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Economía: ni fu ni fa

Mediocridad, el sello

FC, el peor de todos

C

oncluye el primer trimestre de 2013 con un balance económico que sólo refrenda que el modelo aplicado fomenta el estancamiento y la mediocridad en este renglón, sin olvidar que la desaceleración resulta más que obvia. Así, el pronóstico para el periodo no pasa de 3.11 por ciento de crecimiento, cuando México requiere no menos de 6 por ciento sostenido -no en tres meses, sino a lo largo de muchos años- para comenzar a salir del hoyo.

¿Cómo van las cosas? El Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, por medio de su Coordinación de Análisis Macroeconométrico Prospectivo (CAMP) nos regala un paseo por la realidad económica nacional. Para arrancar, apunta, los pronósticos sugieren que en el primer trimestre del presente año la economía crecería 3.11 por ciento, mientras que al final de 2013 se espera un avance cercano a 3 por ciento (la mitad de lo mínimo requerido), acompañado de una generación de poco menos de 600 mil empleos.

Lo anterior sugiere que la economía mexicana observará un menor dinamismo, en relación al resultado de 2012 (alrededor de 25 por ciento por abajo), y que una vez más será muy difícil generar nuevas oportunidades de empleo para una gran cantidad de jóvenes que buscarán colocarse en el mercado laboral a lo largo del presente año. En este contexto, la interrogante es si existe la posibilidad de aplicar nuevas fórmulas que logren sacar a nuestro país de la situación de estancamiento por la que atraviesa.

La búsqueda y posible definición de dichas fórmulas para conducir el destino económico del mundo es un debate pendiente. En México, es cada vez más evidente que las reformas estructurales no han surtido el efecto deseado, y que las que se promueven, como el IVA en medicinas y alimentos y la energética, no serán suficientes para salir del estancamiento. Se necesitará creatividad para impulsar un cambio en las formas tradicionales de hacer economía e impulsar un enfoque integral, coordinado y socialmente participativo para promover el desarrollo económico sostenido y sustentable.

En otras palabras, el desempeño económico a nivel mundial dependerá de que los gobiernos entiendan las circunstancias económicas actuales y que tengan la capacidad para impulsar innovaciones reales en materia de política económica y publica, en el marco de planes de desarrollo integral, dirigidos a fortalecer la participación social, la estructura productiva y la creación de empleos que permitan a los actores económicos sortear los problemas como el abandono del campo y el deterioro de la industria, que detienen el crecimiento sostenido y el bienestar de las familias.

Es probable, señala el CAMP, que a nivel mundial no se concreten cambios drásticos en la forma de manejar las economías y se busque aplicar las mismas recetas, probadamente insuficientes, no solo en México, que han generado una estabilidad relativa y un crecimiento mediocre durante casi tres décadas. Lo problemático es que serán las próximas generaciones las que pagaran los costos en términos de pobreza, desigualdad y deterioro del medio ambiente.

La nueva administración gubernamental parece estar consciente de la necesidad de definir nuevos objetivos y formas de conducir la economía. Sin embargo, tener el objetivo claro y la voluntad política son cosas relevantes, pero más importante aún es tener clara la ruta crítica y las formas de participación social para lograrlo y es ahí donde los gobiernos pueden extraviar el rumbo.

El promedio de crecimiento del último sexenio fue el menor registrado en los últimos cuatro periodos presidenciales. En el gobierno de Ernesto Zedillo tal indicador fue de 3.52 por ciento (promedio anual), en tanto que con Vicente Fox fue de 2.15 por ciento. El magro crecimiento de la economía, observado durante el gobierno de Felipe Calderón podría justificarse, porque en su periodo de gobierno se produjo una de las crisis internacionales más profundas en la historia mundial, lo que llevó a una caída en el producto superior a 6 por ciento en 2009. Sin embargo, también a principios del gobierno de Zedillo se sufrió una caída en el producto casi equivalente a la que se dio durante el gobierno de Calderón, y el crecimiento económico fue mucho mayor durante el gobierno zedillista.

Además, el impacto de la crisis internacional de 2008-2009 sobre la economía mexicana contrasta con el desempeño económico de la mayoría de los países en América de Sur, como Brasil y Argentina, los cuales aplicaron políticas macroeconómicas contra cíclicas que fortalecieron sus mercados internos. Por lo que la política económica aplicada a lo largo de dicho sexenio no dio el impulso necesario, ni la fortaleza del mercado interno para reactivar la económica nacional y enfrentar los embates externos de mejor manera.

Por otra parte, los ingentes flujos de capital externo (especulativo), que hoy se presumen en México como sinónimo de confianza, suelen tener efectos económicos nocivos en el país receptor, entre los que destacan la apreciación de la moneda, deteriorando la competitividad del sector de bienes comerciables, el incremento de la fragilidad financiera mediante el aumento tanto del crédito doméstico como de los precios de los valores financieros y el costo en términos de producto asociado a ingentes y rápidas salidas y/o paros de tales flujos.

La crisis global mundial iniciada en 2007-2008 ha generado, entre otras consecuencias, un reacomodo de los flujos de capital hacia economías emergentes debido principalmente a la adopción, en las economías avanzadas, de una política monetaria laxa y a las bajas expectativas de su crecimiento en el futuro cercano.

Para contrarrestar dichos efectos nocivos, aunque principalmente la apreciación cambiaria, algunas economías como la brasileña, la coreana y la tailandesa instrumentaron, desde 2009, diversos controles de capital. Por ejemplo, en octubre de 2009 las autoridades brasileñas adoptaron un control de capitales en la forma de impuesto de 2 por ciento a las entradas de renta fija. Por su parte, en octubre de ese 2010, el gobierno tailandés reinstauró un impuesto de 15 por ciento a los pagos y ganancias provenientes de bonos en posesión de extranjeros. En México van y vienen libremente.

Las rebanadas del pastel

La mafia público-privada del deporte nacional destrozó profesionalmente a Soraya, la marcó y defenestró, pero hoy esa misma pandilla cínicamente dice estar conmocionada por la lamentable ausencia de esta gran atleta.