flores, y dice con voz picarona: Yo sí tengo mujer, ¿oyeron? Me gustan las mujeres.

La alusión es clara, porque el candidato de oposición es soltero y no se le conoce pareja.

La multitud exige: ¡Beso, beso! Y Maduro besa a quien desde hoy es la segunda en el mando del comando de campaña Hugo Chávez. Qué bueno darle un beso a una mujer, ¿verdad?, machaca.

Eso es facho completamente, homofóbico, de extrema derecha, dirá, ya entrada la noche, el candidato Capriles, a quien curiosamente los chavistas acusan de militar en la extrema derecha. Yo creo en una sociedad sin exclusiones, dice el opositor en rueda de prensa.

Gracias a una resolución del Tribunal Superior de Justicia (TSJ), cuestionada por la oposición, Maduro es simultáneamente presidente encargado y candidato. Pero, al menos por ahora, no es todopoderoso. Siempre que se refiere a decisiones importantes, subraya que han sido tomadas por la dirección político militar de la revolución.

Y hay civiles y militares en el abultado comando de campaña que encabeza, como en la última campaña de Chávez, el sicólogo Jorge Rodríguez.

Están también las figuras que provienen del mundo castrense, como Diosdado Cabello Rondón, junto con Jorge Luis García Carneiro.

Hay ministros como Elías Jaua, Jorge Giordani y Rafael Ramírez (el poderoso presidente de PDVSA).

La familia Chávez está representada en el flamante vicepresidente Jorge Arraeza y en Adán Chávez, el hermano a quien el finado mandatario reconocía un papel en su formación ideológica.

Ernesto Villegas y Andrés Izarra se harán cargo de la propaganda y la contrapropaganda. Y de las relaciones internacionales el viceministro Temir Porras al lado del embajador en Brasil y discípulo de Ignacio Ramonet, Maximilian Sánchez Arvelaiz.

Detalles y nombres que no emocionan tanto a los reunidos, como cuando Maduro dice que él logró descifrar el alma de Hugo Chávez el hombre, al que logré conocer desde cerca y desde adentro. Yo puedo decirles cómo sentía, cómo pensaba, qué quería para su pueblo, cómo sufría por los humildes.

Maduro exhibe su lado místico: Siento que mi corazón se conecta con el de Chávez no tengo ninguna duda que su fuerza de luz se ha expandido y nos protege con sus bendiciones.

El candidato opositor, Henrique Capriles, se ha separado ya de su cargo de gobernador del estado de Miranda. El registro de Capriles es la antípoda del oficialista. Acuden a inscribirlo representantes de la treintena de partidos que forman la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), en un acto puramente administrativo.

El secretario ejecutivo de la MUD, Ramón Guillermo Aveledo, dice que todas las fuerzas de oposición irán unidas –aunque se registran otros seis candidatos de relleno– para librar una campaña por la democracia, en defensa de los derechos y en contra de la mentira y los abusos.

Como en octubre pasado, la oposición acusa ventajismo, porque todos los recursos del Estado, dice, se ponen al servicio de una candidatura. Ahora se añade, dice Aveledo, el uso de la figura de Chávez para cubrir las debilidades y carencias; buscan tratar la enorme desconfianza del chavismo popular hacia esta burocracia.

Por la noche, Capriles muestra ante las cámaras su registro como candidato presidencial y anuncia que todas las fuerzas que lo apoyan irán en una sola tarjeta (un solo logotipo en la máquina de votación).

Frente a las críticas de que en la contienda anterior los principales cargos estuvieron en manos de miembros de su partido (Primero Justicia), Capriles nombra coordinador de campaña al gobernador del estado de Lara, Henry Falcón, disidente del chavismo. El cuadro lo completan el alcalde del municipio Sucre (Caracas) y Ramón Guillermo Aveledo, quien ha sido desde el año pasado el principal vocero de la oposición.

Capriles vuelve a afirmar que Maduro es un presidente espurio, porque le dieron la misma condición de un presidente electo sin haberlo sido. Según la Constitiución, solamente quien ha sido electo y aspira a relegirse no debe separarse del cargo.

El opositor debe de estar percibiendo un cambio, porque vuelve a la carga, cuando lo habitual, con Chávez vivo, era que la oposición brincara frente a las andanadas del presidente. El domingo, sin embargo, fue el oficialismo el que salió a responderle sólo 15 minutos después de finalizada su rueda de prensa.

Así que Capriles se despacha:

“Nicolás tiene que aprender a leer el telepromter. Que tu asesor cubano te muestre cómo se leen los discursos.

“Dejen que el presidente descanse en paz. Esta campaña es entre Nicolás y Capriles.

“Tú, Nicolás, eres el problema, el entorno que no funciona al que tanto se refería el presidente Chávez.

No estoy compitiendo para dar un testimonio. Estoy compitiendo para ganar.

¿Quién fue el responsable de la devaluación? Nicolás...”

Y así por el estilo.

Eso sí, cuando una periodista extranjera le pregunta si teme por su vida, ahora que desapareció la figura que todo lo controlaba, hasta la libertad de usted, Capriles se carcajea.