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A la mitad del foro

Urbi et orbi

S

in aspavientos, sin unción teocrática, el vicario de Cristo habló urbi et orbi: Buenas tardes, dijo en italiano. El nuevo Papa es argentino, es jesuita y escogió llamarse Francisco. Homenaje y compromiso con los pobres; es por Francisco de Asís, dijeron: con el reformista que jamás fue sacerdote, el defensor de los pobres declarado santo súbito porque lo exigieron las multitudes.

Puede ser. Pero no se había dicho todavía que Jorge Mario Bergoglio eligió ese nombre por el pobrecito de Asís, no por el jesuita Francisco Javier, seguidor de Ignacio de Loyola, del soldado convertido en general de la Contrarreforma. Tanto monta, monta tanto... dirán los expertos, así como los indignados por la multiplicación de los pobres y la concentración de la riqueza; los escándalos del poder eclesiástico y la infamia de la pederastia. A quienes recordaron la cercanía del purpurado bonaerense con los militares de la guerra sucia, el Vaticano ha respondido que se trata de una conjura de comunistas. Ni siquiera de jacobinos trasnochados. Habrá que esperar, porque en Buenos Aires aparecieron pancartas con la imagen del nuevo Papa y la leyenda: Francisco I/ Argentino/ Y Peronista.

Con qué iglesia hemos topado, diría nuestro señor don Quijote. Enrique Peña Nieto podrá presidir la celebración por el 75 aniversario de la expropiación petrolera; escuchar las voces del coro que todavía no se acostumbra a distinguir entre la institución presidencial y el titular del Poder Ejecutivo de la Unión. Venimos a mover el país, no sólo a administrarlo sino a transformarlo, dice. Y las piezas del sistema plural de partidos se mueven en el tablero. Se acabó el pasmo. Hacer política es verbo activo, negociar, acordar, aprobar, avanzar. Pero exige la maquiavélica, o jesuítica, si se quiere y a tono con los días, de conocer la historia política y reconocer la crítica política. No sólo mover al país, sino recuperar la rectoría del Estado. A eso llamaron desde el 1º de diciembre de 2012, hace algo más de cien días.

Y ya hay que enfrentar a los beneficiarios de la parálisis, del poder pasmado por la incapacidad de lograr acuerdos, de hacer política en la realidad de un Congreso sin mayoría absoluta para ningún partido. El candidato Peña Nieto proponía reducir el número de diputados de mayoría y de representación proporcional, en busca de una mayoría firme y de una Presidencia fuerte. No se pudo. Ganó el PRI. Pero sin mayoría absoluta en ninguna de las dos cámaras, el escenario era idéntico al de los recientes 15 años. Quedaba la opción de hacer política, de negociar, de acordar lo esencial, de ceder, tanto a la derecha como a la izquierda, en aquello que consideraran indispensable, inaplazable. Eso es el Pacto por México. Ya no hablan de gobierno débil los intelectuales del neoconservadurismo dogmático.

Pero las calabazas no se acomodan solas en el camino. Los beneficiarios del orden en el desorden ya expresan temor ante el consenso mismo: “si el péndulo estaba cargado para un lado, ahora se ha ido para el otro totalmente con la creación de un Instituto Federal de Telecomunicaciones, que se va a volver todopoderoso y será juez y parte... Eso dijo Claudio X. González, después de una reunión del secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, con el Consejo de Hombres de Negocios. Y eso en una iniciativa de reforma que el Congreso aprobó de inmediato en comisiones y ya suma la mayoría necesaria para la votación en el pleno. Reviven la teoría del péndulo y las izquierdas rechazan la reforma educativa que pretende recuperar la rectoría del Estado.

Los de la coordinadora toman las calles y llaman represor a Emilio Chuayffet por decir que aplicará la ley a quienes falten a su trabajo. En Oaxaca, el gobernador Gabino Cué rinde la plaza. Pero los de la sección 22 del sindicato han dicho que llevarán a cabo las marchas en el Distrito Federal, para hacer que los escuchen los diputados federales, y que harán el paro en la Semana Santa para que no pierdan clases los alumnos. Ecos de la respuesta de Emilio Chuayffet a representantes de los medios que cuestionaron la amenaza de retener los salarios de los paristas. Los maestros tienen el derecho a manifestarse públicamente y a protestar, a oponerse a lo que consideren contrario a sus intereses, pero no a hacerlo en las horas de trabajo y dejar a los alumnos sin clases, respondió el secretario de Educación. A lo mejor por eso decidieron hacerlo en los días de guardar.

Hay demasiados boquetes en nuestro sistema educativo que ha de ser público, gratuito y laico, como para condenarlo a la parálisis con la invocación automática de la amenaza de apertura a la privatización. Los sueldos retenidos a profesores de Guerrero –donde Ángel Aguirre es todo al mismo tiempo: de izquierda, de derecha, príista, perredista, panista y peronista– son ya uno de los temas a discutir en la mesa de negociaciones a la que se sentará la CNTE con Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación. Está en México Irina Bokova, directora general de la Unesco: la reforma educativa es una clara señal de la voluntad del gobierno mexicano de transformar la educación y mejorar su calidad. Esta nueva agenda educacional no será exitosa sin la plena participación de todos, pero sobre todo los docentes, articuladores clave de esta gran transformación en el aula.

Participar. Y reconocer que para alcanzar la calidad los maestros deben tener el más alto aprecio social y deben ser apoyados en su desarrollo. La reforma subraya la importancia de la evaluación y de la administración escolar, precisó la directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Podría recordar aquí el formidable sistema educativo de Finlandia, el énfasis en los alumnos, el reconocimiento al valor social de los maestros allá; la incontestable importancia de la educación pública, gratuita y laica, tanto allá como aquí.

La reforma constitucional ha sido aprobada. Falta la ley general. Ahí deberán aportar los maestros defensores del sindicalismo, de sus derechos, las características propias de nuestro sistema, los métodos para sobrellevar, para superar las limitaciones amargas y diversidad regional en la condición de las aulas, en las carencias de los alumnos. Ahí hay que hacer política. Por lo pronto, los logros del pacto no se reducen a la reforma constitucional ya aprobada. Décadas de desmantelamiento institucional llevaron a la derecha a intentar dar marcha atrás a la historia. En gesto de ignorancia supina o desprecio irracional a la importancia de la educación, la ciencia y la cultura, Felipe Calderón ordenó cerrar las oficinas de México en París y dejar los asuntos de la Unesco a cargo de algún empleado de la embajada.

En la reunión con la secretaria general Irina Bokova, el secretario de Educación, Emilio Chuayffet, confirmó públicamente que el gobierno mexicano designará nuevo representante de México ante la Unesco. Jaime Torres Bodet fue el segundo secretario general de esa organización. Y lo fue después de llevar a cabo la proeza de una campaña que logró reducir el analfabetismo en México de 85 a 15 por ciento de la población.

Quince millones de mexicanos son analfabetas hoy. La mayoría de la población sobrevive en la pobreza; millones en el hambre. El 1º de diciembre, Enrique Peña Nieto dio instrucciones de hacer el censo nacional de escuelas, aulas, alumnos y profesores. Urge tener los datos para que la reforma no se haga en el vacío.

Enrique Peña Nieto irá al Vaticano. Miguel Ángel Mancera también. Cada uno por su lado. Pero todos los caminos llevan a Roma.